sábado, 3 de agosto de 2013

Oración del Papa Francisco a María


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 Madre Aparecida, como Tú un día,
 así me siento hoy delante de ti y de Dios, que nos propone una misión para la vida
, cuyos contornos y límites no conocemos, cuyas exigencias apenas entrevemos.
 Pero en Tu fe, gracias a la cual
 “nada es imposible para Dios”
, Tu, ¡oh Madre!, no has flaqueado. 
Y yo no puedo flaquear. He aquí la sierva del Señor,
 que se haga en mí según tu palabra. Así, como tú,
 yo abrazo mi misión. 
En tus manos pongo mi vida
. Y vamos, tu, Madre, y yo, hijo, a
 caminar juntos, a creer juntos,
 a luchar juntos, a vencer juntos,
 como siempre juntos caminasteis tú y tu Hijo. ¡Mujer, aquí está tu Hijo!
 ¡Hijo, aquí está tu Madre! Madre Aparecida: Un día llevaste tu Hijo
 al Templo para consagrarlo al Padre
, para que estuviera totalmente disponible a la misión.
 Llévame hoy al mismo Padre,
 conságrame a Él con todo aquello que soy
 y con todo aquello que tengo. ¡Estoy aquí! ¡Envíame! Madre Aparecida: Pongo en tus manos
 y llevo al Padre nuestros y a tus jóvenes, la Jornada Mundial de la Juventud: cuánta fuerza, cuánta vida y cuánto dinamismo que germina y florece
 y que puede estar al servicio de la vida
 y de la humanidad. ¡Acoge y santifica, oh Padre, a Tú Juventud! En fin, Madre, te pedimos:
 Quédate aquí,
 acoge siempre a tus hijos e hijas peregrinos. 
Pero ven también con nosotros. Quédate siempre a nuestro lado y acompaña en la misión
 a la gran familia de fieles, sobre todo cuando la cruz pesa más. 
Y sostén nuestra esperanza y nuestra fe. ¡Sé fiel hasta la muerte y yo 
te daré la corona de la vida! Amén.

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