El pasado día 11 fue una joranda importante para el hermano Anton Gordillo porque después de seis años de vivir e integrarse en la comunidad benedictina del Monasterio de Montserrat profesó y se convirtió en monje para siempre. Hacía dos años, desde que hizo su profesión el abogado gerundense Bernat Julio, que ningún monje no profesaba en Montserrat. El hermano Anton, doctor en ingeniería industrial por la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), ex investigador del Centro Catalán del Plástico y ex profesor del área de la ciencia de materiales en las escuelas de ingeniería de Terrassa, de la UPC, tiene 48 años. Coordina la comunicación audiovisual del monasterio y es el responsable de las emisiones en directo de Montserrat Radio y TV. Su vida iba por un camino cuando, de repente, un viaje en América Latina le cambió la vida.
- Yo vengo de una familia creyente, es verdad...pero mi vida estaba en la universidad. No había pensado nunca, yo, en la vida religiosa. Pero en 2004 un viaje de trabajo en Venezuela, donde estuve un par de meses, lo cambió todo.
- ¿Qué pasó?
- Tres cosas. En primer lugar me impactó mucho la pobreza, una pobreza extrema, unos barrios de chabolas muy degradados en Caracas, donde la gente vivía en condiciones muy difíciles. En segundo lugar, me dejó pasmado la gran violencia que había en ese país, con muertos cada día... Lo viví en primera persona y me afectó mucho. Pero, en tercer lugar, y no menos importante, es el impacto de la naturaleza, la exuberancia de la naturaleza, la belleza de la naturaleza...
- ¿Y?- Y sentí que el mundo sin Dios no tiene sentido. La reflexión sobre lo absurdo de un mundo sin Dios me hizo ver que lo que yo necesitaba era entregarme a Dios de manera total. Dos años después de aquel viaje a Venezuela vine a Montserrat.
- Se habría podido hacer misionero, si quería cambiar las cosas...
- Sí, claro... Hay muchas maneras de intentar cambiar las cosas, pero yo soy un teórico, un científico. Siempre he pensado que puedo entregarme mejor a Dios desde la oración. Esta es, para mí, la mejor manera de intentar cambiar el corazón de los hombres.
- Y eligió Montserrat.
- Quería hacerme monje pero continuó en Cataluña. Los catalanes somos de una manera, nuestro talante pesa y Montserrat va a mi manera de ser. En segundo lugar, quería una comunidad grande. En tercer lugar, me cautivó el nivel cultural e intelectual de Montserrat...- ¿Y debe de haber sido muy feliz que finalmente se queda para siempre?
- Soy muy feliz.
- ¿No le pesa todo aquello a lo que tiene que renunciar?
- He hecho una elección. Siempre que eliges algo renuncias a otros. Estoy convencido de que lo que he elegido es mi camino.- ¿Cómo es la vida de monje?
- La vida de monje tiene tres grandes pilares: la oración, el trabajo y la vida comunitaria. No es una vida monótona, pese a lo que se pueda pensar desde fuera.
- ¿Y menos para usted, que es el responsable de la televisión y la radio de Montserrat?
- Aquí, en Montserrat, hay monjes que dan clase en la universidad, pero son la vertiente más humanista. Yo no continué dando clases... pero, en cambio, me encargo de todo el tema técnico de los medios de comunicación. Tengo bastante trabajo, sí. Ah, y además estoy estudiando teología: el estudio es muy importante aquí.- ¿Hacía dos años que no profesaba ninguna monje. Faltan vocaciones?
- Faltan cristianos comprometidos. La falta de monjes es una consecuencia lógica.
- ¿Hay una crisis de valores?
- El mundo y la manera de entenderlo han cambiado, pero no hay crisis de valores: nunca como ahora había habido tanta gente voluntaria por causas justas y solidarias... y eso también es una manera de acercarse a Dios.
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