Si Benedicto XVI ha estado reflexionando su decisión de renunciar desde que regresó de México el pasado mes de marzo, todas las decisiones que tomó desde entonces cobran una importancia especial. Estas son las más importantes, en orden cronológico.
La traición de su mayordomo le supuso un gran desgaste físico. Por eso, quizá para ahorrar dolores de cabeza a sus sucesores, creó un comité para la selección de personal presidido por el eficaz Peter Wells, y nombró a un periodista televisivo, Greg Burke, para que ayude a los papas a fijar una estrategia de comunicación.
ANTOINE MARIE IZOARD-Director Agencia I.Media
“El nombramiento de Greg Burke fue el punto final de una decisión tomada en la Secretaría de Estado, seguramente por un anglófono. Algunos dicen que fue Monseñor Peter Wells, que decidió poner a alguien que conociera la comunicación, pero que fuera periodista, que conociera cómo reaccionan los periodistas, para que, de alguna manera, como se dice en fútbol, la Santa Sede no jugara siempre en defensa, sino también al ataque alguna que otra vez”.
Benedicto XVI intentó hasta el final sanar el último cisma de la historia, el de los tradicionalistas lefebvrianos. En junio les hizo una nueva generosa oferta que no quisieron aprovechar. Ahora el nuevo Papa decidirá qué hacer.
A finales de verano hizo su último viaje internacional, al Líbano. Allí pidió la paz en Oriente Medio, invitó al diálogo con los musulmanes y rogó a los cristianos que no abandonen Tierra Santa.
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“Me pareció un viaje muy valiente, porque desde hacía meses en Siria había un conflicto impresionante y sin embargo el Papa decidió ir. Fue muy valiente porque después se supo que hubo alguna amenaza a su persona, él lo sabía, en el Vaticano esto se sabía”.
Antes de marcharse el Papa profesor ha terminado la obra más importante de su vida, una apasionante reflexión histórico teológica sobre quién fue Jesús de Nazareth. La ha escrito en sus tiempos libres y la terminó en verano. Se publicó en noviembre en 50 países y en 9 idiomas.
También pasará a la historia el Sínodo sobre la Nueva Evangelización, el principal desafío de la Iglesia católica. Casi 300 obispos de todo el mundo intercambiaron impresiones sobre cómo hablar de Dios a un mundo que no parece interesado en escucharles.
También en noviembre y por sorpresa el Papa hizo seis nuevos cardenales, y ninguno de ellos europeo para internacionalizar a los electores del nuevo Papa. Sin duda ya pensaba en los equilibrios del próximo cónclave.
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“El pequeño consistorio que el Papa hizo antes de Navidad fue un gesto que decidió él solo. Pero que hoy se lee de una manera distinta. Con este miniconsistorio y con el nombramiento de monseñor Gaenswein como prefecto de la Casa Pontificia, estaba poniendo las cosas en orden antes de irse, antes de dejar el pontificado. Él lo sabía y lo tenía bien claro en la mente”.
Otro gesto con valor de encíclica fue su primer tuit. El Papa ha mandado varias decenas de mensajes para llegar hasta el último teléfono celular del planeta. Deja como herencia a su sucesor una cuenta con más de 2 millones de lectores.
Hizo venerable al Papa del Concilio Vaticano II, Pablo VI.
En diciembre nombró a su secretario personal Georg Gänswein prefecto de la Casa Pontificia, para facilitar el trabajo del próximo Papa.
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“Cuando fue consagrado arzobispo, pensamos que era un signo de gran confianza tras el intenso 2012 con el caso Vatileaks, y también para darle una seguridad en el trabajo posterior. Porque Benedicto XVI se va, pero él estará junto con el próximo”.
Gestos que prepararon el terreno para la llegada de su sucesor.
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