domingo, 19 de enero de 2014

Baustimo del Señor en el Jordan-Rito Bizantino

Los cristianos no somos buscadores de Dios, sino encontrados por Dios. Él salió a nuestro encuentro. No somos fruto de una filosofía, vaga, o vana o mundana. No somos fruto de una idea cómoda para el hombre, sino que los cristianos somos fruto de la intervención de Dios. Dios viene al mundo y nos dice creed en el Evangelio, convertíos. Primero Dios, antes que se manifieste Jesús, manda a Juan el Bautista para que predique un bautismo de conversión, para que nos volvamos hacia Dios, y luego viene esta gracia del bautismo.

Qué es lo que recibe Jesucristo en el Bautismo?. Nada.
Qué es lo que sucede en el Bautismo?. Las aguas son transformadas por la presencia del Hijo de Dios.

Cristo no está mostrando lo que debemos hacer nosotros, sino que está dándole origen a los que hacemos nosotros. Nos bautizamos en su Nombre, porque Él transformó las aguas y las hizo capaces de dar vida eterna.

Cuando Él al final del Evangelio de Mateo dice, id y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, tenemos bien claro que el mismo Señor Jesús que comienza su ministerio público, esta manifestación, esta Teofanía, esta aparición de Dios en medio de los hombres sumergiéndose en las aguas de Jordán, y Juan que era su pariente según la carne, pero su discípulo según el espíritu, le dice yo no soy digno, quién soy yo para bautizarte a Tí como si necesitaras penitencia? Tú que eres la Pureza, tú que eres por quien fueron hechas todas las cosas, va a ser purificado por mí? Aquél quien hizo el agua va a ser transformado por el agua? No será más bien al revés? Que el siendo el Camino, la Verdad y la Vida, el Alfa y la Omega, el Rey de Reyes y Señor de Señores, venido en la humildad de la carne, transforme el agua y la haga capaz de dar vida eterna?. Esto es lo que celebramos.

Y hoy en esta Liturgia participamos justamente, estamos frente a Cristo que se sumerge en el Jordán, y también le pedimos que sumerja junto consigo, nuestras transgresiones, nuestra falta de fe. Ahoga, Señor, en las aguas del Jordán nuestra falta de fe, que somos tibios de corazón frente a tu anuncio, sin embargo corremos presurosos tras nuestros deseos. Dudamos de lo que nos enseña la Iglesia, y nos apegamos a cualquier novedad por más que sepamos que es falsa. Dejamos vacilar nuestro corazón en lo que sabemos que es mentira, y nos tomamos el tiempo con Dios, porque nos aprovechamos de su Misericordia….

Señor, cómo hemos de regresar hacia Ti? Cómo hemos de hacer a un lado todo aquello que nos impide vivir plenamente como hijos de Dios, fervientes, en paz, en una sola pieza, sin duplicidades, sin dobles discursos, sin hipocresía, sin vueltas, unificados, plenos en Dios, haciendo el bien todo el día, no de 8 a 16hs, no haciéndole el favor a Dios, sino viviendo agradecidos de su mano, Él nos da la vida, la salud, la fuerza, nos da todo lo que tenemos, hemos de dar todos los frutitos buenos, no algunos, todo, todo lo que podemos, con el corazón alegre, feliz, porque el Señor se ha manifestado y también se manifiesta en nuestros días, Él está presente en medio de nosotros…

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