“Que el Señor nos dé a todos nosotros” la “gracia de la valentía” y “la perseverancia” en la oración. Es lo que ha afirmado el Papa Francisco que ha centrado su homilía en el tema del coraje en el anuncio del Evangelio. Todos los cristianos que hemos recibido la fe, ha dicho, “debemos transmitirla”, “debemos proclamarla con nuestra vida, con nuestra palabra”. ¿Cuál es esta fe fundamental? Es, ha destacado el Papa, “la fe en Jesús Resucitado, en Jesús que nos ha perdonado los pecados con su muerte y nos ha reconciliado con el Padre”: “Y transmitir esto nos exige a nosotros ser valientes: la valentía de transmitir la fe. Una valentía, algunas veces simple.
Recuerdo –perdonadme- una historia personal: de niño mi abuela nos llevaba cada Viernes Santo a la Procesión de las Velas y al final de la procesión llegaba el Cristo yaciente y la abuela nos hacía arrodillarnos y nos decía, a nosotros niños: ‘Mirad, está muerto pero mañana ¡habrá resucitado!’. La fe entró así: la fe en Cristo muerto y resucitado.
En la historia de la Iglesia hay muchos, muchos que han querido difuminar un poco esta fuerte certeza y hablan de una resurrección espiritual. ¡No, Cristo está vivo!”. “Cristo está vivo” y está “también vivo entre nosotros”, afirmó el Papa Francisco que exhortó a los cristianos a tener la valentía de anunciar su Resurrección, la Buena Noticia.
Pero, prosiguió, hay otra valentía que nos pide Jesús: “Jesús –diciéndolo un poco fuertemente- nos desafía a la oración y nos dice así: ‘Cualquier cosa que pidáis en mi nombre la haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo’. Si me pedís cualquier cosa en mi nombre, la haré… ¡Esto es fuerte! Tengamos la valentía de ir a Jesús y decirle: ¡Tú me has dicho esto, hazlo!.
Haz que la Fe vaya adelante, haz que la evangelización vaya adelante, que este problema que tengo se resuelva…’ ¿Tenemos este coraje en la oración? ¿O rezamos un poco así, como se pude, pasando un poco de tiempo en la oración? Pero esa valentía, esa sinceridad también en la oración…”
El Papa ha recordado que en la Biblia leemos que Abraham y Moisés tienen la valentía de “negociar con el Señor”. Una valentía “a favor de los demás, a favor de la Iglesia” que es necesaria también hoy.
Cuando la Iglesia pierde la valentía, entra en la atmósfera de la tibieza. Los tibios, los cristianos tibios, sin valor… Esto hace mucho mal a la Iglesia porque la tibieza te lleva hacia dentro, comienzan los problemas entre nosotros; no tenemos horizontes, no tenemos valor, ni la valentía de la oración hacia el cielo ni el coraje de anunciar el Evangelio.
Estamos tibios… Y tenemos la valentía de participar en nuestras pequeñas cosas, en nuestros celos, nuestras envidias, en el arribismo, en el ir hacia delante de forma egoísta… En todas estas cosas, pero esto no hace bien a la Iglesia: ¡la Iglesia debe ser valiente! Nosotros debemos ser valientes en la oración desafiando a Jesús”.
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