(RV).- (Con audio) “Hacer el bien” es un principio que une a toda la humanidad, más allá de la diversidad de ideologías y de religiones, y crea esa cultura del encuentro que es la base de la paz. Es cuanto afirmó el Papa Francisco el miércoles 22 de mayo en su homilía de la misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta, en la que participaron algunos empleados del Governatorato. Con el Papa, además, concelebró el Cardenal Béchara Boutros Raï, Patriarca maronita de Antioquia.
En esta ocasión, el Evangelio nos presenta a los discípulos de Jesús que impiden a una persona externa a su grupo que haga el bien. “Se lamentan" – explicó Francisco en su homilía – porque dicen: “Si no es de los nuestros, no puede hacer el bien. Si no es de nuestro partido, no puede hacer el bien”. Y Jesús los corrige: “No se lo impidan – les dice – dejen que él haga el bien”. “Los discípulos – prosiguió el Santo Padre – eran un poco intolerantes”, cerrados en la idea de poseer la verdad, en la convicción de que “todos aquellos que no tienen la verdad, no pueden hacer el bien”. Y “esto era algo equivocado” y Jesús “ensancha el horizonte”. Al respecto el Papa observó que “La raíz de esta posibilidad de hacer el bien, que todos tenemos, está en la creación”:
“El Señor nos ha creado a su imagen y semejanza, y somos imagen del Señor, y Él hace el bien a todos y nosotros tenemos en el corazón este mandamiento: has el bien y no hagas el mal. Todos.
‘Pero, padre, ¡este no es católico! ¡No puede hacer el bien!'. Sí, puede hacerlo. Debe hacerlo. No, puede: ¡debe! Porque tiene este mandamiento dentro. ‘Pero, padre, este no es cristiano, ¡no puede hacerlo!’. Sí, puede hacerlo. Debe hacerlo. En cambio, esta cerrazón de pensar que no todos puedan hacer el bien, es un muro que nos lleva a la guerra y también a aquello que algunos han pensado en la historia: matar en nombre de Dios. No podemos matar en nombre de Dios. Y eso, sencillamente, es una blasfemia. Decir que se pueda matar en nombre de Dios, es una blasfemia”.
El Papa Francisco prosiguió explicando que, en cambio, “el Señor nos ha creado a su imagen y semejanza y nos ha puesto este mandamiento dentro de nuestro corazón: has el bien y no hacer el mal”:
“El Señor, a todos, a todos nos ha redimido con la sangre de Cristo: a todos, no sólo a los católicos. ¡A todos! ‘Padre, ¿a los ateos?’. También a ellos. ¡A todos!
¡Y esta sangre nos hace hijos de Dios de primera categoría! Somos creados hijos con la semejanza de Dios y la sangre de Cristo ¡nos ha redimido a todos! Y todos nosotros tenemos el deber de hacer el bien. Y este mandamiento de hacer el bien a todos creo que es un bello camino hacia la paz. Si nosotros, cada uno por su parte, hacemos el bien a los demás, nos encontramos allá, haciendo el bien, y hacemos lentamente, despacio, poco a poco, hacemos esa cultura del encuentro, de la que tenemos tanta necesidad. Encontrase haciendo el bien. ‘Pero yo no creo, padre, ¡yo soy ateo!’. Pero has el bien: ¡nos encontramos allá!”.
“Hacer el bien” – explicó el Papa – no es una cuestión de fe, “es un deber, es un documento de identidad que nuestro Padre ha dado a todos, porque nos ha hecho a su imagen y semejanza. Y Él hace el bien, siempre”.
Francisco concluyó su homilía con esta oración:
“Hoy es Santa Rita, Patrona de las cosas imposibles, pero esto parece imposible: pidamos a ella esta gracia, esta gracia de que todos, todos, todas las personas, hagan el bien y que nos encontremos en este trabajo, que es un trabajo de creación, se asemeja a la creación del Padre. Un trabajo de familia, porque todos somos hijos de Dios: ¡todos, todos! Y Dios nos ama, ¡a todos! Que Santa Rita nos conceda esta gracia, que parece casi imposible. Así sea”.
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