lunes, 31 de marzo de 2014

Nuestra Fe en Vivo -Pepe Alonso con Ignacio Ibarzábal

La rebelión más joven: el amor: Ignacio Ibarzábal

La rebelión y la juventud van de la mano. Cuando nuestra personalidad bosqueja sus trazos y la madurez es todavía incipiente, somos proclives al inconformismo, al levantamiento, a patear el tablero. A veces la motivación es la negación o incluso el capricho, y el desenlace, el caos. Otras, en cambio, la rebeldía es sencillez, autenticidad, don incontenible.
De esto se trata la Rebelión del Amor Sólido, que ahora da su primer paso en Panamá. Es un movimiento de jóvenes que contiene una propuesta concreta respecto del amor erótico: reconocer y aceptar nuestra dignidad y celebrarla con generosidad. Con la palabra como vehículo, recorremos ciudades y países difundiendo la alegría que nos brinda vivir el amor, el matrimonio y la familia.
Hoy parece que solo hay una actitud correcta: decir que todo da lo mismo. Quienes crecimos bajo este sentir, sabemos que no. Como dice el Dr. Conen, no da lo mismo ser generoso que egoísta, fiel que infiel, honesto que deshonesto. De hecho, la fragmentación de las familias y la insatisfacción generalizada son secuelas evidentes de olvidar esta distinción. Una tolerancia falsificada nos ha impedido fomentar diálogos genuinos. Nosotros no dejaremos que nuestra voz quede silenciada, y vamos a brindar nuestro mejor servicio a la cultura: animarnos a hablar.
Durante las últimas décadas nos hemos dejado guiar por espejismos. La utopía de la revolución sexual acanaló pretensiones legítimas, pero dejó su gran promesa incumplida. Hemos pasado a creer que la vida es individualidad total, el amor, libertad sin horizonte, y la felicidad, sexualidad dilatada. El otro se nos presenta como límite –no como prójimo– y el único medio de realizarnos pasa a ser el poder; que, en el sexo, es el placer descontextualizado. ¿La ansiada felicidad? No llega.
Quienes promovemos la Rebelión del Amor Sólido creemos que una auténtica liberación y una profunda felicidad son posibles. Confiamos, para ello, en la libertad de hacer valer nuestras elecciones y en la sexualidad como lenguaje de paz.
Reivindicar la libertad es parte de nuestra tarea como comunidad. Las posibilidades de todos crecen si nuestra libertad se aleja del egoísmo para acercarse a la solidaridad. Del mismo modo, perdemos libertad en nuestras relaciones si nos atamos a un sentimiento pasajero, dando por tierra con nuestros compromisos. La auténtica liberación supone favorecer el flujo de nuestros sentimientos en el cauce de nuestras elecciones. Encontraremos la plenitud de nuestra libertad, no en la veleidad sentimental, sino en la incondicionalidad del amor.
Por otra parte, queremos realzar el don de la sexualidad. Nadie tiene una visión más positiva de ella que nosotros. Hay que celebrarla con la solemnidad de las grandes fiestas, aplaudirla y alegrarse en ella.
Esto se opone a reducirla en la instrumentalización del placer, derivando en el aislamiento y la confrontación. Cuando vivimos la sexualidad como lenguaje del amor, comenzamos por reconocer la vida de otra persona, y nos permitimos comunicar nuestra intimidad y gestar la paz. De aquí, la novedad perenne del amor como camino hacia la paz.
La rebelión más radical es la del amor. Esta rebelión, al superar toda regla, y sobre todo, toda dependencia, es auténtica libertad. Es así que, abriéndonos al reconocimiento del otro, admitimos la rebelión más joven y posibilitamos la unidad. Es por eso que cada vez somos más los jóvenes que nos aventuramos en la Rebelión del Amor Sólido.

Quien tiene fe camina hacia las promesas de Dios, de lo contrario, es un “turista existencial”

RealAudioMP3 No vagabundear por la vida, incluida la del espíritu, sino ir derechos hacia la meta que para un cristiano quiere decir seguir las promesas de Dios, que jamás decepcionan. Es la enseñanza del Papa Francisco según las lecturas del día, y que explicó en su homilía de la Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta. 

Hay cristianos que se fían de las promesas de Dios y las siguen a lo largo de la vida. Hay otros cuya vida de fe se estanca y hay otros aún convencidos de progresar y que, en cambio, hacen sólo “turismo existencial”. El Papa hizo una distinción acerca de tres tipos de creyentes, que tienen el común denominador de saber que la vida cristiana es un itinerario, pero que son divergentes en el modo de recorrerlo o no recorrerlo de ninguna manera. 

Ante todo, inspirándose en el pasaje de Isaías de la primera Lectura, Francisco explicó que Dios siempre “antes de pedir algo, promete”. Y añadió que su promesa es la de una vida nueva y la de una vida de “alegría”. Aquí, dijo, está “el fundamento principal de la virtud de la esperanza: confiar en las promesas de Dios” – sabiendo que Él jamás “decepciona” – puesto que la esencia de la vida cristiana es “caminar hacia las promesas”. Mientras después también están los cristianos que tienen “la tentación de detenerse”:

“¡Tantos cristianos detenidos! Tenemos tantos detrás que tienen una esperanza débil. Sí creen que existe el Cielo y que todo irá bien. Está bien que lo crean, ¡pero no lo buscan! Cumplen los mandamientos, los preceptos: todo, todo… Pero están detenidos. El Señor no puede hacer de ellos levadura en su pueblo, porque no caminan. Y esto es un problema: los detenidos. Después hay otros entre ellos y nosotros, que se equivocan de camino: todos nosotros algunas veces nos hemos equivocado de camino, esto lo sabemos. El problema no es equivocarse de camino; el problema es no regresar cuando uno se da cuenta de haberse equivocado”.
El modelo de quien cree y sigue lo que la fe le indica es el funcionario del rey descrito en el Evangelio, que pide a Jesús la curación de un hijo enfermo y no duda un instante en ponerse en camino hacia casa cuando el Maestro le asegura que la ha obtenido. Opuesto a este hombre, afirmó el Papa, es quizás, el grupo “más peligroso”, en el que están aquellos que “se engañan a sí mismos: los que caminan pero no hacen camino”:

“Son los cristianos errantes: giran, giran como si la vida fuera un turismo existencial, sin meta, sin tomar las promesas en serio. Aquellos que giran y se engañan, porque dicen: ‘¡Yo camino!’. No, tú no caminas: tú giras. Los errantes… En cambio, el Señor nos pide que no nos detengamos, que no nos equivoquemos de camino y que no giremos por la vida. Girar por la vida... Nos pide que miremos las promesas, que vayamos adelante con las promesas como ese hombre, como ese hombre: ¡ese hombre creyó en la palabra de Jesús! La fe nos pone en camino hacia las promesas. La fe en las promesas de Dios”.
“Nuestra condición de pecadores hace que nos equivoquemos de camino”, reconoció el Papa Francisco, si bien aseguró que: “El Señor nos da siempre la gracia de volver”:

“La Cuaresma es un tiempo hermoso para pensar si estoy en camino o si estoy demasiado quieto: conviértete. O si me he equivocado de camino: pero ve a confesarte y retoma el camino. O si soy un turista teologal, uno de estos que hacen el giro de la vida pero jamás dan un paso hacia adelante. Y pido al Señor la gracia de retomar el camino, de ponerme en camino, pero hacia las promesas”.

domingo, 30 de marzo de 2014

Construir la familia

Enseñanzas de San Josemaría sobre la vida en familia: el amor entre los esposos, el trato con los hijos, Dios en la familia... 

La gracia más grande no es sólo poder ver sino conocer la “luz del mundo”

En sus palabras antes del rezo del Ángelus refiriéndose al Evangelio del día, el Santo Padre Francisco recordó ante miles de fieles y peregrinos que mientras el ciego curado se acerca gradualmente a la luz, los doctores de la ley al contrario se hunden cada vez más en la ceguera interior. Encerrados en su presunción, creen tener ya la luz; por esto no se abren a la verdad de Jesús. "Nuestra vida, a veces, es parecida a aquella del ciego que se ha abierto a la luz, a Dios y a su gracia. A veces, lamentablemente, es un poco como aquella de los doctores de la ley: desde lo alto de nuestro orgullo juzgamos a los demás, y ¡hasta al Señor!" "Hoy, estamos invitados a abrirnos a la luz de Cristo para llevar fruto a nuestra vida, para eliminar los comportamientos que no son cristianos, subrayó el Obispo de Roma, para caminar decididamente sobre el camino de la santidad", que tiene su inicio en el Bautismo. "De hecho también nosotros hemos sido 'iluminados' por Cristo en el Bautismo, para que, como nos recuerda san Pablo, podamos comportarnos como 'hijos de la luz' con humildad, paciencia, misericordia." (RC-RV)

Palabras del Papa antes del rezo del Ángelus RealAudioMP3 


¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

El Evangelio de hoy nos presenta el episodio del hombre ciego de nacimiento, a quien Jesús dona la vista. El largo relato- ¡es largo!- inicia con un ciego que comienza a ver y concluye -esto es curioso- con los presuntos videntes que continúan permaneciendo ciegos en el alma. El milagro es narrado por Juan en apenas dos versículos, porque el evangelista quiere atraer la atención no sobre el milagro en sí, sino sobre aquello que ocurre después, sobre las discusiones que origina. También sobre las habladurías, ¿no? Tantas veces una buena acción, una obra de caridad origina habladurías, discusiones porque hay algunos que no quieren ver la verdad. El evangelista Juan quiere atraer la atención sobre esto que también ocurre en nuestros días, cuando se cumple una acción buena. El ciego curado es en primer lugar interrogado por la multitud sorprendida- han visto el milagro y lo interrogan; luego por los doctores de la ley; y éstos interrogan también a sus padres. Al final el ciego curado llega a la fe, y ésta es la gracia más grande que le viene dada por Jesús: no sólo poder ver, sino conocer a Él, ver a Él, como «la luz del mundo» (Jn 9,5).

Mientras el ciego se acerca gradualmente a la luz, los doctores de la ley al contrario se hunden cada vez más en su ceguera interior. Encerrados en su presunción, creen tener ya la luz; por esto no se abren a la verdad de Jesús. Ellos hacen todo lo posible por negar la evidencia. Ponen en duda la identidad del hombre curado; después niegan la acción de Dios en la curación, tomando como pretexto que Dios no obra el sábado; llegan incluso a dudar que aquel hombre hubiese nacido ciego. Su cerrazón a la luz se vuelve agresiva y desemboca en la expulsión del hombre curado del templo. Expulsado del templo.

El camino del ciego en cambio es un camino por etapas, que parte del conocimiento del nombre de Jesús. No conoce a otro que a Él; de hecho dice: « Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, lo puso sobre mis ojos» (v. 11). Como consecuencia de las insistentes preguntas de los doctores, primero lo considera un profeta (v. 17) y después un hombre cercano a Dios (v. 31). Luego que ha sido alejado del templo, excluido de la sociedad, Jesús lo vuelve a encontrar y le “abre los ojos” por segunda vez, revelándole la propia identidad: «Yo soy el Mesías», le dice. A este punto aquel que había sido ciego exclama: «¡Creo, Señor!» (v. 38), y se inclina ante Jesús . Este es un relato del Evangelio que hace ver el drama de la ceguera interior de tanta gente: también nuestra gente ¿eh?, porque nosotros tenemos, algunas veces, momentos de ceguera interior.

Nuestra vida, a veces, es parecida a aquella del ciego que se ha abierto a la luz, que se ha abierto a Dios y a la gracia. A veces, lamentablemente, es un poco como aquella de los doctores de la ley: desde lo alto de nuestro orgullo juzgamos a los demás, y ¡hasta al Señor! Hoy estamos invitados a abrirnos a la luz de Cristo para llevar fruto a nuestra vida, para eliminar los comportamientos que no son cristianos: todos somos cristianos, pero todos nosotros, todos ¿eh?, tenemos algunas veces comportamientos no cristianos; comportamientos que son pecados ¿no? Y debemos arrepentirnos de esto y eliminar este comportamiento para caminar decididamente sobre el camino de la santidad, que tiene su inicio en el Bautismo, y en el Bautismo hemos sido iluminados, para que, como nos recuerda san Pablo, podamos comportarnos como «hijos de la luz» (Ef 5,8), con humildad, paciencia, misericordia. Estos doctores de la ley no tenían ni humildad ni paciencia ni misericordia. Hoy les sugiero, cuando regresen a casa, que tomen el Evangelio de Juan y lean aquel pasaje del capítulo 9: y esto les hará bien, porque así verán este camino de la ceguera a la luz y aquel otro camino malo hacia una ceguera más profunda. Y preguntémonos: ¿cómo es nuestro corazón? ¿cómo es mi corazón?, ¿cómo es tu corazón? ¿Cómo es nuestro corazón? ¿Tengo un corazón abierto o cerrado hacia el prójimo? Tenemos siempre en nosotros alguna cerrazón nacida del pecado, nacida de los errores: no tengamos miedo, ¡no tengamos miedo! Abrámonos a la luz del Señor: Él nos espera siempre. Él nos espera siempre. Para hacernos ver mejor. Para darnos más luz, para perdonarnos. No se olviden de esto: Él nos espera siempre.

Confiemos a la Virgen María el camino cuaresmal, para que también nosotros, como el ciego curado, podamos con la gracia de Cristo “venir a la luz”, ir más adelante en la luz y renacer a la vida nueva.

(Traducción del italiano: Raúl Cabrera- Radio Vaticano)

Palabras del Papa tras el rezo mariano del Ángelus

Después de rezo del Ángelus, el Papa saludó cordialmente a las familias, los grupos parroquiales, las asociaciones y a todos los fieles provenientes de Italia y de otros países del mundo. En particular Francisco saludó a los fieles españoles llegados de Ponferrada y de Valladolid; a los estudiantes y profesores de los colegios de Murcia, Castelfranco de Córdoba y Laganés; y a los alumnos de los colegios de París y a los emigrantes portugueses de Londres.

El Santo Padre saludó asimismo al Movimiento Juvenil de los Hermanos de la LaSalle; al grupo "Jóvenes, arte y fe de Santa Paula Frassinetti; y a los universitarios de Venecia. Un saludo particular lo mandó el Papa a los soldados italianos que han peregrinado a pie desde Loreto a Roma, orando por una resolución pacífica y justa de todos los conflictos en el mundo. “¡Y esto es muy hermoso! Jesús en las bienaventuranzas dice “bienaventurados los que trabajan por la paz!”.

Luego el Pontífice repartió saludos y pensamientos concretos a diversos grupos de fieles de parroquias italianas, a algunos muchachos que se preparan para la confirmación y a estudiantes. Por último, Francisco saludó a la Coral de Brembo, la Asociación deportiva Laurentino de Roma, a los motociclistas de Terni-Narni, y a los representantes del Fondo Mundial para la Conservación de la Naturaleza (WWF), animándoles en su compromiso por la defensa del medio ambiente.

“Y no olviden ¿eh?, en casa tomen el evangelio de Juan capítulo 9 y lean esta historia del ciego vidente y de los presuntos videntes que se hundieron aún más en su ceguera. ¡Capítulo 9 del evangelio de Juan!

“Les deseo a todos -dijo el Papa- un buen domingo y una buena comida. Hasta la próxima”


sábado, 29 de marzo de 2014

¡Señor que vea!

RealAudioMP3 Así se llamaba “¡Veo, veo! ¿Que ves?”, un juego de la infancia en el que tratábamos de adivinar por los colores y las formas lo que otro había mirado.

¿Qué miro yo y que ves vos hoy?

Las cosas materiales que vemos son como un espejo de otra realidad. Como la luna refleja la luz del sol, así las cosas que ilumina la luz material son en realidad signo, símbolo, ventana del misterio de Dios que las creo y las sustenta. Por eso, muchos descubren a Dios a través de la creación, porque miran en profundidad, no se quedan distraídos en la superficie, y ven más allá de los ojos…

Una señora muy aficionada a las carteras, entro por primera vez a un negocio muy grande y cuando vio tantas carteras juntas expresó fascinada: “Esto es el paraíso”. Con el dinero que pagó por la cartera de cuero de cocodrilo que compró hubieran podido comer ese día muchísimos niños desnutridos. Pero esta mujer necia no pasaba de ver la piel, la superficie de solo algunas cosas.
¡Cómo encandila hoy la luz de las vidrieras de tantos negocios, de tantas imágenes ilusorias, virtuales! La luz de una felicidad de cartón pintado que existe solo en la imaginación pero que no es real ni podrá serlo nunca.

¿Me quedo, te quedás en la superficie? O ¿mirás las cosas como signos, símbolos, ventanas con la luz de la fe que nos ayuda a ver más allá, en el misterio de la vida y las cosas?

El predicador de la Casa Pontificia recomendó en la cuaresma 2014 el ayuno de imágenes: "muchas de ellas no son sanas – dijo –, propagan violencia y maldad, y no hacen más que incitar los peores instintos que llevamos dentro". Y Francisco Papa manifestó: "Quizá ahora nuestros ojos están un poco enfermos porque vemos tantas cosas contra Jesús, cosas mundanas que no nos hacen bien. Y así esta luz se apaga lentamente, y sin saberlo acabamos en la oscuridad interior, en la oscuridad espiritual, en la oscuridad de la fe, porque no estamos acostumbrados a mirar las cosas de Jesús".

¿Qué imágenes tenemos dentro hoy vos y yo? Cuando cerramos los ojos ¿qué imagen nos proyecta el corazón?

Jesús devolvió la vista al ciego de nacimiento y el ciego dio testimonio de Jesús ante los fariseos: “Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuera a lavarme. Entonces fui, me lavé y comencé a ver”. Encontrándose de nuevo con Jesús le dijo: “Creo Señor” y se postró ante él (Jn 9, 1-41).

No sólo está la luz del sol para los ojos, también está la luz de la fe.

No había agua allí y Jesús hizo barro con su saliva para poner sobre los ojos del ciego. Así volvió al barro primigenio del hombre; a los albores de la creación. La saliva en la boca humedece la lengua y al inicio Dios dijo: Luz y la luz se hizo en los ojos de Adán todavía ciego. Pero como en este caso el barro es polvo de la tierra más saliva de Dios, se trata de la luz natural y también de la luz divina, la luz de la fe. Deseando ver la luz natural del sol, el ciego ve en Jesús la Luz divina.

¡Señor que vea! Pero que vea no solamente con la luz natural de los ojos, sino también y sobre todo con la luz de la fe. Que vea en lo profundo de las cosas tu acción y tu presencia.




viernes, 28 de marzo de 2014

Francisco se confiesa durante ceremonia penitencial en San Pedro


Para sorpresa de Maestro de ceremonias, entró en un confesionario 
y se arrodilló ante un sacerdote.

“El corazón de nuestro Padre no se cansa de decirnos: ¡regresa!”

 RealAudioMP3 Dios ama, “no sabe hacer otra cosa”. Lo subrayó el Papa Francisco en la Misa de esta mañana en la Casa de Santa Marta. El Papa reiteró que el Señor siempre nos espera y nos perdona, es “el Dios de la misericordia” que nos hace fiesta cuando regresamos a Él. 

Dios tiene nostalgia de nosotros, cuando nos alejamos de Él. El Papa desarrolló su homilía partiendo del Libro del Profeta Oseas, en la primera Lectura. El Señor, observó, nos habla con ternura. También cuando “nos invita a la conversión” y si bien esta palabra nos “suena un poco fuerte”, evidenció, dentro de ella existe “una nostalgia amorosa de Dios”. Existe la exhortación del Padre que dice al hijo: “Vuelve, es hora de regresar a casa”: 

“Es el corazón de nuestro Padre, Dios es así: no se cansa, ¡no se cansa! Y por tantos siglos ha hecho esto, con tanta apostasía, tanta apostasía del pueblo. Y Él regresa siempre, porque nuestro Dios es un Dios que espera. Desde aquella tarde en el Paraíso terrenal, Adán salió del Paraíso con una pena y también una promesa. Y Él es fiel, el Señor es fiel a su promesa, porque no puede renegar a sí mismo. Es fiel. Y así nos ha esperado a todos nosotros, a lo largo de la historia. Es el Dios que nos espera, siempre”. 
El Santo Padre dirigió su pensamiento a la Parábola del hijo pródigo. El Evangelio de Lucas, recordó, nos dice que el padre ve al hijo de lejos porque lo esperaba. El padre, agregó, “subía al terraza todos los días a ver si el hijo regresaba. Esperaba. Y cuando lo vio, corrió” y “se le abalanzó al cuello”. El hijo había preparado las palabras que iba a decir, pero el padre no lo deja hablar: “Con el abrazo le tapó la boca”:

“Éste es nuestro Padre, el Dios que nos espera. Siempre. ‘Pero, padre, yo tengo tantos pecados, no sé si Él estará contento’. ‘¡Prueba! Si tú quieres conocer la ternura de este Padre, va hacia Él y prueba, luego me cuentas’. El Dios que nos espera. Dios que espera y también Dios que perdona. Es el Dios de la misericordia: no se cansa de perdonar. Somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón, pero Él no se cansa. Setenta veces siete: siempre; adelante con el perdón. Y desde el punto de vista de una empresa, el balance es negativo. Él pierde siempre: pierde en el balance de las cosas, pero vence en el amor”. 
Y esto, continuó, porque Él “es el primero que cumple el mandamiento del amor”. “El ama – dijo el Obispo de Roma – no sabe hacer otra cosa”. Y también “los milagros que Jesús hacía, con tantos enfermos – agregó – eran también un signo del gran milagro que cada día el Señor realiza con nosotros, cuando tenemos el coraje de alzarnos e ir hacia Él”. Y cuando pasa esto, afirmó Francisco, Dios hace fiesta. “No como el banquete de aquel hombre rico, que tenía en la puerta al pobre Lázaro”, advirtió, Dios “hace otro banquete, como el padre del hijo pródigo”: 

“‘Porque tú florecerás como un lirio, es la promesa, ‘Te haré fiesta’. ‘Tus retoños se extenderán, su esplendor será como el del olivo y su fragancia como la del Líbano’. La vida de cada persona, de cada hombre, cada mujer, que tiene el coraje de acercarse al Señor, encontrará la alegría de la fiesta de Dios. Así pues, que esta palabra nos ayude a pensar a nuestro Padre, Padre que nos espera siempre, que nos perdona siempre y que hace fiesta cuando regresamos”. (RC-RV)

El padre Sandro y su trabajo como párroco en Angol


La formación que don Sandro, párroco en Angol, recibe del Opus Dei le ha hecho concluir que el tiempo mejor aprovechado es el que dedica a Jesucristo. Cada día renueva en la Santa Misa el sacrificio del Calvario --y éste es el centro de su vida--, la oración, hablar con Dios, es lo que más le ayuda en su ministerio sacerdotal a servir a los demás.

jueves, 27 de marzo de 2014

Una mujer de familia griega que entregó su vida a Dios

La abogada Anastasía cuenta cómo el Señor le pidió una entrega total de su vida: el salto que debió dar y lo realizada que se encuentra buscando ser un alma contemplativa en medio del mundo y hacer felices a los demás. Entre otros, a sus alumnos en la universidad. Después de Jesucristo, Grecia y la Iglesia son sus grandes amores.

Escuchar a Dios para no ser corruptos, ni sepulcros blanqueados...

RealAudioMP3 En tiempos de Jesús había una clase dirigente que se había alejado del pueblo, lo había «abandonado», que era incapaz de otra cosa que no fuera la de seguir su propia ideología y de resbalar hacia la corrupción. Lo dijo el Papa Francisco en su homilía de la misa celebrada este jueves en el Altar de la Cátedra de San Pedro, en presencia de 493 parlamentarios italianos. Los que mandaban en los tiempos de Jesús dedicaban sus energías sólo para los intereses del partido y las luchas internas, hasta el punto que cuando el Mesías se manifiesta ante sus ojos, no lo reconocen, aún más lo acusan de ser un curandero de las filas de Satanás. Este jueves, a primera hora de la mañana, acudió para escuchar las palabras del Papa Francisco en la Basílica Vaticana, una gran parte del Parlamento italiano, nueve ministros y los presidentes del Senado y de la Cámara. En la primera lectura, tomada del libro de Jeremías, el profeta presenta el ‘lamento de Dios’ por una generación que - señala el Papa - no acogió a sus mensajeros y que, en lugar de ello, se justifica por sus pecados. «Me dieron la espalda», citó el Papa Francisco, añadiendo luego que: «Éste es el dolor del Señor, el dolor de Dios». Y que esta realidad está presente también en el Evangelio del día, la de una ceguera hacia Dios, sobre todo de parte de los líderes del pueblo:

«Con el tiempo, el corazón de esta gente, de este grupito se había endurecido tanto, tanto, tanto, que le era imposible oír la voz del Señor. Y de pecadores que eran, precipitaron hasta volverse corruptos. Es tan difícil que un corrupto pueda volver atrás. El pecador sí, porque el Señor es misericordioso y nos espera a todos. Pero el corrupto se fija en sus asuntos, y estos eran corruptos. Y por ello se justifican a sí mismos, porque Jesús - con su sencillez, pero con su fuerza de Dios – los fastidiaba».
«Personas – explicó el Papa Bergoglio - que tomaron un camino equivocado y que opusieron resistencia a la salvación de amor del Señor, y así han caído de la fe, de una teología de fe a una teología del deber»:

«Ellos rechazaron el amor del Señor y este rechazo los hizo tomar una senda que no era la de la dialéctica de la libertad que ofrecía al Señor, sino que era la de la lógica de la necesidad, donde no hay lugar para el Señor. ¡En la dialéctica de la libertad está el Señor bueno, que nos ama, nos ama tanto! En cambio, en la lógica de la necesidad no hay lugar para Dios: se debe hacer, se debe hacer, se debe... Se han vuelto hombres de buenas maneras, pero con malos hábitos. Jesús los llama, a ellos, ‘sepulcros blanqueados’».
«La Cuaresma nos recuerda que Dios nos ama a todos y que hay que hacer el esfuerzo de abrirse a Él – concluyó el Papa Francisco, alentando a la esperanza y a acoger la invitación del Señor:

«En este camino de la Cuaresma nos hará bien, a todos nosotros, pensar en esta invitación del Señor al amor, a esta dialéctica de la libertad donde hay amor, y a preguntarnos todos: Pero, ¿estoy en este camino? ¿Corro el riesgo de justificarme y de ir por otro camino? Un camino coyuntural, porque no lleva a ninguna promesa... Y roguemos al Señor, para que nos dé la gracia de ir siempre por el camino de la salvación, de abrirnos a la salvación que sólo viene de Dios, de la fe, no de lo que proponían estos ‘doctores del deber’, que habían perdido la fe y que regentaban al pueblo con esta teología pastoral del deber».

miércoles, 26 de marzo de 2014

Apacentar el rebaño del Señor con amor...

La lluvia de estas horas sobre Roma no arruinó el ambiente de alegría de los miles de fieles y peregrinos que colmaron la Plaza de San Pedro para participar en la audiencia general del Papa. Este miércoles Francisco se refirió al sacramento del Orden, que recordó, “marcado en tres grados de episcopado, presbiterado y diaconado, es el Sacramento que permite el ejercicio del ministerio, confiado del Señor Jesús a los Apóstoles, para apacentar su rebaño en el poder de su Espíritu, de acuerdo a su corazón”. “Apacentar el rebaño de Jesús con la potencia no de fuerza humana o la propia potencia sino del espíritu y según su corazón, el corazón de Jesús que es un corazón de amor.” “El sacerdote, el obispo y el diacono deben apacentar el rebaño del Señor con amor. Si no lo hacen con amor no sirve. Y en este sentido, los ministros que son elegidos y consagrados para este servicio prolongan en el tiempo la presencia de Jesús.” "No se venden entradas para ser sacerdote, la vocación es un don y una llamada de Dios», señaló el Papa. Tras poner de relieve que un obispo y todo ordenado que están en la mediocridad espiritual hacen mucho daño a la Iglesia, el Obispo de Roma invitó a rezar por "los obispos, los sacerdotes y los diáconos, para que vivan fielmente en la Iglesia del Señor, su llamada al servicio de la humanidad, siguiendo el ejemplo del Buen Pastor, que lavó los pies a los discípulos y ofreció su vida en la cruz, por la salvación del mundo". (RC-RV)

Texto completo de la catequesis del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Ya hemos tenido ocasión de señalar que los tres sacramentos del Bautismo, de la Confirmación y de la Eucaristía forman juntos el misterio de la "iniciación cristiana", un único gran evento de gracia que nos regenera en Cristo. Esta es la vocación fundamental que nos aúna a todos en la Iglesia, como discípulos del Señor Jesús. Hay dos Sacramentos que corresponden a dos vocaciones específicas: el Orden y el Matrimonio. Constituyen dos grandes vías a través de las cuales, el cristiano puede hacer de su vida un don de amor, siguiendo el ejemplo y en nombre de Cristo. Y así colaborar en la edificación de la Iglesia.

El Orden, de tres grados: episcopado, presbiterado y diaconado, es el Sacramento que permite el ejercicio del ministerio, confiado por el Señor Jesús a los Apóstoles, para apacentar su rebaño con el poder de su Espíritu, de acuerdo a su corazón. Apacentar el rebaño de Jesús con la potencia no de la fuerza humana o la propia potencia, sino del Espíritu y según su corazón; el corazón de Jesús, que es un corazón de amor. El sacerdote, el obispo y el diácono deben apacentar el rebaño del Señor con amor. Si no lo hacen con amor, no sirve. Y, en este sentido, los ministros que son elegidos y consagrados para este servicio prolongan en el tiempo la presencia de Jesús, si lo hacen con el poder del Espíritu Santo, en el nombre de Dios y con amor.

1. Un primer aspecto. Los ordenados son colocados a la cabeza de la comunidad.
¡Ah¡ están “a la cabeza”.
¡Sí! Sin embargo, para Jesús significa poner la propia autoridad al servicio, como Él mismo lo ha demostrado y enseñado a sus discípulos con estas palabras: "Saben que los gobernantes de las naciones dominan sobre ellas, y sus líderes los oprimen. No será así entre ustedes. El que quiera hacerse grande entre ustedes que se haga servidor de todos. Y el que quiera ser el primero entre ustedes que se haga esclavo de todos. Como el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos "(Mt 20:25-28 / / Mc 10,42-45). Un obispo que no está al servicio de la comunidad, no hace bien, un sacerdote, un cura, que no está al servicio de la comunidad, no hace bien. Está equivocado.

2. Otra característica que deriva siempre de esta unión sacramental con Cristo es el amor apasionado por la Iglesia. Pensemos en el pasaje de la Carta a los Efesios, en la que San Pablo dice que Cristo "amó a la Iglesia y se entregó por ella para hacerla santa, purificándola con el lavado del agua mediante la Palabra y para presentarsela a sí mismo a la Iglesia toda gloriosa, sin mancha ni arruga. (5:25-27). En virtud del Orden, el ministro dedica todo su ser a su comunidad y la ama con todo su corazón: es su familia. El obispo, el sacerdote aman a la Iglesia en su comunidad, y la aman fuertemente, ¿cómo? Como Cristo ama a la Iglesia. Lo mismo dirá San Pablo del Matrimonio: el esposo ama a su esposa como Cristo ama a la Iglesia. Es un misterio grande de amor este del Ministerio ordenado y aquel del Matrimonio. Los dos Sacramentos, que son el camino por el cual las personas habitualmente van al Señor.

3. Un último aspecto. El apóstol Pablo le aconseja a su discípulo Timoteo que no abandone, es más, que reavive el don que hay siempre en él, el don que le ha sido conferido a través de la imposición de las manos. (cf. 1 Tim 4:14, 2 Tim 1 6 ). Cuando no se alimenta el ministerio -el ministerio del obispo, el ministerio del sacerdote-, con la oración, con la escucha de la Palabra de Dios y con la celebración diaria de la Eucaristía y también con un interés cuidadoso y constante del Sacramento de la Penitencia, se pierde inevitablemente de vista el verdadero significado del propio servicio y la alegría que nace de una profunda comunión con el Señor Jesús.
El obispo que no reza, el obispo que no siente y escucha la Palabra de Dios, que no celebra todos los días, que no va a confesarse regularmente, y lo mismo el sacerdote que no hace estas cosas, al final pierden esta unión con Jesús y ellos se hacen mediocres y esto no hace bien a la Iglesia. Por esto debemos ayudar a los obispos, a los sacerdotes a rezar, a escuchar la Palabra de Dios que es el alimento cotidiano, a celebrar cada día la Eucaristía y a ir a confesarse habitualmente. Y esto es tan importante para la santificación de los obispos y de los sacerdotes.

Yo quisiera terminar también con una cosa que me viene a la mente:
¿cómo se debe hacer para transformarse en sacerdote, dónde se venden las entradas?
No, no se venden, ¿eh?
Ésta es una iniciativa que toma el Señor. El Señor llama, llama a cada uno que él quiere que se haga sacerdote. Y, a lo mejor hay algunos jóvenes aquí que han sentido esta llamada. Las ganas de hacerse sacerdotes, las ganas de servir a los otros en las cosas de Dios, las ganas de estar toda la vida al servicio para catequizar, bautizar, perdonar, celebrar la Eucaristía, sanar a los enfermos, toda la vida así.
Si alguno de ustedes ha escuchado esto en el corazón, es Jesús que lo ha puesto allí, ¿eh? Cuiden esta invitación y recen para que esto crezca y dé frutos en toda la Iglesia. Gracias.

 


martes, 25 de marzo de 2014

La salvación es un don que hay que recibir con corazón humilde, como hizo María

RealAudioMP3 El Señor está en camino con nosotros para ablandar nuestro corazón. Lo afirmó el Papa en su homilía de la Misa matutina celebrada en la Casa de Santa Marta. En la Solemnidad de la Anunciación, Francisco subrayó que sólo con un corazón humilde como el de María podemos acercarnos a Dios. Mientras la salvación, dijo, no se compra ni se vende: se regala.

¿A dónde lleva la soberbia del corazón? El Santo Padre desarrolló su homilía deteniéndose en Adán y Eva, que cedieron a la seducción de Satanás y creyeron que eran como Dios. Esa “soberbia suficiente” – dijo – hace que sean alejados del Paraíso. Pero el Señor no los deja caminar solos, les hace una promesa de redención y camina con ellos.

“El Señor – prosiguió diciendo el Papa – acompañó a la humanidad en este largo camino. Hizo un pueblo. Estaba con ellos”. Y aquel “camino que comenzó con una desobediencia, termina con una obediencia”, con el sí de María ante el Anuncio del ángel.

“El nudo que hizo Eva con su desobediencia – dijo además Francisco aludiendo a San Ireneo de León – lo deshizo María con su obediencia. Es un camino en el cual las maravillas de Dios se multiplican”:

“El Señor está en camino con su pueblo. ¿Y por qué caminaba con su pueblo con tanta ternura? Para ablandar nuestro corazón. Explícitamente lo dice, Él: ‘Yo haré de tu corazón de piedra un corazón de carne’. Ablandar nuestro corazón para recibir aquella promesa que había hecho en el Paraíso. Por un hombre entró el pecado, por otro hombre viene la salvación. Y este camino tan largo nos ayudó a todos nosotros a tener un corazón más humano, más cercano a Dios, no tan soberbio, no tan suficiente”.
Y hoy – prosiguió diciendo el Pontífice –la liturgia nos habla “de esta etapa en el camino de restauración, nos habla de obediencia, de docilidad a la Palabra de Dios”:

“La salvación no se compra, ni se vende: se regala. Es gratuita. Nosotros no podemos salvarnos por nosotros mismos: la salvación es un regalo, totalmente gratuito. No se compra con la sangre ni de toros ni de cabras: no se puede comprar. Para entrar en nosotros esta salvación sólo pide un corazón humilde, un corazón dócil, un corazón obediente. Como el de María. Y el modelo de este camino de salvación es el mismo Dios, su Hijo, que no consideró un bien irrenunciable, ser igual a Dios. Lo dice Pablo”.
El Papa hizo hincapié en el “camino de la humildad, de la humillación”. Y afirmó que esto “significa sencillamente decir: yo soy hombre, yo soy mujer y Tú eres Dios, e ir adelante, ante la presencia de Dios, en la obediencia, en la docilidad del corazón”. Por esta razón exhortó en la Solemnidad de la Anunciación a “hacer fiesta: la fiesta de este camino, de una madre a otra madre, de un padre a otro padre”:

“Hoy podemos abrazar al Padre a quien, gracias a la sangre de su Hijo, se ha hecho como uno de nosotros, nos salva. Este Padre que nos espera todos los días… Miremos el icono de Eva y de Adán, miremos el icono de María y Jesús, miremos el camino de la historia con Dios que caminaba con su pueblo. Y digamos: ‘Gracias. Gracias, Señor, porque hoy Tú nos dices a nosotros que nos has regalado la salvación’. Hoy es un día para dar gracias al Señor”.


La Eucaristía: alimentarse de Cristo- P. Eduardo María Volpacchio

“Quien comulga tiene dentro de sí a Jesús, tanto como María lo tuvo durante los nueve meses del embarazo”.
Así de grande es el sacramento de la Eucaristía, que nos permite nutrirnos de Cristo y degustar el Cielo en la Tierra.
Si nuestro cuerpo va a ser morada del mismo Jesús, 
¿hay algo que podamos hacer para recibirlo mejor?

¿No es una locura pensar que en un trozo de pan está el mismo Cristo?
Es cierto, es una locura. Solo Dios pudo haber pensado y hecho algo tan grande. Pero desde el punto de vista del amor, es muy razonable. Cuando una madre tiene a su bebe en brazos, llena de amor, lo abraza y, como le parece poco besarlo, le dice: “te comería”. Es lo que Dios hace: hace posible que lo comamos. Y, para ello, eligió un alimento humilde, sencillo y al alcance de todos.
¿De qué modo está presente Cristo en el pan y en el vino?
La Eucaristía esconde a Jesús. Todo Jesús está presente detrás de la apariencia de pan. Quien comulga tiene dentro de sí a Jesús, tan real y físicamente como María lo tuvo durante los nueve meses del embarazo. Obviamente, de un modo distinto: escondido tras las figuras del pan y el vino.
¿Para qué comer la hostia consagrada en lugar de simplemente venerarla?
Porque Cristo se quedó precisamente para que lo comamos; si no, hubiera elegido otro modo de quedarse. Cuando lo instituye, dice “tomad y comed”, no “tomad y venerad”… ¡Se quedó para alimentarnos! No solo para adorarle… El sentido radical de la Eucaristía es comida. Lo comprobamos al repasar el capítulo 6 del Evangelio de Juan: comienza con la multiplicación de los panes (con las que se sacia el hambre material), pasa a hablar del mana (el pan del Cielo, con el que Dios alimentaba todos los días al pueblo en el desierto) y es en ese contexto en el que Jesús promete la Eucaristía (el pan de la vida eterna: su mismo ser).
¿Qué nos aporta comulgar?
Todo. Diviniza nuestra vida. Nos aporta lo esencial, aquello que engrandece nuestra vida y la hace eterna: la vida de Cristo, la vida eterna, vivir en Dios. Y para que nuestra unión a Él sea plena, se nos da como alimento. Para santificarnos, purificarnos, divinizarnos, fortalecernos, hacernos crecer, llenar nuestra vida de El mismo… Lo más grande que podemos hacer en nuestra vida es alimentarnos con Cristo, hacernos una “cosa” con El.
¿Qué efectos puede tener en nuestra vida comulgar con asiduidad?
Todos los beneficios que alimentarse produce en el cuerpo, los produce la Eucaristía a todos los niveles, en cuerpo y alma. No es un alimento solamente espiritual: ¡nos comemos su cuerpo y nos bebemos su sangre! En nuestra existencia corpórea no basta con comer una vez, necesitamos alimentarnos con frecuencia y, gracias a la comida, tenemos energía… El fin de la vida cristiana es cristificarnos, identificarnos con El. Y, para ello, necesitamos una fuerza divina que nos transforme: esa fuerza nos la brinda la Eucaristía.
Al recibirlo con frecuencia, ¿no podríamos trivializar la grandeza del acto?
Hemos de estar atentos para que la facilidad con que se nos entrega no nos haga perder conciencia de la grandeza del don. Sería triste acostumbrarnos a comulgar y hacerlo como si no fuera algo especial. La solución para desearlo más no es espaciar en el tiempo las comuniones, sino evitar el peligro de la rutina. Y el gran remedio para la rutina es la oración: cuando meditamos en la grandeza de la Eucaristía nos enamoramos del amor que Dios nos tiene. El tesoro es tan grande –es Dios– que nunca acabaremos de abarcarlo.
¿Debemos comulgar aunque nos sintamos indignos de recibir a Cristo?
Hay personas que dejan de comulgar porque se sienten indignas… Pero, por más indignos que nos sintamos, conviene que comulguemos si cumplimos con las dos condiciones básicas para recibir la comunión: estar en gracia y guardar una hora de ayuno.
¿Por qué hay que guardar ayuno?
Es una forma de garantizar la delicadeza con nuestro Dios. Si vamos a recibirlo, privarnos de alimentos y bebidas (menos de agua y de medicamentos, los cuales no rompen este ayuno) una hora antes de comulgar es una manera de prepararnos para algo tan grande. Esta condición no se les exige a las personas mayores ni a los enfermos.
¿Qué es el estado de gracia?
La gracia es una participación de la vida divina. Nos introduce en la vida de la Trinidad, ya que nos hace participar de la filiación del Hijo: hijos de Dios Padre, en el Hijo, por la acción del Espíritu Santo. La recibimos en el Bautismo y la perdemos cuando cometemos un pecado mortal. Si la perdemos, la recuperamos en el Sacramento de la Penitencia.
¿Y si se comulga en pecado mortal?
Se comete un sacrilegio, que es pecado grave por el mal uso de lo sagrado. Dejar de comulgar no es pecado; hacerlo indignamente, sí. Por esto, si uno duda si está en pecado mortal, siempre es mejor no comulgar; salvo en el caso de los escrupulosos, que son aquellos que creen estar en pecado mortal, sin estarlo.
Por tanto, ¿no es obligatorio comulgar cada vez que asistimos a misa?
Durante la misa, solo es obligatoria la comunión del sacerdote. Los fieles no tienen esta obligación, pero es muy conveniente comulgar cuando participamos en esta gran celebración. Eso sí, si uno no está en gracia o no cumple con el tiempo de ayuno, no debe comulgar. Los católicos que tienen uso de razón tienen la obligación de comulgar al menos una vez al año, en Pascua.
¿Y para qué nos sirve ir a misa si no podemos comulgar?
La misa es el centro de nuestra vida. En ella nos unimos a la ofrenda de Cristo, al Padre, y así esta recibe un valor de eternidad. Esto no es por la comunión, sino por la participación en la misa. Y, en muchísimos casos, la solución es sencilla: buscar un sacerdote para confesarse.
Si no estamos seguros de sí podemos comulgar, ¿qué debemos hacer?
Si esa duda tiene fundamento (“dudo si un pecado que cometí es grave”) hay que dejar de comulgar. Es mejor no comulgar que cometer un sacrilegio. Si la duda no tiene fundamento (“dudo de que, a lo mejor, podría tener un pecado grave”), hay que despreciar la duda y comulgar.

¿Comulgar sin confesarse?

¿Se puede recuperar el estado de gracia antes de confesarse?  
Si, haciendo un acto de perfecta contrición, con el propósito de confesar tan pronto como sea posible.
¿Puedo comulgar si hago un acto de contrición perfecta?  
Para comulgar se debe estar en estado de gracia: esto no tiene excepción. Como un acto de contrición perfecta devuelve la gracia, en tal caso se cumpliría con dicha condición.
¿Cómo sé que mi acto de contrición ha sido perfecto?  
Para custodiar la Eucaristía y evitar sacrilegios, la Iglesia prescribe que quien tenga conciencia de haber cometido un pecado grave no comulgue sin haberse confesado antes.
¿Hay alguna excepción que permita comulgar sin haberse confesado?  
Los preceptos de la Iglesia no obligan cuando existe una dificultad grave en su cumplimiento. Cuando una persona no puede confesarse y debe comulgar (algo poco frecuente), podría lícitamente comulgar haciendo antes un acto de contrición perfecto. Es el caso, por ejemplo, de un sacerdote que ha cometido un pecado grave y, no teniendo con quien confesarse, debe celebrar misa (ya que no puede celebrarla sin comulgar). En el caso de los laicos no parece que esto se dé, salvo en casos muy extraordinarios.
P. Eduardo María Volpacchio | marzo 21, 2014 en 2:49 pm

lunes, 24 de marzo de 2014

Carta del Padre Hugo Alaníz

[Experiencia Papa Francisco] 

Hola a todos ¿Cómo están?

Llegué ayer de Roma desde Jordania después de un viaje de casi 4 horas. Me quedé en un hotel chiquito para poder salir bien temprano para la audiencia de los miércoles con el Papa.

El Embajador Argentino (Roberto Awad) había llegado desde Jordania el día anterior. Dejó Jordania y vuelve a Argentina. Cenamos en un restaurante argentino (Gauchos) gozando de una muy rica carne de nuestros pagos. Hoy miércoles bien temprano nos pasaron a buscar en un coche oficial y nos llevaron al Vaticano. Entramos por un lugar especial, sin hacer colas y nos pusieron en el primer lugar de huéspedes. Eran las 08:30 de la mañana. En la Plaza de San Pedro ya había unas 50 personas, pero se calculan que se llegaron a juntar unas 150 mil!!

A las 10:30 más o menos apareció el papa móvil y empezó el recorrido en medio de la gente, saludando a todos y a algunos de modo muy especial, como a niños y enfermos... Al final llegó al palco de donde dio el mensaje. No fue largo. Y a pesar que el sol pegaba bien fuerte, ni se sentía por la gran alegría que sentíamos.

Nos ubicaron en el primer lugar... tal cual, era el primer lugar. No había nadie antes que nosotros. En cuanto terminó su catequesis y el saludo a todos los grupos de todas partes en distintos idiomas, bajó a saludar a los invitados especiales. Y veía que venía derechito a donde estábamos. No se imaginan que lindo!! Me presenté como sacerdote argentino misionero en Medio Oriente. Y le dije que con nuestra pequeña comunidad de cristianos rezábamos por Él y sus intenciones. Créanme que no pude decirle nada más. Estaba muy emocionado. Durante la bendición que nos dio al final, todos y cada uno de Ustedes estaban ahí, en mi corazón, junto a mí recibiendo la bendición de Cristo en la tierra.

Ahora sigo viaje, me voy a tomar el tren a Montefiascone, donde tendremos con sacerdotes de la Congregación una semana de formación.

Los quiero.

Siguen aquí conmigo. Un abrazo.


Padre Hugo Alaníz. Nativo de Santa Rosa del Conlara - San Luis.

domingo, 23 de marzo de 2014

“La sed de Jesús no era tanto de agua como de encontrar un alma sedienta de Dios, para suscitar en ella el deseo de ir más allá de la rutina cotidiana”




RealAudioMP3 La mujer samaritana fue a buscar agua del pozo y encontró en Jesús el agua viva de la misericordia; encontró lo que buscaba desde siempre, y volvió a los que la juzgaban y rechazaban para anunciarles que había encontrado uno que le ha cambiado la vida.

En otro domingo lluvioso Francisco Papa rezó el Ángelus con miles de fieles y peregrinos en la plaza de San Pedro. Se refirió al Evangelio del encuentro de Jesús con la Samaritana. Jesús pide a la samaritana que le de beber. Con esto “supera las barreras de hostilidad... y rompe los esquemas del prejuicio frente a las mujeres”. Jesús le pide de beber para poner en evidencia “la sed que había en ella misma".

Dijo Francisco: “En este evangelio encontramos también nosotros el estímulo para “dejar nuestro cántaro”, símbolo de todo lo que aparentemente es importante pero que pierde valor frente al “amor de Dios”, que “ha estado derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rm 5,5). Estamos llamados a redescubrir la importancia y el sentido de nuestra vida cristiana, iniciada en el bautismo y como la samaritana, ha de dar testimonio a nuestros hermanos, de la alegría del encuentro con Jesús y las maravillas que su amor, realiza en nuestra existencia”.


Después de la oración del Ángelus el Papa invitó a pedir por todas las personas golpeadas por la tuberculosis y por cuantos las sostienen de diversos modos y exhortó a participar el próximo viernes y sábado en la celebración penitencial que se realizará en muchas diócesis y parroquias del mundo. “Será una fiesta del perdón”. Audio: RealAudioMP3
(MZ, jGO- RV)

Palabras del Papa (texto completo):

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

el Evangelio de hoy nos presenta el encuentro de Jesús con la mujer samaritana, sucedido en Sicar, junto a un antiguo pozo donde la mujer iba cada día, para sacar agua. Aquel día se encontró a Jesús, sentado, “fatigado por el viaje” (Juan 4, 6). El inmediatamente le dice, “dame de beber” (v 7, 7). De este modo supera las barreras de hostilidad, que existían entre judíos y samaritanos y rompe los esquemas del prejuicio en frente a las mujeres. El simple pedido de Jesús es el inicio de un dialogo sincero, mediante el cual Él, con gran delicadeza, entra en el mundo interior de una persona a la cual, según los esquemas sociales, no tendría ni si quiera que haberle dirigido la palabra. Pero Jesús lo hace, eh? Jesús no tiene miedo. Jesús cuando ve una persona va adelante porque ama, nos ama a todos, no pasa de largo jamás ante una persona por prejuicios. Jesús pone a la samaritana frente a su realidad, no juzgándola sino haciéndola sentir considerada, reconocida, y suscitando así en ella el deseo de ir más allá de la rutina cotidiana.

Aquella de Jesús era una sed no tanto de agua, sino de encontrar un alma sedienta. Jesús tenía necesidad de encontrar a la samaritana para abrirle el corazón: le pide de beber para poner en evidencia la sed que había en ella misma. La mujer queda tocada por este encuentro: dirige a Jesús aquellas preguntas profundas que todos tenemos dentro, pero que muchas veces ignoramos.
Queridos hermanos y hermanas, ¡también nosotros tenemos tantas preguntas para hacer, pero no encontramos el coraje de dirigirlas a Jesús! La Cuaresma es el tiempo oportuno para mirarse dentro, para hacer surgir nuestros deseos espirituales más verdaderos y pedir la ayuda del Señor en la oración. El ejemplo de la samaritana nos invita a expresarnos así: “ Jesús dame de esa agua así no tendré más sed”.

El evangelio dice que los discípulos quedaron maravillados de que su maestro hablara con esa mujer. Pero el Señor es más grande que los prejuicios, por eso no tiene temor de detenerse con la samaritana: la misericordia es más grande que el prejuicio. La misericordia es más grande que el prejuicio, esto tenemos que aprenderlo bien, eh? La misericordia es más grande que el prejuicio y Jesús es tan misericordioso, tanto. El resultado de aquel encuentro junto al pozo fue que la mujer fue transformada: “dejó su cántaro” (v 28) y corre a la ciudad a contar su experiencia extraordinaria. He encontrado un hombre que me ha dicho todas la cosas que yo he hecho, quizás es el Mesías. ¡Estaba entusiasmada! Había ido a buscar agua del pozo, y ha encontrado otra agua, el agua viva de la misericordia que salta hasta la vida eterna. ¡Ha encontrado el agua que buscaba desde siempre!, corre al pueblo, aquel pueblo que la juzgaba y la rechazaba, y anuncia que ha encontrado al Mesías: uno que le ha cambiado la vida. Porque cada encuentro con Jesús, nos cambia la vida, siempre un paso más adelante, un paso más cerca de Dios. Y así cada encuentro con Jesús nos cambia la vida. Siempre, eh? ¡Siempre es así!

En este evangelio encontramos también nosotros el estímulo para “dejar nuestro cántaro”, símbolo de todo lo que aparentemente es importante, pero que pierde valor frente al “amor de Dios”. Todos tenemos uno, todos tenemos uno o más de uno eh? Yo les pregunto a ustedes, también a mí: cuál es tu cántaro interior, aquel que te pesa, aquel que te aleja de Dios? Dejémoslo un poco aparte y con el corazón sintamos la voz de Jesús que nos ofrece otra agua, otra agua que nos acerca al Señor.
Estamos llamados a redescubrir la importancia y el sentido de nuestra vida cristiana, iniciada en el bautismo y como la samaritana, ha dar testimonio a nuestros hermanos de la alegría del encuentro con Jesús; testimoniar la alegría del encuentro.

Cada encuentro con Jesús nos cambia la vida. También cada encuentro con Jesús nos llena de alegría, aquella alegría interior que nos viene. Y así el Señor hace estas cosas maravillosas. El Señor sabe actuar en nuestro corazón cuando nosotros somos valientes y dejamos aparte nuestro cántaro.

Después de la oración mariana el Santo Padre añadió:

Queridos hermanos y hermanas,

Mañana se celebra la Jornada Mundial de la Tuberculosis: recemos por todas las personas afectadas por esta enfermedad, y por todos ellos que en diverso modo les apoyan.


Viernes y sábado próximos viviremos un momento especial penitencial, llamado “24 horas para el Señor”. Iniciará con la Celebración en la Basílica de San Pedro, el viernes por la tarde, después en la noche algunas iglesias del centro de Roma estarán abiertas para rezar y para las confesiones. Será una fiesta del perdón, que tendrá lugar también en muchas diócesis y parroquias del mundo.

Y ahora les saludo a todos de corazón, fieles de Roma y peregrinos de tantos países, en particular aquellos de Zagreb y Zadara en Croacia, y de Bocholt en Alemania; el colegio “Capitanio” de Seto_Shi, en Japón, los estudiantes del Illinois (EEUU de America) y aquellos de Ferrol, España.


Saludo a la comunidad del Pontificio Colegio Alemán-Húngaro, los responsables nacionales de la FUCI, los catequistas venidos por el curso de “Arte visual y catequesis”, y los participantes de la convención titulado “En el concebido: el rostro de Jesús”.

Un saludo a los grupos de fieles de Altamura, Matera, Treviglio, Florencia, Salerno, Venecia, Santa Severina y Verdellino; a los chicos de Cembra y Lavis, y a aquellos de Conversano, a los niños de Vallemare (Pescara); a los scout de Castillo San Pedro; a los estudiantes de Cagliari y de Gioia Tauro; al grupo de chicos de catorce años de Milán.

Saludo finalmente al Centro de Servicio para el Voluntariado, al círculo ACLI de Masate, a la Asociación Familia Murialdo, de Nápoles; la Policía Municipal di Orvieto.
A todos les deseo un buen domingo y un buen almuerzo. ¡Hasta la vista! 

La sed más grande

(RV).- (Con audio) RealAudioMP3 No fue la primera vez que los del pueblo de Nitramnas sufrieron sequía. Pero ese año, aunque el trigo sembrado en todo el campo había comenzado a despuntar verde, se secó completamente en seguida. Y tuvieron que traer el pan para las familias de otro pueblo lejano, donde sí el agua de la lluvia había abrevado aquellas tierras sedientas.

Sin agua no hay vida biológica posible. Las ciudades se levantan siempre junto a una fuente de agua, un río, una vertiente un pozo. Y en el caso de la ciudad de Comodoro Rivadavia, en la Patagonia Argentina, por ejemplo, que se organizó con el fin de extraer el petróleo y no junto a una fuete de agua, para vivir traen al agua de muy lejos, entubada.

El aire, el agua, son esenciales para la vida biológica. Sin ellos nos morimos nosotros, los animales y las plantas. Pero el alma, que nos da forma y que nos constituye humanos y no animales ni plantas ¿de qué se nutre?

El alma respira al espíritu y también tiene sed. La vida espiritual se nutre del encuentro con el crucificado resucitado que nos respira el Espíritu de Dios y nos da a beber el agua viva.

El capítulo 4 del evangelio de san Juan, Jesús se encuentra con la mujer samaritana que busca agua en el pozo de Jacob y Jesús sediento revela a la samaritana que él puede darle el agua viva de la vida verdadera. Y que aquel que bebe de ese agua que él nos da no tendrá nunca más sed y se convertirá en fuente de agua viva.

Para vivir se va al pozo de agua. Para vivir la vida verdadera se va a Cristo, en cuyo corazón el viernes santo el soldado Longinus cavó esa fuente del agua que nos baña en el bautismo, nos purifica y nos llena de la vida verdadera. En comunicación; en comunión con la misma fuente de vida, nos transformamos en fuente de vida verdadera para otros sedientos del amor y la vida de Dios.

Señor Jesús que diste de beber a esta samaritana el agua viva de tu corazón, que nos purifica y nos llena de la vida verdadera, te ruego que me ayudes a mí y a los míos, a gente, a mi pueblo querido
a descubrir esta otra sed, la sed más profunda, la sed de la vida verdadera, la sed de purificación, este baño que ya recibí en el bautismo pero que necesito que me refresque interiormente que me vivifique nuevamente por tu espíritu. Tené piedad Jesús y vení a este desierto que nosotros hemos construido tapando los pozos de agua con porquería, con cosas que dan muerte y no vida. Vení a este pobre pozo nuestro de agua contaminada y danos a beber de tu corazón el agua viva para la vida verdadera.

Evangelio de Juan 4,5-42
Domingo III de Cuaresma 23 marzo de 2014
En aquel tiempo Jesús llegó a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca de las tierras que Jacob había dado a su hijo José. Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se había sentado junto al pozo. Era la hora del mediodía. Una mujer de Samaría fue a sacar agua, y Jesús le dijo: «Dame de beber». La samaritana le respondió: «¡Cómo! ¿Tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?». Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: «Dame de beber», tú misma se lo hubieras pedido, y él te habría dado agua viva». «Señor, le dijo ella, no tienes nada para sacar el agua y el pozo es profundo. ¿De dónde sacas esa agua viva?, ¿Eres acaso más grande que nuestro padre Jacob, que nos ha dado este pozo, donde él bebió, lo mismo que sus hijos y sus animales?». Jesús le respondió: «El que beba de esta agua tendrá nuevamente sed, pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna». «Señor, le dijo la mujer, dame de esa agua para que no tenga más sed y no necesite venir hasta aquí a sacarla».
La mujer le dijo: «Señor, veo que eres un profeta. Nuestros padres adoraron en esta montaña, y ustedes dicen que es en Jerusalén donde se debe adorar». Jesús le respondió: «Créeme, mujer, llega la hora en que ni en esta montaña ni en Jerusalén se adorará al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque esos son los adoradores que quiere el Padre. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad». La mujer le dijo: «Yo sé que el Mesías, llamado Cristo, debe venir. Cuando él venga, nos anunciará todo». Jesús le respondió: «Soy yo, el que habla contigo».

Por eso, cuando los samaritanos se acercaron a Jesús, le rogaban que se quedara con ellos, y él permaneció allí dos días. Muchos más creyeron en él, a causa de su palabra. Y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú has dicho; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es verdaderamente el Salvador del mundo».

REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

sábado, 22 de marzo de 2014

"Sigan la vía de la verdad, la bondad y la belleza"

(RV).- (audio y video) RealAudioMP3 Papa Francisco recibió al final de la mañana del sábado, en la Sala Clementina, a unos 400 miembros de la Asociación Coral, que representa a empresas radiofónicas y televisiva locales analógicas y digitales, vía internet, así como agencias de información radiotelevisiva y concesionarias publicitarias radiotelevisivas. El Santo Padre resaltó el valor del trabajo de los medios de comunicación y les pidió que siguieran tres caminos para hacer bien su misión: la vía de la verdad, la vía de la bondad y la vía de la belleza.
También resaltó el tema del clericalismo en la Iglesia, “a los sacerdotes les gusta la tentación de clericalizar a los laicos. El laico tiene que ser laico, bautizado; tiene la fuerza que viene de su bautismo. Servidor, pero con su vocación laica, y aquello no se vende, no se negocia, no se es cómplice con el otro porque…¡No! ¡Yo soy así! Porque allí está la identidad”, dijo.

Palabras del Papa a la Asociación Coral
Agradezco mucho esto que ha dicho, y les agradezco por el trabajo que hacen. Aquella verdad... buscar la verdad con los medios. Pero no sólo la verdad, ¿eh? Verdad, bondad y belleza, las tres juntas. Vuestro trabajo debe desarrollarse en estas tres vías: la vía de la verdad, la vía de la bondad y la vía de la belleza. Pero, aquella verdad, bondad y belleza que son consistentes, ¿eh? Que vienen de dentro, que son humanas. Y, en el camino de la verdad, en las tres vías podemos encontrar fallos, también trampas. “Pero, yo pienso, busco la verdad...”: pero estate atento eh? No te conviertas en un intelectual sin inteligencia. “Pero, yo voy, busco la bondad...”: pero estate atento, no te conviertas en un fanático de la ética sin bondad. “ A mí me gusta la belleza”: si, pero está atento, no hagas eso que se hace tanto, ¿no? Maquillar la belleza, buscar los cosméticos para hacer una belleza artificial que no existe. La verdad, la bondad, y la belleza como vienen de Dios, y están en el hombre. Y esto es el trabajo de los medios, el suyo. Usted ha mencionado dos cosas: yo querría retomarlas. Primero de todo, la unidad armónica de su trabajo. Pero, hay medios grandes, otros más pequeños... Pero si nosotros leemos el capítulo XII de la Carta de San Pablo a los Corintios, vemos que en la Iglesia no hay ni grande ni pequeño: cada uno tiene su función, su ayuda al otro, la mano no puede existir sin la cabeza... Todos somos miembros, y también vuestros medios, que sean más grandes o más pequeños, son miembros y armonizan la vocación del servicio en la Iglesia. Ninguno debe sentirse pequeño, muy pequeño respecto a otro más grande. Todos pequeños delante de Dios, en la humildad cristiana, pero todos tenemos una función. ¡Todos, todo! Como en la Iglesia.... Yo haría esta pregunta: ¿Quién es más importante en la Iglesia: El Papa o aquella viejecita que todos los días reza el Rosario por la Iglesia?. Que lo diga Dios: Yo no puedo decirlo. La importancia de cada uno es esta armonía, porque la Iglesia es la armonía de la diversidad. El cuerpo de Cristo es esta armonía de la diversidad, y aquello que hace la armonía es el Espíritu Santo: eso es lo más importante de todo. Esto y lo otro que usted ha dicho: yo lo quiero subrayar. Es importante: buscar la unidad, y no seguir la lógica que el pez grande se come al pequeño.


Usted ha dicho otra cosa, que la menciono también yo en la Exhortación apostólica “Evangelii Gaudium”.
Ha hablado de clericalismo. Es uno de los males, es uno de los males de la Iglesia. pero es un mal cómplice, ¿eh?, porque a los sacerdotes les gusta la tentación de clericalizar a los laicos. Pero, tantos laicos, de rodillas, piden ser clericalizados, porque es más cómodo: es más cómodo ¿eh? y esto es un pecado a dos manos, ¡eh! Y tenemos que vencer esta tentación. El laico tiene que ser laico, bautizado; tiene la fuerza que viene de su bautismo. Servidor, pero con su vocación laica, y aquello no se vende, no se negocia, no se es cómplice con el otro porque…¡No! ¡Yo soy así! Porque allí está la identidad.
Tantas veces he escuchado esto, ¿eh? en mi tierra: “pero yo, en mi parroquia, ¿sabe?, tengo un laico buenísimo: este hombre sabe organizar…Eminencia, ¿por qué no lo hacemos diácono?” y la propuesta del cura inmediatamente es: clericalizar. Este laico…hagámoslo. Y ¿por qué? Porque ¿es más importante el diácono, el cura, del laico?
¡No! ¡Esto es un error! Ah, ¿es un buen laico? Que continúe así y que crezca así. Porque está la identidad de la pertenencia cristiana allí. Para mí, el clericalismo impide el crecimiento del laico. Pero tengan presente lo que he dicho ¿eh? Es una tentación cómplice entre los dos, ¿eh? Porque no habría clericalismo si no existieran laicos que quieren ser clericalizados. ¿Es claro esto? Por esto agradezco por lo que hacen. Armonía: también esta es otra armonía, porque la función del laico no puede ejercerla el sacerdote y el Espíritu Santo está libre: algunas veces inspira al cura a hacer una cosa, otras veces inspira al laico.

Se habla en el Consejo pastoral, tan importantes son los Consejos pastorales, una parroquia – y en esto cito el Código Canónico – una parroquia que no tenga Consejo pastoral y Consejo de los asuntos económicos no es una buena parroquia: falta la vida. Luego, son tantas las virtudes. Lo indiqué al comienzo: ir por el camino de la bondad, de la verdad y de la belleza y son tantas virtudes en estos caminos. Pero también hay pecados de los medios, ¿eh? Me permito hablar un poco de esto, ¿no? Para mí, los pecados de los medios de comunicación, los más grandes, son los que van por el camino de la mentira, de la falsedad, y son tres: la desinformación, la calumnia y la difamación.
Estas dos últimas son graves, ¿eh? pero no tan peligrosas como la primera. ¿Por qué? Les explico. La calumnia es pecado mortal, pero se puede aclarar y llegar a conocer que aquella es una calumnia. La difamación es pecado mortal, pero se puede llegar a decir: “pero esta es una injusticia porque esta persona ha hecho aquello en aquel tiempo, después se ha arrepentido, ha cambiado de vida”. Pero la desinformación es decir la mitad de las cosas, las que son para mí más convenientes y no decir la otra mitad. Es así, de lo que se ve en la televisión o aquello que se escucha en la radio no se puede dar un juicio perfecto, porque no se tiene los elementos y no se los dan. De estos tres pecados, por favor, huyan. Desinformación, calumnia y difamación.
Les agradezco por lo que hacen y le he dicho a mons. Sanchirico que les entregue el discurso que tenía escrito: pero sus palabras me han inspirado a decirles esto espontáneamente y lo he dicho con un lenguaje del corazón: les agradezco tanto, y ahora los invito a rezar un Ave María a la Virgen para darles la bendición. Ave María….

Sor Cristina Scuccia: Evangelizando con su voz en "The Voice Italy"

Una joven religiosa sorprendió y conquistó con su talento a los cuatro jurados del programa “The Voice Italia”. Se llama Sor Cristina Scuccia, tiene solo 25 años de edad, pertenece a las Ursulinas de la Sagrada Familia y asegura que su motivación es evangelizar.

Sor Cristina, natural de Sicilia, llegó al programa acompañada por religiosas de su comunidad y algunos familiares. La potencia y dulzura de su voz cautivó a los jurados en la fase de audiciones a ciegas -en la que los jueces solo giran sus asientos cuando les gusta la voz del candidato- y el público que no dejaba de aclamarla.

En la versión italiana del programa, los jueces son los cantantes J-Ax, Noemi, Piero Pelù y Raffaella Carrà. Fue esta última quien le preguntó a la joven si era realmente religiosa y la razón por la cual había llegado a participar del concurso.

Sor Cristina contestó que “sí, soy realmente una hermana” y “he venido aquí porque tengo un don y quiero dar ese don. Estoy aquí para evangelizar”.
Mientras giraban, los jueces evidenciaron su asombro ante el talento y la energía de la religiosa que cantó “No one” de Alicia Keys.

Según el formato del programa, cuando un participante recibe la aprobación de los jueces, debe luego escoger a qué equipo pertenecer para seguir en carrera..

La religiosa eligió a J-Ax “porque me dije que si giraban escogería al primero en girar”. El cantante italiano -que evidenció estar conmovido durante toda la presentación- celebró haber sido elegido por quien se ha convertido en pocas horas en la concursante más popular del programa.