lunes, 8 de julio de 2013

Evangelizar requiere discipular laicos y crear comunidades: ¿saben los curas cómo hacerlo?

El Encuentro de Nueva Evangelización 2013 en Valladolid, del 4 al 7 de julio, contó con un potente análisis sobre las debilidades de la Iglesia en Occidente y en España, primero por parte de Josué Fonseca, uno de los organizadores, y después por otros analistas allí presentes. Josué Fonseca es un oteador privilegiado por varias causas: como profesor, ve las generaciones de jóvenes en el instituto y la universidad, año tras año, más ajenas a la fe. También lo vive como padre de familia. Como fundador de la Comunidad Fe y Vida, ve lo que sucede cuando una comunidad crece en número, en la fe, en conversiones, cuando se fundan nuevas familias cristianas en red... Y, sobre todo, tiene amplitud de visión histórica porque es profesor de Historia de la Iglesia, historiador especializado en Historia de las Mentalidades, tiene visión sociológica de las cosas y ha viajado mucho, en persona y por Internet, conociendo nuevas comunidades y propuestas en distintos países, católicas o protestantes. La cultura de hoy es "imagen y sentimiento" "Estamos viviendo un cambio de paradigma mental, algo que ha sucedido pocas veces en la historia: de una mentalidad basada en la razón y las ideas -así, el siglo XX fue llamado el siglo de las grades ideas- hemos pasado a una cultura postmoderna basada en las imágenes y los sentimientos; puede gustar o no, pero esto es así". El problema es que la estructura pastoral en la Iglesia Católica se ha quedado anclada en el modelo de diciembre de 1565, fecha de finalizacióndel Concilio de Trento: "un modelo basado en parroquias, cada una con un cura o más, y con una pastoral basada en los sacramentos". En el nuevo paradigma esta estructura es insostenible: "en mi diócesis de Santander, en 1964 teníamos 500 seminarista; hoy tenemos 6", pone a modo de ejemplo. Otro modelo: comunidades y discipulado Josué propone otro modelo: crear comunidades (gente que se conoce por su nombre y se apoya en el día a día), con discipulado (entrenamiento cercano para seguir a Cristo; el discípulo convive con el maestro y aprende viviendo junto a Él, más que estudiando sus textos) y eclesialidad muy fuerte, dando mucha importancia al obispo. Josué puede hablar de su experiencia en la comunidad Fe y Vida. Él era profesor de instituto y se le notaba que era cristiano. Los jóvenes se le acercaban con sus problemas, crisis e inquietudes. Él les escuchaba, los mantenía cerca, los juntaba para rezar. Algunos incluso eran acogidos en su casa, en su familia, en situaciones más duras. Aprendían a quererse unos a otros y a relacionarse con Dios. "Y cuando ya éramos 50 fui al obispo y le dije: ´señor obispo, mire lo que está sucediendo´. Y él dijo que siguiéramos así, y ya veríamos más adelante. El obispos nos acompañó y orientó". Josué cree que en esta nueva época se parecerá mucho más a la organización cristiana de los siglos II y III que a la del siglo XVI al XX: "más centrada en casas, en comunidades, y con obispos supervisores, y menos en parroquias y párrocos". La importancia del obispo, insiste, es esencial, "para que los movimientos no creen guetos y pierdan el sentido eclesial. Trabajamos para la Iglesia y Cristo, no para el movimiento. No entiendo esos movimientos que les pides, por ejemplo, materiales para cursos matrimoniales, y te dicen que no, que son solo para los de su grupo". Cambiarlo todo, menos el Magisterio Ante la crisis de fe, Josué Fonseca pide "cambiar todo lo que haga falta, menos el Magisterio y el Depósito de la Fe". De hecho, critica que se hace exactamente lo contrario: se mantienen, por ejemplo, cursos de Confirmación donde ningún joven encuentra la fe y de hecho muchos la pierden, así como la moral católica, porque los catequistas de Confirmación no les hablan, por ejemplo, de la propuesta católica sobre la sexualidad... "catequistas que cohabitan con sus novias, ya sabéis; mantienen la estructura caduca y ni siquiera dan la doctrina buena". No hay que tocar ni un dogma, ni un punto de la doctrina. Pero hay que saber comunicarlo al mundo de hoy. "¿Por qué la Iglesia es tan mala comunicadora? ¿Por qué es peor comunicadora que cualquier otra institución? Es verdad que es muy grande y muy antigua, ninguna otra entidad se le parece, su inercia la hace pesada, pero... ¿por qué los jóvenes de los carteles de publicidad diocesana parecen todos de las juventudes del PP? Desde luego, no conectan con mis alumnos universitarios. La imagen es muy, muy importante". En la misma línea que la imagen, entra la música: los jóvenes, el sector social menos católico, escuchan mucha música, y por eso la música ha de ser un gran vehículo por el que entre la Palabra de Dios, el Evangelio y la práctica de la oración.

No hay comentarios: