martes, 2 de julio de 2013

“La seguridad es el Egipto de la esclavitud”...

El cristiano está llamado a ser valiente en la propia debilidad.
Lo dijo el Papa Francisco en la Misa de esta mañana en la Casa de Santa Marta. El Papa afirmó que, a veces, debemos reconocer que somos débiles y por lo tanto debemos huir sin nostalgia del pecado, sin mirar hacia atrás.
En la Misa, concelebrada por el cardenal Manuel Monteiro de Castro y mons. Beniamino Stella, participó un grupo de sacerdotes y Colaboradores del Tribunal de la Penitenciaria Apostólica y un grupo de la Pontificia Academia Eclesiástica.


Actuar con lentitud, mirar hacia atrás, tener miedo, son tentaciones. Hay que dirigirse al Señor, a la gracia del Espíritu Santo. En su homilía, el Santo Padre reflexionó sobre las Lecturas de hoy deteniéndose en cuatro “posibles actitudes en las situaciones de conflicto, en las situaciones difíciles”. La primera es aquella de la “lentitud” de Lot. Él, observó el Papa, estaba decidido a dejar la ciudad antes que fuese destruida, pero lo hace lentamente. El ángel lo conmina a huir, pero en él existe la “incapacidad de despegarse del mal, del pecado”. Nosotros, agregó, queremos salir, estamos decididos,” pero hay algo que nos hace volver atrás, regresar” y así pasa con Lot que se pone hasta a negociar con el ángel: “Es tan difícil cortar con una situación pecaminosa. ¡Es difícil! También ante una tentación, ¡es difícil! Pero la voz de Dios nos dice esta palabra: ‘¡Huye! No puedes luchar, porque el fuego, el azufre te matarán. ¡Huye!’.
Santa Teresita del Niño Jesús nos enseñaba que algunas veces, en algunas tentaciones, la única solución es huir y no tener vergüenza de huir; reconocer que somos débiles y que debemos huir. Y nuestro pueblo en su sencilla sabiduría lo dice un poco irónicamente: ‘Soldado que huye, sirve para otra guerra’. Huir para ir adelante en el camino de Jesús”.

El ángel, insta luego a “no mirar hacia atrás”, huir y mirar adelante. Aquí, dijo el Pontífice, hay el consejo a vencer la nostalgia del pecado. Pensemos en el Pueblo de Dios en el desierto, subrayó: “Tenía todo, las promesas, todo”. Sin embargo, “tenía nostalgia de las cebollas de Egipto” y esta “nostalgia le hacía olvidar que esas cebollas las comían sobre la mesa de la esclavitud”. Tenía la “nostalgia de regresar, regresar”. Y el consejo del ángel, observó el Papa, “es sabio: ¡No mirar hacia atrás! ¡Ve adelante!”. No debemos hacer como la esposa de Lot, debemos “cortar toda nostalgia, porque también existe la tentación de la curiosidad”:
“Ante el pecado, huir sin nostalgia. La curiosidad no sirve, ¡hace mal! ‘Pero, en este mundo tan pecaminoso, ¿cómo se puede hacer? ¿Cómo será este pecado? Yo quisiera conocer...’. No, ¡déjalo! ¡La curiosidad te hará mal! ¡Huir y no mirar hacia atrás! Somos débiles, todos, y debemos defendernos. La tercera actitud es sobre la barca: es el miedo. En el mar hubo una gran agitación, la barca se cubrió por las olas ‘¡Sálvanos, Señor, estamos perdidos!’ Dicen. ¡El miedo! También esa es una tentación del demonio: tener miedo de ir adelante en el camino del Señor”.

Existe la tentación de “mejor quedarse allí”, donde estoy seguro. “Pero esto – advirtió - ¡ es el Egipto de la esclavitud!”. Tengo “miedo de ir adelante – recalcó el Santo Padre – tengo miedo de dónde me llevará el Señor”. Pero el miedo “no es un buen consejero”. Jesús , agregó, “lo ha dicho tantas veces: ‘¡No tengan miedo!’. El miedo no nos ayuda”. La cuarta actitud, subrayó Francisco , “es la gracia del Espíritu Santo”. Cuando Jesús hace regresar la calma sobre el mar borrascoso, los discípulos en la barca están maravillados. “Siempre, ante el pecado, ante la nostalgia, ante el miedo”, afirmó, debemos dirigirnos al Señor:

“Mirar al Señor, contemplar al Señor. Esto nos da la maravilla, tan bella, de un nuevo encuentro con el Señor. ‘Señor, tengo esta tentación: quiero permanecer en esta situación de pecado; Señor, tengo la curiosidad de conocer cómo son estas cosas; Señor tengo miedo’. Y ellos miraron al Señor: ‘¡Sálvanos Señor, estamos perdidos!’ Y vino el estupor del nuevo encuentro con Jesús. No somos ingenuos ni cristianos tibios, somos valientes, con coraje. Nosotros somos débiles, pero debemos ser valientes en nuestra debilidad. Y tantas veces nuestro coraje debe expresarse en una huida y en no mirar hacia atrás, para no caer en la nostalgia equivocada. ¡No tener miedo y mirar siempre al Señor!” (MZ-RC,RV)

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