Beata Laura Vicuña
La
hija que ofreció la vida por salvar a la madre.
Nació en Santiago de Chile, el 5 de abril de 1891 y
murió en Argentina el 22 de enero de 1904, a la edad de sólo 13 años.
El Papa Juan Pablo II la beatificó el 3 de septiembre de 1988.
Su padre es un alto militar y jefe político de
Chile. Una revolución derroca al gobierno y la familia Vicuña tiene
que salir huyendo, desterrados a 500 kilómetros de la capital. Allá
muere el papá y la familia queda en la miseria. Laura tiene apenas dos
años cuando queda huérfana de padre.
La mamá, con sus dos hijas, Laura y Julia, emprende
un larguísimo viaje de ocho meses hacia las pampas de Argentina. Allá
encuentra un ganadero brutal y matón, y movida por su gran miseria, la
pobre Mercedes se va a vivir con él en unión libre. El hombre se
llamaba Manuel Mora.
En 1900 Laura es internada en el colegio de las
Hermanas Salesianas de María Auxiliadora en el colegio de Junín de los
Andes.
Allí, en clase de religión, al oír que la
profesora dice que a Dios le disgustan mucho los que viven en unión
libre, sin casarse, la niña cae desmayada de espanto. En la próxima
clase de religión, cuando la religiosa empieza a hablar otra vez de
unión libre, la niña empieza a palidecer. La profesora cambia de tema
pero consulta el caso con la hermana directora del colegio: "¿Por
qué será que Laura Vicuña se asusta tanto cuando se habla del pecado
que es el vivir en unión libre?". La superiora le aconseja: "Vuelva
a tratar de ese tema, y si ve que la niña se asusta, cambie de tema".
Así lo hace.
Laurita se ha dado cuenta de un gravísimo mal: su
madre, el ser que ella más ama en el mundo, después de Dios y la
Virgen, su mamá Mercedes, vive en pecado mortal y está en grave
peligro de condenación eterna. ¡Es terrible!.
Y Laura hace un plan: ofrecerá su vida a Dios, con
tal de que la mamá abandone a ese hombre con el cual vive en pecado.
Comunica el plan al confesor, el Padre Crestanello, salesiano. El le
dice: "Mira que eso es muy serio. Dios puede aceptarte tu propuesta
y te puede llegar la muerte muy pronto". Pero la niña está
resuelta a salvar el alma de la mamá a cualquier costo, y ofrece su
vida al Señor Dios, en sacrificio para salvar el alma de la propia
madre.
En el colegio es admirada por las demás alumnas como
la mejor compañera, la más amable y servicial. Las superioras se
quedan maravilladas de su obediencia y del enorme amor que siente por
Jesús Sacramentado y por María
Auxiliadora.
El día de su primera comunión ofrece su vida en
sacrificio a Jesús, y al ser admitida como "Hija de María",
consagra su pureza a la Sma. Virgen María.
Va a pasar vacaciones a donde vive su madre. Manuel
Mora trata de irrespetarla pero ella no lo permite. Prefiere ser
abofeteada y azotada brutalmente por él pero no admite ningún
irrespeto a su virtud. Manuel aprende a respetarla.
En una gran inundación que invade el colegio, Laura
por salvar la vida de las más pequeñas, pasa largas horas de la noche
entre las friísimas aguas sacando niñas en peligro, y adquiere una
dolorosa enfermedad en los riñones. Dios empieza a aceptar el
sacrificio que le ofreció por salvar el alma de su mamá.
Laura empieza a palidecer y a debilitarse. Siente
enorme tristeza al oír de los superiores que no la podrán aceptar como
religiosa porque su madre vive en concubinato. Sigue orando por ella.
Cae a cama. Dolores intensísimos. Vómitos continuos. Se retuerce del
dolor. La vida de Laura se está apagando. "Señor: que yo sufre
todo lo que a Ti te parezca bien, pero que mi madre se convierta y se
salve".
Va a entrar en agonía. La madre se acerca. "Mamá,
desde hace dos años ofrecí mi vida a Dios en sacrificio para obtener
que tu no vivas más en unión libre. Que te separes de ese hombre y
vivas santamente". Mamá: ¿antes de morir tendré la alegría de
que te arrepientas, y le pidas perdón a Dios y empieces a vivir
santamente?
"¡Ay hija mía! Exclama doña Mercedes llorando,
¿entonces yo soy la causa de tu enfermedad y de tu muerte? Pobre de mí
¡Oh Laurita, qué amor tan grande has tenido hacia mí! Te lo juro
ahora mismo. Desde hoy ya nunca volveré a vivir con ese hombre. Dios es
testigo de mi promesa. Estoy arrepentida. Desde hoy cambiará mi vida".
Laura manda llamar al Padre Confesor. "Padre, mi
mamá promete solemnemente a Dios abandonar desde hoy mismo a aquel
hombre". Madre e hija se abrazan llorando.
Desde aquel momento el rostro de Laura se torna
sereno y alegre. Siente que ya nada le retiene en esta tierra. La Divina
Misericordia ha triunfado en el corazón de su amadísma mamacita. Su
misión en este mundo ya está cumplida. Dios la llama al Paraíso.
Recibe la unción de los enfermos y su última
comunión. Besa repetidamente el crucifijo. A su amiga que reza junto a
su lecho de moribunda le dice: ¡Que contenta se siente el alma a la
hora de la muerte, cuando se ama a Jesucristo y a María Santísima!.
Lanza una última mirada a la imagen que está frente
a su cama y exclama: "Gracias Jesús, gracias María", y muere
dulcemente. Era el 22 de enero de 1904. Iba a cumplir los 13 años.
La madre tuvo que cambiarse de nombre y salir
disfrazada de aquella región para verse libre del hombre que la
perseguía. Y el resto de su vida llevó una vida santa.
Laura Vicuña ha hecho muchos milagros a los que le
piden que rece por ellos ante Nuestro Señor. Y el Papa Juan Pablo II la
declaró Beata en 1988.
Señor Jesús: Tú que concediste a Laura Vicuña
la gracia de ofrecer su vida por la salvación del alma de su propia
madre, concédenos también a todos nosotros la gracia de obtener buenas
obras, la conversión y salvación de muchos pecadores. Amén.
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