martes, 31 de mayo de 2016

Congreso Eucarístico Nacional - Tucumán 2016

HIMNO OFICIAL JMJ 2016 BIENAVENTURADOS LOS MISERICORDIOSOS


HIMNO OFICIAL JMJ 2016
BIENAVENTURADOS LOS MISERICORDIOSOS

Levanto mis ojos a los montes
quién me ayudara
la ayuda me viene del Señor,
por Su gran compasión.

Aun cuando estamos en el error
nos abraza con Su amor
Con Su sangre nuestro dolor
Al fin se sanará

Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia. (x2)

Si no perdonamos, ¿quién ganará?
¿quién puede sostenerse en pie?
Si El nos perdona, nosotros también
hagamos como nuestro Dios!

Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia. (x2)

En la cruz el nos redimió
de la tumba resucitó.
¡Jesucristo es el Señor!
¡Al mundo hay que anunciar!

Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia. (x2)

Hay que soltar el miedo y ser fiel,
con la mirada en Su amor
confiar porque Él resucitó
Vive el Señor!

Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia. (x4)

miércoles, 25 de mayo de 2016

“La oración, transforma el deseo y lo modela según la voluntad de Dios”

(RV).- “¡La oración no es una varita mágica! Ésta nos ayuda a conservar la fe en Dios y a confiar en Él incluso cuando no comprendemos su voluntad”, lo dijo el Papa Francisco en la Audiencia General del último miércoles de mayo, donde meditó sobre la oración como fuente de misericordia.
Continuando su ciclo de catequesis sobre la misericordia en la Sagrada Escritura, el Obispo de Roma recordó “que es necesario orar siempre sin desanimarse”; por lo tanto, no se trata de orar algunas veces, solo cuando tengo ganas. No, dice el Papa, Jesús nos enseña que se necesita «orar siempre sin desanimarse». 
Comentando la parábola de la “viuda y el juez injusto”, el Santo Padre preciso que este hombre, “era un juez perverso, sin escrúpulos, que no tenía en cuenta a la Ley pero hacia lo que quería”. A él se dirige una viuda para obtener justicia. Las viudas, puntualizó el Pontífice, junto a los huérfanos y a los extranjeros, eran las categorías más débiles de la sociedad. Sus derechos tutelados por la Ley podían ser pisoteados con facilidad porque, siendo personas solas e indefensas, difícilmente podían hacerse valer. “Ante la indiferencia del juez, la viuda recurre a su única arma: continuar insistentemente a fastidiarlo presentándole su pedido de justicia. Y justamente con esta perseverancia alcanza su objetivo”.
De esta parábola, afirma el Sucesor de Pedro, Jesús saca una doble conclusión: si la viuda ha logrado convencer al juez injusto con sus pedidos insistentes, cuanto más Dios, que es Padre bueno y justo, «hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche»; y además no «les hará esperar por mucho tiempo», sino actuará «rápidamente».
Por esto, recuerda el Papa, Jesús exhorta a orar “sin desfallecer”. Todos sentimos momentos de cansancio y de desánimo, sobre todo cuando nuestra oración parece ineficaz. Pero Jesús nos asegura: a diferencia del juez injusto, que Dios escucha rápidamente a sus hijos, aunque si esto no significa que lo haga en los tiempos y en los modos que nosotros quisiéramos. ¡La oración no es una varita mágica! Ésta nos ayuda a conservar la fe en Dios y a confiar en Él incluso cuando no comprendemos su voluntad.
Antes de concluir su catequesis, el Papa Francisco alentó a no desistir en la oración aunque no sea correspondida. ¡Es la oración que conserva la fe, sin ella la fe vacila! Pidamos al Señor, dijo el Papa, una fe que se haga oración incesante, perseverante, como aquella de la viuda de la parábola, una fe que se nutre del deseo de su llegada. Y en la oración experimentamos la compasión de Dios, que como un Padre va al encuentro de sus hijos lleno de amor misericordioso.
Texto y audio completo de la catequesis del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
La parábola evangélica que apenas hemos escuchado (Cfr. Lc 18, 1-8) contiene una enseñanza importante: «que es necesario orar siempre sin desanimarse» (v. 1). Por lo tanto, no se trata de orar algunas veces, cuando tengo ganas. No, Jesús dice que se necesita «orar siempre sin desanimarse». Y pone el ejemplo de la viuda y el juez.
El juez es un personaje poderoso, llamado a emitir sentencias basándose en la Ley de Moisés. Por esto la tradición bíblica exhortaba que los jueces sean personas timoratas de Dios, dignas de fe, imparciales e incorruptibles (Cfr. Ex 18,21). Nos hará bien escuchar esto también hoy, ¡eh! Al contrario, este juez «no temía a Dios ni le importaban los hombres» (V. 2). Era un juez perverso, sin escrúpulos, que no tenía en cuenta a la Ley pero hacia lo que quería, según sus intereses. A él se dirige una viuda para obtener justicia. Las viudas, junto a los huérfanos y a los extranjeros, eran las categorías más débiles de la sociedad. Sus derechos tutelados por la Ley podían ser pisoteados con facilidad porque, siendo personas solas e indefensas, difícilmente podían hacerse valer: una pobre viuda, ahí, sola, nadie la defiende, podían ignorarla, incluso no hacerle justicia; así también el huérfano, así el extranjero, el migrante. ¡Lo mismo! En aquel tiempo era muy fuerte esto. Ante la indiferencia del juez, la viuda recurre a su única arma: continuar insistentemente en fastidiarlo presentándole su pedido de justicia. Y justamente con esta perseverancia alcanza su objetivo. El juez, de hecho, en cierto momento la compensa, no porque es movido por la misericordia, ni porque la conciencia se lo impone; simplemente admite: «Pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme» (v. 5).
De esta parábola Jesús saca una doble conclusión: si la viuda ha logrado convencer al juez deshonesto con sus pedidos insistentes, cuanto más Dios, que es Padre bueno y justo, «hará justicia a sus elegidos, que claman a Él día y noche»; y además no «les hará esperar por mucho tiempo», sino actuará «rápidamente» (vv. 7-8).
Por esto, Jesús exhorta a orar “sin desfallecer”. Todos sentimos momentos de cansancio y de desánimo, sobre todo cuando nuestra oración parece ineficaz. Pero Jesús nos asegura: a diferencia del juez injusto, que Dios escucha rápidamente a sus hijos, aunque si esto no significa que lo haga en los tiempos y en los modos que nosotros quisiéramos. ¡La oración no es una varita mágica! ¡No es una varita mágica! Ésta nos ayuda a conservar la fe en Dios y a confiar en Él incluso cuando no comprendemos su voluntad. En esto, Jesús mismo – ¡que oraba tanto! – nos da el ejemplo. La Carta a los Hebreos recuerda que – así dice – «Él dirigió durante su vida terrena súplicas y plegarias, con fuertes gritos y lágrimas, a aquel que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su humilde sumisión» (5,7). A primera vista esta afirmación parece inverosímil, porque Jesús ha muerto en la cruz. No obstante la Carta a los Hebreos no se equivoca: Dios de verdad ha salvado a Jesús de la muerte dándole sobre ella la completa victoria, pero ¡el camino recorrido para obtenerla ha pasado a través de la misma muerte! La referencia a la súplica que Dios ha escuchado se refiere a la oración de Jesús en el Getsemaní. Invadido por la angustia oprimente, Jesús pide al Padre que lo libere del cáliz amargo de la pasión, pero su oración esta empapada de la confianza en el Padre y se encomienda sin reservas a su voluntad: «Pero – dice Jesús – no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Mt 26,39). El objeto de la oración pasa a un segundo plano; lo que importa antes de nada es la relación con el Padre. Es esto lo que hace la oración: transforma el deseo y lo modela según la voluntad de Dios, cualquiera que esa sea, porque quien ora aspira ante todo a la unión con Dios, que es Amor misericordioso.
La parábola termina con una pregunta: «Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?» (v. 8). Y con esta pregunta estamos todos advertidos: no debemos desistir en la oración aunque no sea correspondida. ¡Es la oración que conserva la fe, sin ella la fe vacila! Pidamos al Señor una fe que se haga oración incesante, perseverante, como aquella de la viuda de la parábola, una fe que se nutre del deseo de su llegada. Y en la oración experimentamos la compasión de Dios, que como un Padre va al encuentro de sus hijos lleno de amor misericordioso. ¡Gracias!

jueves, 19 de mayo de 2016

Enriquecerse explotando a los trabajadores es pecado mortal...

(RV.-) Los que se enriquecen explotando a la gente con el  trabajo son como sanguijuelas: es pecado mortal, advirtió el Papa Francisco, en la Misa matutina en la Casa de Santa Marta.
Ricos chupasangre de los pobres
La primera lectura del día, de la Carta de Santiago, es una firme advertencia para los ricos que acumulan dinero explotando a la gente. Tras señalar que «las riquezas en sí mismas son buenas», pero que son «relativas, no una cosa absoluta», el Papa explicó que se equivocan los que siguen la denominada «teología de la prosperidad», según la cual «Dios te hace ver que andas en justicia, si te da tantas riquezas». El problema no es el de atacar las riquezas, porque no se puede servir a Dios y a las riquezas, añadió también el Obispo de Roma, explicando que se pueden volver «cadenas», que quitan la libertad de seguir a Jesús. Como dice Santiago: «sepan que el salario que han retenido a los que trabajaron en sus campos está clamando, y el clamor de los cosechadores ha llegado a los oídos del Señor del universo» (Carta de Santiago 5, 4)
«Cuando las riquezas se logran con la explotación de la gente, esos ricos que explotan: explotan el trabajo de la gente y la pobre gente se vuelve esclava. Pensemos en lo que ocurre hoy, aquí y en todo el mundo, ocurre lo mismo. ‘Quiero trabajar’ – ‘Bien, te hacen un contrato. De septiembre a junio’. Sin posibilidad de pensión, sin seguro sanitario… En junio, lo suspenden y en julio y agosto tiene que comer aire. Y, en septiembre, te lo vuelven a dar. Los que hacen esto son verdaderas sanguijuelas y viven de la sangría de la gente, que esclavizan con el trabajo».
La explotación laboral es pecado mortal
El Papa Francisco recordó lo que le dijo una joven, que había encontrado un trabajo de 11 horas al día, por 659 euros en negro. Y le dijeron: ‘si te gusta bien, si no vete. Hay otros detrás de ti, hay cola’. Y haciendo hincapié en el clamor de la gente esclavizada, en el grito de justicia que llega al Señor, subrayó la actualidad de la esclavitud laboral, «hoy es una verdadera esclavitud». No es algo del pasado, en lugares lejanos – ya no se va a África para vender esclavos en América. No. Ocurre en nuestras ciudades: hay traficantes que tratan a la gente con el trabajo sin justicia:
«Ayer, en la audiencia, meditamos sobre el rico Epulón y Lázaro. Este rico estaba en su mundo, no se daba cuenta de que detrás de la puerta de su casa había alguien que tenía hambre. Pero esto es peor. Ese rico, por lo menos, no se daba cuenta y dejaba que el otro se muriera de hambre. Esto es peor: ¡esto es hambrear a la gente con su trabajo por mi provecho! Vivir de la sangre de la gente. Y esto es pecado mortal. Es pecado mortal. Se necesita tanta penitencia, tanta restitución para convertirse de este pecado».
Jesús nos dice aún hoy que no hay que acumular riquezas esclavizando a los trabajadores
El Santo Padre invitó a meditar sobre la explotación que esclaviza a los trabajadores, drama tristemente actual:
«Pensemos en este drama de hoy: la explotación de la gente, la sangre de esta gente que se vuelve esclava, los traficantes de personas y no sólo los que trafican con las prostitutas y los niños en el trabajo de menores, sino en ese tráfico, digamos más ‘civilizado’: ‘Yo te pago hasta aquí, sin vacaciones, sin seguro sanitario, sin… todo en negro… ¡Pero me vuelvo rico!’ Que el Señor nos haga comprender hoy aquella sencillez que Jesús nos dice en el Evangelio de hoy: es más importante un vaso de agua en nombre de Cristo, que todas las riquezas acumuladas con la explotación de la gente».

martes, 17 de mayo de 2016

TEOLOGIA DE LA PERFECCIÓN CRISTIANA

El camino que Jesús propone es el servicio humilde, no poder y dinero...

(RV).- El camino que indica Jesús es el del servicio, aunque a menudo en la Iglesia se busca poder, dinero y vanidad. Fue el vibrante llamado del Papa Francisco, en la Misa matutina en la Casa de Santa Marta. Recordó que los cristianos deben vencer las ‘tentaciones mundanas’, que dividen a la Iglesia y puso en guardia contra los trepadores, tentados de destruir a alguien, con tal de trepar.
Jesús enseña a sus discípulos el camino del servicio, pero ellos se preguntan quién será el más grande entre ellos. El Papa reflexionó con el Evangelio del día sobre las tentaciones mundanas que aún hoy arruinan el testimonio de la Iglesia. Y reiteró que Jesús habla un lenguaje de humillación, de muerte,  de redención. Mientras ellos hablan un lenguaje de trepadores: ¿quién subirá más en el poder?
Los cristianos deben vencer la tentación de trepar, de tener más poder
Es una tentación que tenían ellos, estaban tentados por la forma de pensar mundana. Se preguntan quién será el más grande, mientras Jesús les dice que hay que ser ‘el último’, ‘el servidor de todos’:
«En el camino que Jesús nos indica para ir adelante, el servicio es la regla. El más grande es el que sirve, el que es más, está al servicio de los otros, no el que se vanagloria, que busca poder,  dinero… vanidad, orgullo. No, estos no son los grandes. Es lo que pasó aquí con los apóstoles, también con la mamá de Juan y Santiago. Es una historia que sucede cada día en la Iglesia, en cada comunidad. ‘¿quién es el más grande de nosotros? ¿quién manda?’ Las ambiciones. En cada comunidad – parroquias o instituciones – siempre estas ganas de trepar, de tener poder».
También en la primera lectura, con la Carta de Santiago, se pone en guardia contra las pasiones por el poder, la envidia, los celos que destruyen al otro.
Nunca chismes que embarran al otro con tal de mandar
Éste es el mensaje para la Iglesia también hoy. El mundo habla de los que tienen más poder para mandar. Jesús afirma que ha venido al mundo «para servir. No para ser servido»:
«La vanidad, el poder… Como cuando tengo esas ganas mundanas de estar con el poder. No de servir, sino de ser servido. No se ahorra nada, con tal de llegar: chismes, embarrar a los otros…La envidia y los celos hacen este camino y destruyen. Es algo que todos conocemos, todos. Sucede hoy en toda institución de la Iglesia: parroquias, colegios, otras instituciones, también en los obispados… todos. Es lo que quiere el espíritu del mundo, que es espíritu de riqueza, vanidad y orgullo».
«Dos formas de hablar», constató el Papa Francisco: Jesús enseña el servicio y los discípulos discuten sobre quién será el más grande entre ellos. Mientras Jesús enseña que el camino en la vida cristiana es el servicio y la humildad
El espíritu mundano es enemigo de Dios, divide a la Iglesia
Cuando los grandes santos decían que se sentían tan pecadores es porque habían comprendido este espíritu del mundo, que estaba dentro de ellos y tenían tantas tentaciones mundanas, señaló también el Papa, recordando que nadie puede asegurar que un santo:
«Todos estamos tentados por estas cosas, estamos tentados de destruir al otro para trepar. Es una tentación mundana, que divide y destruye a la Iglesia. No es el Espíritu de Jesús. Qué lindo, imaginemos la escena: Jesús dice estas palabras y los discípulos dicen ‘no, mejor no preguntar mucho, vamos adelante’. Y los discípulos prefieren discutir entre ellos sobre quién será el más grande. Nos hará bien pensar en las tantas veces que hemos visto esto en la Iglesia y en las tantas veces que hicimos esto. Y pedir al Señor que nos ilumine, para comprender que el amor al mundo, es decir este espíritu mundano, es enemigo de Dios».

lunes, 16 de mayo de 2016

“Sencillo, esencial y sobre todo creíble es el estilo que deben tener todos los religiosos”

(RV).- La tarde del lunes 16 de mayo el Papa Francisco inauguró en el Vaticano la 69ª Asamblea General de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), dedicada a la “renovación del clero”. Mostrando precisamente su alegría por este lema, el Obispo de Roma recordó que los sacerdotes no son “burócratas” o “anónimos funcionarios” de la institución. “Sencillo”, “esencial” y sobre todo “creíble”: el Santo Padre describió así el estilo que deben tener todos los religiosos, advirtiendo además que deben ser hombres de paz y de reconciliación, una señal y un instrumento de la ternura de Dios, atentos a difundir el bien con la misma pasión “con la que otros cuidan sus intereses”, y por lo tanto “ajenos a la mundanidad espiritual que corrompe, como también a cualquier compromiso y mezquindad”, “libres de una  auto referencialidad que aísla y aprisiona”. En tal sentido el Pontífice invitó a los prelados italianos en vez que a una “reflexión sistemática sobre la figura del sacerdote”, a “voltear la perspectiva y a ponernos a la escucha. Acercándonos, casi en punta de pies, - exhortó - a alguno de los muchos párrocos que se donan en nuestras comunidades; dejemos que el rostro de uno de ellos pase ante los ojos de nuestro corazón, y preguntémonos con simplicidad: ¿qué hace gustosa su vida? ¿Por quién y por qué cosa empeña su servicio? ¿Cuál es la razón última de su donarse?”. El Papa deseó a los obispos de la CEI- que estas preguntas puedan reposar dentro de ellos “en el silencio, en la oración tranquila, en el diálogo franco y fraternal”. “Las respuestas que florecerán los ayudarán a individuar también las propuestas formativas sobre las que invertir con coraje”, subrayó Francisco.

El violinista

viernes, 13 de mayo de 2016

Ejercicios Espirituales a monjas de Vida Contemplativa II


Ejercicios Espirituales a monjas de Vida Contemplativa II:
Predicado por Fray Anronio Royo Marin OP en el año 1983. 
14. Los dones del Espíritu Santo.
15. Oración a la Trinidad escrita por el Padre Royo.
16. Homilía del Domingo XV del tiempo ordinario.
17. Nuestra configuración con Cristo.
18. Me amó y se entregó por mí.
19. La vocación religiosa.
20. La santidad específica del Religioso.
21. Los votos religiosos.
22. La caridad fraterna.
23. El P. Royo no se encuentra bien.
24. Lo dominicano.
25. El Cielo.
26. La Virgen.
27. Bendición Final, Magníficat.

martes, 10 de mayo de 2016

Bienvenida tu misericordia

Los misioneros son la gloria de nuestra Iglesia

(RV).- La docilidad a la voz del Espíritu impulsa a ‘quemar’ la vida por el anuncio del Evangelio, aun en los lugares más lejanos. Es lo que caracteriza a cada mujer y a cada hombre, cuya opción es misionar para servir a la Iglesia. Lo destacó el Papa Francisco en su homilía, en la Misa matutina, en la Capilla de la Casa de Santa Marta.
Una llamada que «encadena», un impulso irresistible, que lleva a donar la vida a Cristo, aún más a ‘quemarla’ por Él. Como el fuego que ardía en el corazón de San Pablo, el mismo que arde en aquellos «jóvenes, muchachos y muchachas, que dejaron su patria, su familia, para ir lejos, a otros continentes, para anunciar a Jesús».
‘Encadenados’ por el Espíritu
El Obispo de Roma reflexionó, con los Hechos de los Apóstoles, sobre la despedida de Pablo de la comunidad de Mileto, cuando anuncia que va a Jerusalén «como encadenado por el Espíritu Santo», que tiene el señorío de su vida, para cumplir su carrera y la misión que recibió del Señor Jesús: «la de dar testimonio de la Buena Noticia de la gracia de Dios» (cfr Hch 20,34). Y destacó que esta lectura evoca la vida de nuestros misioneros de toda época:
«¡Iban como encadenados por el Espíritu Santo: una vocación! Y cuando, en esos lugares, vamos a los cementerios y vemos sus lápidas: tantos murieron jóvenes, con menos de 40 años. Porque no estaban preparados a soportar las enfermedades del lugar. Dieron su vida siendo jóvenes: ‘quemaron’ su vida. Pienso que, en ese último instante, lejos de su patria, de su familia, de sus seres queridos, ellos dijeron: ‘¡Valía la pena, lo que hice!’».
Los Misioneros son la gloria de la Iglesia
Haciendo hincapié en que «el misionero va sin saber lo que le espera», citando la despedida de San Francisco Javier, que narra José María Pemán, el Papa señaló que evoca la de San Pablo: «Sólo sé que, de ciudad en ciudad, el Espíritu Santo me va advirtiendo cuántas cadenas y tribulaciones me esperan». Y con emoción, el Santo Padre habló de los misioneros de hoy:
«Nuestros misioneros, estos héroes de nuestros tiempos. Europa que llenó de misioneros otros continentes… Se iban sin volver… Me parece justo que demos gracias al Señor por el testimonio que dieron, son verdaderos testigos. Pienso en cómo fue el último momento de ellos: ¿cómo habrá sido su despedida? Como Javier: ‘¡Lo dejé todo, pero valía la pena!’ Se fueron de forma anónima. Mártires, ofreciendo su vida por el Evangelio. ¡Estos misioneros son nuestra gloria! ¡La gloria de nuestra Iglesia!».
Jóvenes ‘quemen’ su vida con la alegría de anunciar el Evangelio
Recordando que la docilidad es una cualidad de los misioneros, el Papa concluyó con su anhelo y ruego, para que los jóvenes de hoy que están capturados por la insatisfacción, escuchen la voz del Espíritu:
«Quisiera decirles a los muchachos y a las muchachas de hoy, que sé que no se sienten cómodos, que no son tan felices con la cultura del consumismo, del narcisismo… ¡Miren el horizonte! ¡Miren más allá, miren a estos misioneros nuestros! Recen al Espíritu Santo para que los impulse a ir lejos a ‘quemar’ su vida. Es una palabra algo dura, pero la vida vale la pena vivirla. Y, para vivirla bien, ‘quemarla’ en el servicio, en el anuncio, e ir adelante. Ésta es la alegría del anuncio del Evangelio».