Si el año pasado por estas fechas entrábamos, con la ayuda de Benedicto XVI, en el análisis de la historicidad de los Magos de Oriente (pinche aquí para conocer lo que sobre ellos nos decía Ratzinger), este año dedicaremos la festiva jornada de los entrañables amiguitos de los niños a conocer algo sobre sus archifamosas reliquias y el lugar en el que reposan.
Santa Elena. Francesco Morandini (1575). |
La historia comienza en la famosa expedición a Tierra Santa de Santa Elena, la madre cristiana del Emperador Constantino, en busca de las primeras reliquias del cristianismo. No se conocen bien los pormenores, pero el hecho es que las de losMagos de Oriente que visitaron a Jesús en Belén, se dan por aparecidas en la ciudad de Saba, desde donde se trasladan a la capital imperial, entonces Constantinopla. Allí permanecerán unos tres siglos, hasta que el obispo San Eustorgio las traslada a Milán, emplazándolas en la iglesia que será conocida como de San Eustorgio.
E1 1164, el Emperador Federico Barbarroja, después de saquear la gran ciudad del norte de Italia, accede a la petición de Reinaldo de Dassel, obispo de Colonia, y envía las reliquias a la ciudad de su diócesis.
Dreigkönigsschrein | Detalle |
Hacia 1181, el orfebre Nicolás de Verdún empieza a trabajar en la que será la gran obra de su vida, el Dreikönigsschrein o Relicario de los Tres Reyes, una pieza de orfebrería realizada en oro macizo, esmaltes y joyas, de incalculable valor, decorada con escenas bíblicas, tanto vetero como neotestamentarias, entre las cuales, naturalmente, la adoración de los Magos de Oriente que, como se sabe (pinche aquí si le interesa el tema), recoge Mateo y sólo Mateo (ver Mt. 2, 1-12), y de proporciones gigantescas: 2,20 metros de largo, 1,10 de ancho, 1,50 de alto y 350 kilos de peso. Nicolás trabaja en él más de veinticinco años, hasta su muerte en 1205, aunque aún han de pasar otros veinte años hasta estar completamente finalizado.
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