Es la exhortación que destacó el Papa Francisco, recibiendo con gran alegría al Catholicos de la Iglesia Ortodoxa siro-malankar, enraizada en la India, Su Santidad Moran Baselios Marthoma Paulose II, y a la Delegación de esta Iglesia, que nació con el testimonio hasta el martirio, que dio el Apóstol Tomás del Señor Jesús.
Haciendo hincapié en que «la fraternidad apostólica, que unía a los primeros discípulos en su servicio al Evangelio, sigue uniendo aún hoy a nuestras Iglesias, por encima de las tristes divisiones surgidas en el curso de la historia y que, gracias a Dios estamos intentando superar, obedeciendo a la voluntad de nuestro mismo Señor», el Obispo de Roma, evocó las palabras del Santo Apóstol:
«¡Señor mío y Dios mío!» (Jn 20,28) Una de las más bellas confesiones de fe en Cristo que nos transmiten los Evangelios, una fe que proclama la divinidad de Cristo y su señoría en nuestra vida, su victoria sobre el pecado y sobre la muerte con la Resurrección. Un evento tan real, que santo Tomás es invitado a tocar los signos concretos de Jesús Crucificado y Resucitado. Es precisamente en esta fe, que hoy nos encontramos. Es esta fe la que nos une, aunque aún no podemos compartir la mesa eucarística. Y es esta fe la que nos impulsa a proseguir e intensificar el compromiso ecuménico, el encuentro y el diálogo hacia la comunión plena. Con profundo afecto doy la bienvenida a Su Santidad y a los miembros de su Delegación. Y le pido que lleve mi caluroso saludo a los obispos al clero y a los fieles de la Iglesia ortodoxa siro-malankar, en especial a las Comunidades que está visitando en Europa».
Tras recordar la gran importancia de los encuentros mantenidos por el Beato Papa Juan Pablo II y el Catholicos Moran Mar Baselios Marthoma Mathews I, en 1983, en Roma, y, en 1986, en Kottayam, India, el Santo Padre Francisco, reiteró el compromiso ecuménico de la Iglesia católica, asumido en el Concilio Vaticano II. Así como la Comisión Mixta Internacional para el Diálogo entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa siro-malankar, que persevera en su importante tarea. Uno de cuyos grandes resultados fue la Declaración cristológica común, firmada en 1990 por Juan Pablo II y el Catholicos Moran Mar Baselios Marthoma Mathews I.
«He querido recordar algunas etapas de estos treinta años de progresivo acercamiento entre nosotros porque pienso que en el camino ecuménico es importante mirar con confianza a los pasos cumplidos, superando prejuicios y cerrazones, que forman parte de esa «cultura del desencuentro», que es fuente de división, para dejar espacio a la «cultura del encuentro», que nos educa a la comprensión recíproca y a obrar en favor de la unidad».
Para ello, reiteró el Papa Francisco, es indispensable la oración, porque solo el Espíritu Santo con su gracia y su luz puede guiar nuestros pasos hacia una fraternidad cada vez mayor:
«Oración y compromiso para hacer crecer las relaciones de amistad y de colaboración en los diversos niveles, en el clero, entre los fieles, de las Iglesias nacidas con el testimonio de Santo Tomás. Que el Espíritu Santo siga iluminándonos y guiándonos hacia la reconciliación y la armonía, superando todas las causas de división rivalidad que marcaron nuestro pasado. Santidad, avancemos juntos en este camino, mirando con confianza hacia aquel día en que, con la ayuda de Dios, estaremos unidos ante el altar del sacrificio de Cristo, en la plenitud de la comunión eucarística».</span>
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