miércoles, 17 de julio de 2013

“Quiero conocer a gente de todo el mundo que tiene mi misma fe y busca compartirla”

Miles de jóvenes se están preparando para lo que será el evento de su año, y por qué no, de sus vidas. Muchos están a miles de kilómetros, otros más cerca. Hablan distintas lenguas, son de distintos lugares. Pero todos tienen algo en común: en pocos días se encontrarán con el Papa, en la Jornada Mundial de la Juventud, en Río de Janeiro.


Decidí viajar a la JMJ por todo lo que significa estar con el Papa unos días, escuchando su mensaje a todos los jóvenes del mundo que quieren ser apóstoles de Cristo. Lo que más me mueve a ir, además de estar y escuchar al Papa, es palpar la universalidad de la Iglesia. Chicos como vos, pero de diferentes culturas y lugares que hablamos el mismo idioma, el de Dios”, cuenta Nacho Ocampos, de 19 años. Nacho es de San Luis, estudia para Contador Público en la UBA y viaja a la JMJ con el grupo de Universitarios para el Desarrollo.

Tere Wyler, de 18 años y estudiante de Derecho en la UBA, cuenta algo parecido: “Desde que soy chica que quiero ir a la JMJ. Cuando tenía 11 años, un grupo de chicas de mi colegio organizaron su viaje de egresadas a la Jornada Mundial de la Juventud en Alemania y cuando me enteré que estaban yendo a ver al Papa y a compartir su fe con jóvenes de todas las nacionalidades, me pareció la mejor idea, y desde ese día quise ir. Lo que más me mueve a viajar es conocer a gente de todo el mundo que tienen mi misma fe, mismos valores y que buscan compartirlos con otros. Además, la presencia del papa Francisco es un gran incentivo”.

Alan Lilli, de 17 años, vive en Saladillo. Decidió viajar a la JMJ cuando el director del CFR (Centro de Formación Rural, donde estudia) les contó del viaje. “Desde ahí nos pusimos en campaña con un grupo de compañeros a ver cómo hacíamos para ir, y el Padre Carlos Gayo, que da misas en nuestro colegio, nos motivó y nos informó más sobre la jornada: así nos incentivó a los 9 que formamos el grupo de Saladillo”. Ya falta poco para que viajen, pero ellos lo viven hace unos meses, particularmente por el trabajo que fue juntar lo necesario para viajar. Son conscientes de que vale la pena e hicieron desde asados hasta ventas de rosarios para encontrarse con el Papa y con los miles de jóvenes de todo el mundo.


“Para poder conseguir la plata necesaria para ir a la jornada, desde febrero estoy trabajando: de babysitter de vez en cuando, vendiendo rosarios con un grupo de amigas y trabajando de recepcionista”, dice Tere. Y Alan agrega: “Con los demás chicos, desde el año pasado venimos realizando varios trabajos en nuestra localidad para recaudar dinero para cubrir los gastos. Nos contratan para hacer de mozos en cenas y eventos, y también realizamos carneadas y vendemos la manufactura, como chorizos secos, morcillas, quesos de cerdos y demás”.

La JMJ es, en el fondo, una llamada a redescubrir a Dios mediante el encuentro con jóvenes de todo el mundo. Como explica Guada, estudiante de 16 años, que viaja con el Grupo Buenos Aires: “voy para fortalecer mi fe al reunirme con tantos jóvenes que están en la misma que yo”. Es por eso que todos le dan también importancia a la preparación espiritual, que los ayudara a renovar su fe. El Grupo Buenos Aires está formado por chicas de secundaria y universitarias que participan de actividades en varios centros del Opus Dei en Buenos Aires. Guada sigue contando: “Con el grupo tuvimos encuentros en los que compartimos algunas cosas sobre el mensaje del Papa y por mi lado, algunas veces veo videos sobre Francisco y, cuando puedo y se me da la oportunidad, leo homilías del Papa”. Tere, que viaja con ella, nos cuenta que también el mensaje de San Josemaría la ayudó a prepararse: “El amor que tenía al Papa, cualquiera que fuese, porque sabía que es el representante de Dios en la tierra. Ese es un mensaje que siempre quiso transmitir y un aspecto de su vida que siempre me quedó muy grabado y me hace querer al Papa más cada vez. También cómo alentaba a compartir la fe y ayudar a otros a acercarse a Dios por medio del ejemplo y de la amistad.”

Alan dice que se prepara hablando con los sacerdotes de la parroquia de Saladillo y con el P. Carlos, que va una vez por semana al colegio. “También estoy rezando por este viaje, por Francisco, y todos los participantes de la JMJ”, concluye. Por su lado, Nacho se prepara por dentro: “Me estoy preparando espiritualmente como aconsejaba San Josemaría, tratando de frecuentar lo más posible lo sacramentos y haciendo oración”.





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