Refiriéndose al evangelio del domingo, en el que Jesús pasa por Jericó, donde Zaqueo, una oveja perdida, despreciado y “excomulgado” por ser jefe publicano de la ciudad, amigo de los ocupantes romanos, ladrón y estafador, el Obispo de Roma dijo que “aquel hombre pequeño de estatura, rechazado por todos y distante de Jesús, está como perdido en el anonimato; pero Jesús lo llama, y aquel nombre tiene un significado lleno de alusiones: En efecto, “Zaqueo” quiere decir “Dios recuerda”.”
El Vicario de Cristo dijo que Dios es Padre que espera atento en el corazón del hijo el deseo del regreso a casa. Y cuando reconoce aquel deseo, incluso sencillamente insinuado, inmediatamente le está a su lado, y con su perdón le vuelve más leve el camino de la conversión y del regreso. Para finalizar con la invitación: “Hermanos y hermanas, ¡dejemos también nosotros que Jesús nos llame por nuestro nombre! En lo profundo del corazón, escuchemos su voz que nos dice: “Hoy debo detenerme en tu casa”, es decir en tu vida. Y recibámoslo con alegría: Él puede cambiarnos, puede transformar nuestro corazón de piedra en corazón de carne, puede liberarnos del egoísmo y hacer de nuestra vida un don de amor”.
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