Jesuita Guillermo Ortiz
“He venido a traer fuego a la tierra y no quiero sino que arda”, les dice Jesús a sus discípulos y los misiona: vayan por todo el mundo a bautizar; a curar del mal y llenar los corazones con el fuego del amor que no se acaba. Y el fuego del Espíritu enciende a los discípulos misioneros de ayer y de hoy.
El 3 de diciembre no solamente la Compañía de Jesús celebra al santo jesuita Francisco Javier. Lo celebra el mundo católico como patrono universal de las misiones.
Una de sus representaciones más conocidas es aquella donde, mirando al cielo y con los brazos abiertos, las llamas del amor a Dios y a sus hermanos lejanos afloran de su pecho. De ahí que hoy, muchos discípulos invocan al impetuoso y ardiente Espíritu creador, redentor y vivificador: “enciéndeme en el fuego de tu amor”, para que el fuego antiguo y siempre nuevo de la caridad de Cristo los enardezca para la misión. Porque otro Francisco, el Vicario de Cristo, nos invita hoy con su palabra y su ejemplo. a salir de nosotros mismos hasta las periferias. En los tiempos de Javier la periferia era el confín de otro mundo.
¿Con que fuego pretendemos vos y yo salir de nosotros mismos al límite de las propias periferias existenciales y geográficas? San Francisco Javier, ruega por nosotros.
San Francisco nació en el castillo de Javier, España, el 7 de agosto de 1506. Estudió en París, donde conoció a San Ignacio de Loyola. Fue uno de los miembros fundadores de la Compañía de Jesús. Ordenado sacerdote en Roma en 1537, se dedicó principalmente a llevar a cabo obras de caridad. En 1541 marchó a Oriente, y durante diez años evangelizó incansablemente la India y el Japón, bautizando a muchos. Murió el año 1552, en la isla de Shangchuan, en China.
AUDIO: http://es.radiovaticana.va/news/2013/12/03/un_fuego_que_no_se_apaga/spa-752371
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