29 de Junio. San Pedro y San Pablo. Mensaje Mons. Oscar ojea
San Pablo, predicador que lleva la fe a los paganos. Pedro que es elegido por Jesús para sostener la unidad de la iglesia. Cada uno con su carisma, cada uno con su don, pero unidos entregan la vida por Jesús.
Este día celebramos también la Fiesta del sucesor de Pedro, del obispo de Roma.
Es el Día del Papa, el Día del pontífice.
El día en que vivimos aquello que nos pide tanto el Papa Francisco "recen por mí" "no se olviden de rezar por mí". Algo que nos lo dice continuamente. Este día lo hacemos carne de un modo especial. Recemos por nuestro Papa para que el Señor lo conserve muchos años, para que el Señor cuide su salud, para que el Señor haga que pueda descansar su corazón y su cuerpo también, de tanto esfuerzo, de tanto ajetreo. Sabemos cómo trabaja el Papa, cómo es la entrega concreta del santo padre. Tenemos el viaje a Tierra Santa donde encomendamos los frutos de este viaje. Lo que puede haber dejado el santo padre, acompañado por el rabino amigo y por el musulmán, dos amigos. Lo que pudo haber dejado en la tierra de Jesús el mensaje del santo padre para la construcción de la paz, que siempre es la meta de este pontificado. Recordamos la oración hecha por Siria, allí en San Pedro y nos vuelve a conmover el trabajo al servicio de la paz que puede realizar el santo padre como factor de unidad.
Él es el obispo de Roma, la garantía de la unidad de la iglesia, como lo fue Pedro en la primera iglesia. Su trabajo, es un trabajo para poner en comunión lo diferente. Es un reconocer la diferencia y al mismo tiempo es unirnos a todos en la fe de Jesucristo, llevarnos a la fe de Jesucristo, que no excluye, que atrae, que lleva a un encuentro profundo, que es garantía de la unidad de todo el género humano.
Así es la iglesia, sacramento de Jesús, así es la tarea y la labor del obispo de Roma, aquél que es la fuente y la garantía de la unidad de todas las iglesias y nosotros diríamos hoy, claramente, de todos los hombres.
Recen por mí nos dice Francisco. Recemos hoy más que nunca por el santo padre y pidámosle a San Pedro y a San Pablo, que son las columnas de nuestra fe, que lo protejan, que lo sostengan, que lo acompañen y que hagan que viva siempre fiel al Evangelio que ha querido predicar y al que ha querido servir.
San Pablo, predicador que lleva la fe a los paganos. Pedro que es elegido por Jesús para sostener la unidad de la iglesia. Cada uno con su carisma, cada uno con su don, pero unidos entregan la vida por Jesús.
Este día celebramos también la Fiesta del sucesor de Pedro, del obispo de Roma.
Es el Día del Papa, el Día del pontífice.
El día en que vivimos aquello que nos pide tanto el Papa Francisco "recen por mí" "no se olviden de rezar por mí". Algo que nos lo dice continuamente. Este día lo hacemos carne de un modo especial. Recemos por nuestro Papa para que el Señor lo conserve muchos años, para que el Señor cuide su salud, para que el Señor haga que pueda descansar su corazón y su cuerpo también, de tanto esfuerzo, de tanto ajetreo. Sabemos cómo trabaja el Papa, cómo es la entrega concreta del santo padre. Tenemos el viaje a Tierra Santa donde encomendamos los frutos de este viaje. Lo que puede haber dejado el santo padre, acompañado por el rabino amigo y por el musulmán, dos amigos. Lo que pudo haber dejado en la tierra de Jesús el mensaje del santo padre para la construcción de la paz, que siempre es la meta de este pontificado. Recordamos la oración hecha por Siria, allí en San Pedro y nos vuelve a conmover el trabajo al servicio de la paz que puede realizar el santo padre como factor de unidad.
Él es el obispo de Roma, la garantía de la unidad de la iglesia, como lo fue Pedro en la primera iglesia. Su trabajo, es un trabajo para poner en comunión lo diferente. Es un reconocer la diferencia y al mismo tiempo es unirnos a todos en la fe de Jesucristo, llevarnos a la fe de Jesucristo, que no excluye, que atrae, que lleva a un encuentro profundo, que es garantía de la unidad de todo el género humano.
Así es la iglesia, sacramento de Jesús, así es la tarea y la labor del obispo de Roma, aquél que es la fuente y la garantía de la unidad de todas las iglesias y nosotros diríamos hoy, claramente, de todos los hombres.
Recen por mí nos dice Francisco. Recemos hoy más que nunca por el santo padre y pidámosle a San Pedro y a San Pablo, que son las columnas de nuestra fe, que lo protejan, que lo sostengan, que lo acompañen y que hagan que viva siempre fiel al Evangelio que ha querido predicar y al que ha querido servir.
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