jueves, 25 de septiembre de 2014

Roberto Alberti: "Acá, por el Ébola, ya nadie se saluda dándose la mano"-Un argentino que trabaja en Liberia para una ONG

En una ciudad azotada por la guerra civil y acostumbrada al caos, la aparición del Ébola hace seis meses alteró aún más la vida de la gente. Por ahora no hubo un estallido social en Monrovia, la capital de Liberia, según contó a LA NACION el argentino Roberto Lorenzo Alberti, que trabaja en una ONG de los Hermanos de San Juan de Dios y visitó por 16a vez el país.
Pero, día tras día, se sienten los trastornos causados por el virus, que ya mató a 1469 liberianos y a más de 2600 personas en toda África Occidental.
"Lo que más preocupa a la gente es que la mayoría de los hospitales están cerrados y ni las embarazadas pueden dar a luz. Ya de por sí el sistema sanitario de Libera es endeble, ahora esto vino a ponerlo patas arriba", contó Alberti, de 39 años, por teléfono desde Liberia.
Alberti, que vive desde hace 15 años en Madrid, viajó a Liberia como coordinador de proyectos de Juan Ciudad ONGD, para convencer al gobierno de que abra el Saint Joseph Catholic Hospital, gestionado por la orden religiosa y donde el Ébola mató a nueve personas.
-¿Cómo está la situación en Monrovia?
-Después de la guerra civil [1999-2003], el país quedó bastante desestructurado, así que esto es una cosa más. Es una población muy sufrida, pero hay una preocupación muy grande por el Ébola. Lo que más preocupa a la gente es que la mayoría de los hospitales están cerrados y ni las embarazadas pueden dar a luz. Ya de por sí el sistema sanitario de Libera es endeble, ahora esto vino a ponerlo patas arriba. Los centros de Ébola no dan abasto.
-¿Hay tensión en las calles?
-En Monrovia la situación está tranquila. Todavía no hay problemas de revueltas sociales. Hay una normalidad relativa. A donde vas, tenés que lavarte las manos con lavandina con unos baldes que hay en la calle. Después, vas al banco y te toman la fiebre. Si tenés más de 37°, no te dejan entrar. Hay bastante información. Las calles están llenas de carteles y si llamás a un celular, antes de que se establezca la comunicación aparece un aviso del gobierno. Hay una conciencia de que esto es una cosa real, que hay que prevenir.
-¿Cómo toma la gente esta situación de anormalidad?
-Hasta ahora mi impresión es que lo toma con filosofía. Lo que pasa es que los colegios y los hospitales están cerrados, la administración trabaja a media máquina y hay toque de queda de 23 a 6. Además, hay un incremento moderado de los precios por los problemas que tienen las frutas y verduras que vienen del interior del país. La dieta acá se basa en arroz y dicen que hay un stock para tres meses. Si empieza a faltar la comida, habrá problemas.
-¿Hay miedo entre la población?
-No sé si miedo, hay preocupación. Ya nadie se saluda dándose la mano. Repiten: "No shaking hands". Hay otra preocupación: acá todo el mundo tiene malaria y como los hospitales están cerrados, no hay dónde tratarse. La situación sanitaria es terrible. Quiero insistir en que los centros están cerrados. De los ocho médicos que tenían el hospital, tres se enfermaron y los otros se fueron a sus países de origen. El personal sanitario tiene miedo. Hay un problema extra que es que los que se enfermaron alguna vez tienen un estigma, que el resto de la gente los ve con preocupación.
-¿A usted no le da miedo contagiarse?
-Acá el único riesgo que tuve es la limpieza de las casas [donde vivían los religiosos y médicos que se murieron por el Ébola], pero nos pusimos trajes especiales. Mientras no estés en contacto con alguien enfermo, el riesgo es bajo. Pero llegan historias. Me contaron un caso, la semana pasada, de que en un banco una mujer empezó a tener diarrea. La diarrea del Ébola es como que no te avisa, perdés el control, entonces salieron todos corriendo del lugar.
-¿Por qué viajó a Liberia?
-Soy el coordinador de proyectos de Juan Ciudad ONGD, que pertenece a los Hermanos de San Juan de Dios. Ahora vine para gestionar el tema del Saint Joseph Catholic Hospital, que el gobierno liberiano cerró el 1° de agosto para cortar el foco de infección. De 15 infectados de Ébola, nueve murieron, incluido el cura español Miguel Pajares.
-¿Nota cambios desde que llegó a Liberia?
-Hay más información, pero la gente se sigue contagiando y el personal sanitario también, lo que es preocupante. La prioridad para el gobierno ahora es atender el Ébola. Necesitan incrementar el número de camas. Están trabajando la OMS, Médicos sin Fronteras, la Cruz Roja liberiana y la Cruz Roja internacional. A ellos les llegan gente con síntomas y no tienen dónde atenderlos. El gobierno declaró la emergencia nacional e hizo un llamamiento a Estados Unidos y a la Unión Europea, y esa respuesta viene en camino. Por ahora, la respuesta es insuficiente.

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