El Evangelio del día cuenta que Jesús, de camino hacia Jerusalén anuncia a sus discípulos su pasión, muerte y resurrección. Es el camino de la fe. Los discípulos -explicó el Papa en la homilía de este martes en la casa de Santa marta- piensan en otro proyecto, piensan hacer sólo la mitad del camino, que es mejor pararse" y "discuten entre sí sobre cómo arreglar la Iglesia, cómo solucionar la salvación". Así, Juan y Santiago, le piden sentarse, en su gloria, uno a su derecha y el otro a su izquierda, lo que provoca una discusión entre los otros sobre quién era el más importante en la Iglesia.
"La tentación de los discípulos -dijo el Papa - es la misma que la de Jesús en el desierto, cuando el demonio le propone otro camino": "hazlo todo rápidamente, haz un milagro, algo que todo el mundo vea. Ve al templo y haz el paracaidista sin dispositivo, así todo el mundo verá el milagro y así se hará la redención". Es la misma tentación de Pedro cuando en un primer momento no acepta la pasión de Jesús. "Es la tentación de un cristianismo sin la cruz, un cristianismo a medio camino”. "La tentación del cristianismo sin la cruz", una iglesia a medio camino" - que no quiere llegar a donde el Padre quiere ", es la tentación del triunfalismo. Queremos el triunfo de hoy, sin ir a la cruz, un triunfo mundano, un triunfo razonable":
"El triunfalismo en la Iglesia, detiene a la Iglesia. El triunfalismo en los cristianos, frena a los cristianos. Una Iglesia triunfalista, es una Iglesia a mitad de camino, una Iglesia que es feliz así, bien equipada - ¡bien arreglada! - con todas las oficinas, todo muy bien, todo bonito ¿eh? Eficiente. Pero una iglesia que reniega a los mártires, porque no sabe que los mártires son necesarios a la Iglesia para el camino de la Cruz. Una Iglesia que sólo piensa en los triunfos, los éxitos, que no sabe aquella regla de Jesús: la regla del triunfo a través del fracaso, el fracaso humano, el fracaso de la Cruz. Y ésta es una tentación que todos tenemos".
El Papa, después evoca un momento particular de su vida: "Recuerdo que una vez, en que atravesaba un momento oscuro de mi vida espiritual y le pedía una gracia al Señor, fui a predicar los ejercicios espirituales a unas monjas. Y el último día se confesaron. Vino a confesarse una religiosa anciana, de más de 80 años, pero con los ojos claros y muy luminosos: era una mujer de Dios. Al final de la confesión viendo que era una verdadera mujer de Dios, le dije:'oiga, como penitencia, rece por mí, porque necesito una gracia, ¿eh? Si usted se la pide al Señor, seguro que me la dará’. Se detuvo un momento, como si rezara, y luego me dijo:"Claro que el Señor le dará la gracia, pero no se engañe: se la dará a su manera divina'. Esto me hizo muy bien. Sentir que el Señor siempre nos da lo que pedimos, pero a su manera divina. Y el modo divino es esto hasta el final. La forma divina consiste en la Cruz, no por masoquismo: no, no! Por amor. Por amor hasta el extremo".
Y esta es la oración con la que el Santo Padre terminó su homilía:
"Pidamos al Señor la gracia de no ser una iglesia a mitad de camino, una Iglesia triunfalista, de grandes éxitos, sino de ser una Iglesia humilde, que camina con decisión, como Jesús. Adelante, adelante, adelante. Con el corazón abierto a la voluntad del Padre, como Jesús. Pidamos esta gracia".
VIDEO: http://youtu.be/Ton0IPqWDok
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