José Carlos González-Hurtado y Collado es un español que ha tenido relevantes cargos como directivo comercial internacional, primero con Procter&Gamble y hasta hace unos meses como jefe comercial global de Carrefour.
A raíz de su estancia en Israel entre 2001 y 2003 experimentó un avivamiento de su fe, un mayor deseo por compartir "las cosas de Dios". El pasado verano participó en la Escuela de Evangelización "Arde Complutum" de Alcalá, que da formación para evangelizar y entrena en la experiencia de "evangelización callejera", por las calles, sin ninguno de los recursos con los que cuenta normalmente un director comercial para "vender".
¿Qué tiene que decir un experto en marketing sobre esta experiencia? Y dado que Juan Pablo II definió la Nueva Evangelización como "nueva en el ardor, nueva en el lenguaje, nueva en los métodos", ¿cómo valora un experto en marketing este ardor, lenguaje y métodos?
A todo ello responde con el testimonio que publicó para "Arde Complutum" después de su experiencia de verano, testimonio que reproducimos aquí.
Un experto en marketing, descubriendo la Nueva Evangelización
Mi nombre es José Carlos González-Hurtado y Collado, soy español, residente en Francia desde hace más de tres años. Aunque visito España con frecuencia, tengo familia y casa en Madrid y me considero español, he vivido más de la mitad de mi vida fuera de mi país y los últimos quince años de continuo (en Alemania, Ucrania, Israel, Suiza…) Mis estudios superiores los cursé en la Universidad Pontificia Comillas –ICADE- regida por la Compañía de Jesús y residí durante unos años en el Colegio Mayor Moncloa dirigido por el Opus Dei en Madrid. No pertenezco a ningún movimiento dentro de la Iglesia.
Siempre me he considerado católico pero lo era tibiamente hasta lo que algunos considerarían mi “conversión” durante mi estancia en Israel en los años 2001 al 2003.
Hasta hace pocos meses era el “Chief Commercial Officer, Member of the Executive Board” del Grupo Carrefour (Jefe comercial global y miembro del Consejo Ejecutivo), previamente trabajé durante más de veinte años en una multinacional americana (Procter & Gamble) donde me formé en el mundo empresarial, ascendí hasta Vicepresidente y –más importante- conocí a quien es hoy mi mujer y “mi camino hacia el Cielo”, Doris. Finalmente, soy el feliz padre de seis hijos (Cristina, Teresa, Sofía, Paula, Clara y Diego… así llamado en recuerdo y honor de San Diego de Alcalá).
Conocí “Arde Complutum 2013” (en adelante AC) a través de un artículo de periódico que leí en uno de mis viajes a España. Providencialmente las reuniones y viajes que yo tenía previstos para la semana en que se iba a desarrollar AC fueron cancelados. Pedí referencias sobre la semana de Evangelización AC a un sacerdote amigo y de toda confianza de la diócesis de Alcalá que me animó a acudir y me puso en contacto con los organizadores. [...]
Durante una semana en Alcalá, Ajalvir, los Berrocales, Paracuellos y de vuelta en Alcalá se han acumulado infinidad de experiencias, riquísimas en lo personal y grandiosas en lo espiritual. Nada podía haberme hecho imaginar la enormidad que Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo estaban preparando para esa semana. [...]
Permítaseme hacer algunas consideraciones generales que quizás puedan ser de utilidad… al fin y al cabo soy hombre de empresa, con una vertiente práctica que acostumbra a analizar los hechos y sacar conclusiones que permitan preparar “siguientes pasos”. Hay, a mi juicio, muchos y enormes aprendizajes que la Iglesia, y en concreto la Iglesia en España debe adquirir de experiencias como AC.
Por mi parte tengo la ventaja- creo yo- de haber vivido fuera de España durante mucho tiempo y en prácticamente todos los confines del mundo por lo que quizá disfrute de mayor capacidad de comparación y de sorpresa, como el pariente que regresa cada cierto tiempo es más capaz de ver las transformaciones en el niño que crece, y que no se observan al convivir con él todos los días. [...] Querría llamar la atención sobre algunas conclusiones después de hablar con cientos de personas y reflexionar sobre lo mucho que he visto y escuchado.
1) Experiencias como Arde Complutum (sacar la Evangelización “a la calle”) son enormemente necesarias y urgentes.
Encontré 3 grupos de personas con perfiles y reacciones muy distintas.
A) los menores de 25 años, de ellos aproximadamente 1 de cada 4 ó 5 no están bautizados (¡!) y otros tantos son de otras confesiones (musulmanes -generalmente norteafricanos-, ortodoxos -generalmente rumanos- y protestantes de distintas denominaciones -generalmente iberoamericanos-).
Del resto, de los bautizados en la Santa Iglesia Católica apenas había quien practicara… muchos, la mayoría, no habían acudido al sacramento de la confesión desde la primera comunión y muchos, la mayoría, no se habían confirmado… ¿La buena noticia? Que su actitud hacia la Iglesia o hacia el clero no es en absoluto de rechazo, es casi y en muchos casos de simpatía… muchos aceptaron la invitación de entrar a la Iglesia, rezar e incluso confesarse.
La mayoría tienen curiosidad, escuchan sinceramente, son receptivos y sólo necesitan una sugerencia amistosa, una invitación sincera para encontrarse con el Señor. La sorpresa no tan positiva fue ver que tienen una inmensa ignorancia en temas de religión (muchos no conocían ninguna oración, alguno no sabía santiguarse).
B) los de 40-60 años, son los de mi generación y una anterior... Los que de entre ellos están alejados de la Iglesia parecen tener, y lamento decirlo, un corazón más duro. Muchos se declaran ateos o apóstatas, varios virulentamente anticlericales. Su alejamiento de la Iglesia tiene mucho que ver con ideologías políticas de odioso recuerdo y que yo hubiera creído superadas… pero que han dejado un poso de falsedades, lugares comunes y prejuicios que parecen haber anclado esas almas en lo peor del pasado siglo.
C) Finalmente, los mayores de 70 años, muy distintos de los otros dos grupos… todos –practicantes o no- se sabían la “teórica”, y la mayoría aceptaban las verdades de la Fe… Muchos de los que no practicaban lo hacían por desidia o dejadez… o bien porque eran conscientes de que no podrían comulgar por estar en alguna situación irregular.
2) Arde Complutum (y en general experiencias de sacar la Evangelización a la calle) “funciona”. Yo lo he visto y doy testimonio y no he parado de hablar de ello desde que terminó AC. Jamás hubiera imaginado los “resultados” de experiencias de evangelización de este tipo.
"Si la Iglesia fuera mi negocio..."
Ahora hablaré desde el punto de vista puramente terrenal. Por mi trabajo soy un experto de márketing. Me he dedicado profesionalmente a cómo comunicar y publicitar, cómo cambiar hábitos o crear otros de la forma más efectiva…y lo he aprendido todo en la compañía más grande de bienes de consumo del mundo, la que más gasta en publicidad y en márketing, la que lo hace de forma más “científica” y posiblemente la que más sabe de ello.
Sé detectar y definir una necesidad de negocio y cómo solucionarla con una estrategia de comunicación y de márketing.
Bien, pues si la Iglesia fuera mi “negocio” (discúlpeseme el lenguaje) yo tendría como prioridad sacar a la Iglesia de los templos, y dirigirme a aquellos, que son muchos, que no saben nada de Jesucristo ni de su Iglesia –si no es por tergiversaciones malintencionadas leídas o vistas en los medios de comunicación-, y también “invertiría mis recursos “ en una “técnica” que he visto que funciona y da resultados espectaculares.
Exponer al Santísimo y luego que laicos y sacerdotes, jóvenes y menos jóvenes, consagrados y religiosos y familias enteras prediquen, e inviten a visitar al Señor y evangelicen por las calles y las plazas “funciona”.
También ayuda la “ambientación”: la iglesia en penumbra, las velas, las canciones al fondo… y Jesús en la custodia esperándonos en el altar.
No se me escapa que es el Espíritu Santo quien obra estos milagros, estas “metanoias” y nosotros somos sólo instrumentos… pero también sé que debemos poner nuestros mejores medios para cooperar con la Gracia, y también me consta que hay otros medios efectivos que servirían para extender el Reino que seguro también funcionarían, y que no se usan, váyase a saber por qué.
AC ha “funcionado” en todos los grupos a los que me he referido en el primer punto, a pesar de que son personas con muy distintas actitudes previas hacia la religión y hacia la Iglesia Católica.
Para todos haberse encontrado con misioneros–evangelizadores católicos fue un aldabonazo inesperado… unos aprendieron algo, otros se cuestionaron mucho, y los últimos recordaron otro tanto que tenían olvidado.
He visto a muchos entrar por primera vez en una Iglesia, otros muchos rezar delante del Santísimo por primera vez en décadas, otros confesarse también por primera vez, algunos manifestar que querían ser bautizados, y todos, todos sorprenderse ante una Iglesia viva y alegre, tanto que puedo aventurar que todos mejoraron la imagen de la Iglesia… impresionados por gente normal que hablaba de Jesucristo y su Iglesia con amor, con alegría, con pasión, con convicción.
“Y no son curas… y no son viejos… y parecen normales” podía leer en alguno de los pensamientos de quienes nos encontrábamos e interpelábamos.
3) "Arde Complutum" también es una bendición para los evangelizadores. Incontables son las gracias, y no podría yo enumerarlas, pero baste decir que esta experiencia afianza la Fe, aumenta la Esperanza y nos hace sujetos y objetos de la Caridad. No soy de los que crea que hace falta “sentir” a Dios para creer en Él, y en mi experiencia el sentimentalismo puede ser un peligro para alcanzar la Verdad… pero AC te hace “sentir Iglesia”.
Ese sentimiento no es tenido como un “objetivo” sino que es una consecuencia genuina y positiva de la oración constante (Laudes, Vísperas, Lectio Divina…), del “estar pegado” a los sacramentos, la Eucaristía, la adoración al Santísimo… y del misionar y evangelizar con otros hermanos en la fe.
Otras consideraciones:
a) El Rezo del Santo Rosario en la calle: en AC, bien en Alcalá o después en las parroquias donde nos dispersamos rezábamos en grupo el Santo Rosario en la calle, en una plaza pública, delante de un Icono de Nuestra Señora. Es, a mi juicio, otra práctica enormemente positiva. Participa de la estrategia que creo fundamental y ya mencionada: “Hace falta sacar la Iglesia de los templos”, que muestre a los no practicantes una Iglesia viva, diversa, y sinceramente creyente. [Bajo estas líneas, un "rosario callejero", de Arde Complutum].
Muchos de los ateos que encontré quedan perplejos ante “personas normales” con fe sincera… Como no conocen a ningún creyente y están constantemente sujetos a propaganda sectaria, producen un universo mental en que la Iglesia son “dos viejas, un lerdo y un cura que se aprovecha”. Cuando por primera vez ven otra realidad… he observado como esa construcción se tambalea, quedan perplejos, incluso escandalizados.
Por otro lado también he visto que muchas personas se añaden al rezo, algunos con indisimulado orgullo de ser parte de una Iglesia que tiene esa vitalidad y coraje, otros con timidez… todos con agradecimiento por ese rato de oración.
Tuve la fortuna de estar de misión en la parroquia de Ajalvir y Los Berrocales. Conozco al párroco, don Walter Kowalski, desde hace años en que coincidimos en Alemania. Don Walter me honra con su amistad, él es un sacerdote excelente, de enormes virtudes, fe y fidelidad a la Iglesia. Un hombre entregado a Dios y un gran ejemplo para la comunidad… Esos días me invitó a quedarme en su casa, y después de la evangelización charlábamos de los acontecimientos del día en veladas largas que iban hasta altas horas de la madrugada.
En una de ellas me preguntó qué pensaba de hacer el rezo del Santo Rosario en la Plaza del pueblo algo habitual -“todos los primeros sábados”. – “Genial” - le dije- “creo que es una idea fantástica, y creo que se debería hacer en todas las parroquias”. Y ahora más aún pienso que sería bueno hacerlo y mucho y en todos los lugares…
b) El habito eclesiástico: Durante AC he comprobado –desde un ángulo distinto- la importancia que tiene que los sacerdotes lleven traje talar o cleriman. Es una forma más de evangelización. Nos recuerdan que “Dios existe”. No he observado ningún rechazo entre los jóvenes por ello y sí he visto la alegría de muchos fieles al ver religiosos con hábito y a sacerdotes con sotana o alzacuellos y también a otros religiosos ganar en coraje al ver a sus hermanos dando testimonio vistiendo hábito eclesiástico.
En la semana de AC tuvimos la fortuna de contar con varios Peregrinos de la Eucaristía, una orden de religiosos y religiosas que visten un sayal parecido al de los franciscanos: marrón, con cíngulo blanco y sandalias… Salí a evangelizar con varios de ellos y he visto que, contrariamente a lo que alguna vez he escuchado, el hábito no representa ningún impedimento para entablar un dialogo con quienquiera, sino que más bien ayuda a la evangelización, al dar autenticidad, y en el interlocutor produce un respeto hacia el mensaje pues “ve” que quien lo comunica ha “apostado” su vida por él.
c) Más y más frecuentes: Las semanas de Evangelización no deberían ser “semanas” y la evangelización debería ser parte de las “actividades habituales” de la Iglesia… Como sugerencias:
-¿por qué no incluir un día de evangelización en los ejercicios espirituales para laicos que se realicen en las diócesis?
- ¿por qué no realizar estas semanas más frecuentemente y en todas las parroquias? (en Pascua, en Adviento…)
- ¿por qué no invitar a movimientos de la Iglesia a que se unan e incluyan estas actividades en las que ya realizan?
- ¿por qué no incluir la evangelización como parte de la catequesis de confirmación?
- En definitiva ¿por qué no “institucionalizar” la evangelización como algo normal, natural y habitual en la vida de un católico?
He escrito lo anterior, como dije al principio, a petición de alguno de los organizadores, pero también por si puede ayudar a otros de alguna forma misteriosa – eso lo dejo en manos del Espíritu Santo- y a fin de dejar constancia ante mí mismo de una experiencia maravillosa en todos los sentidos.
He encontrado un grupo de cristianos auténticos que se esfuerzan en vivir su fe con alegría y anunciar el Reino con entusiasmo. He encontrado un grupo de personas de distinta extracción social, de distintas nacionalidades, religiosos, y religiosas, consagrados y laicos… familias enteras, jóvenes y menos jóvenes, pero todos con una gran fe, una fe alegre y todos ayudándose recíprocamente para ser mejores discípulos del Señor. Me han hecho saber cómo eran las comunidades de los primeros cristianos. [...]
Un enorme, profundo y sentido agradecimiento para el grupo Kerygma y la diócesis de Alcalá y sus sacerdotes y a su obispo, don Juan Antonio por hacer que esto sea posible. ¡Ahora, más! Laus Deo.
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