sábado, 11 de mayo de 2013

LA VERDADERA ORACIÓN NOS HACE SALIR DE NOSOTROS MISMOS HACIA EL PADRE Y LOS HERMANOS NECESITADOS

Las llagas de Jesús están aún presentes en la tierra. Para reconocerlas, es necesario salir de nosotros mismos e ir al encuentro de los hermanos necesitados, los enfermos, los ignorantes, los pobres, los explotados. La verdadera oración nos hace salir de nosotros mismos y nos abre al Padre y a los hermanos. Este es el camino que el Papa Francisco indicó a los cristianos en la homilía de la Misa celebrada el sábado en la capilla de la Domus Sanctae Marthae. En la Misa participaron, entre otros, Juan Pablo Cafiero, embajador de Argentina ante la Santa Sede, 23 periodistas de habla hispana y un grupo del Cuerpo de la Gendarmería Vaticana.


La reflexión del Papa se centró en el Evangelio del día, en el que Jesús dice: "En verdad les digo que todo lo que pidan al Padre en mi Nombre se lo concederá"
“Hay algo nuevo aquí –explicó el Santo Padre-, algo que cambia; es una novedad en la oración. El Padre nos dará todo, pero siempre en el nombre de Jesús”. Cristo asciende al Padre, entra “en el Santuario del Cielo”, abre las puertas y las deja abiertas porque “Él mismo es la puerta e “intercede por nosotros”, hasta el fin del mundo, como un sacerdote: “Él ruega por nosotros ante el Padre. A mí siempre me ha gustado esto. Jesús, en su resurrección, ha tenido un cuerpo hermoso: las heridas de la flagelación, de las espinas, han desaparecido todas. Las moraduras de los golpes han desaparecido. Pero Él ha querido conservar siempre las llagas, y las llagas son precisamente su oración de intercesión al Padre: ‘Pero... mira... éste te pide en mi nombre, ¡ mira!’. Esta es la novedad que Jesús nos trae; nos dice esta novedad: que tengamos fe en su Pasión, que tengamos fe en su victoria sobre la muerte, que tengamos fe en sus llagas. Él es el sacerdote y este es el sacrificio: sus llagas. Y esto nos da confianza, ¿eh?. Nos da el valor para rezar”.

Muchas veces nos aburrimos en la oración –observó el Papa-. Pero la oración no consiste en pedir ésto o aquéllo, sino que es “la intercesión de Jesús, que muestra sus llagas al Padre”: “La oración al Padre en nombre de Jesús nos hace salir de nosotros mismos; la oración que nos aburre es siempre la que queda dentro de nosotros mismos, como un pensamiento que viene y va. Pero la verdadera oración es salir de nosotros mismos hacia el Padre en nombre de Jesús, es un éxodo de nosotros mismos”.

“Pero, -se preguntó el Papa- ¿cómo podemos reconocer las llagas de Jesús en el Cielo? ¿Dónde está la escuela en la que se aprende a conocer las llagas de Jesús, estas llagas sacerdotales, de intercesión? Es necesario realizar otro éxodo desde nosotros mismos hacia las llagas de nuestros hermanos: de nuestros hermanos y nuestras hermanas necesitados. Si no conseguimos salir de nosotros mismos hacia el hermano necesitado, hacia el enfermo, el ignorante, el pobre, el explotado, si no conseguimos realizar esta salida de nosotros mismos hacia esas llagas, no aprenderemos nunca la libertad que nos lleva hacia la otra salida de nosotros mismos, hacia las llagas de Jesús. Hay dos salidas de nosotros mismos: una hacia las llagas de Jesús, la otra hacia las llagas de nuestros hermanos y hermanas. Y este es el camino que Jesús quiere en nuestra oración”.

“Este es el nuevo modo de rezar: con confianza, con el valor que nos da el saber que Jesús está ante el Padre mostrándole sus llagas, pero también con la humildad de los que van a conocer, a encontrar las llagas de Jesús en sus hermanos necesitados” que “todavía llevan la Cruz y aún no han vencido como ha vencido Jesús”.

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