¿Cada Navidad es la misma Navidad? Con esta pregunta iniciamos el diálogo con el Párroco Diego Kessler, a cargo de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, quien respondió que “en estricto sentido de lo que se celebra, sí. Es el misterio de Dios, el Verbo que se hace carne y habita entre nosotros. Lo que celebramos es el acontecimiento que ya está en medio de nosotros y que ocurrió hace 2000 años atrás. Objetivamente podemos decir, en cuanto a eso, que es lo mismo. Ahora bien, cuando vamos viendo la manera y la significación que este acontecimiento tiene a lo largo de los años vemos como evidentemente se hace una realidad encarnada. Se va viviendo de acuerdo a los tiempos, a las circunstancias, porque es una historia que toma carne en el tiempo, por lo que tiene que ver con las preocupaciones, problemas, situaciones en las cuales el hombre está inmerso año tras año y época tras época”.
Consultado sobre la mejor manera para vivir plenamente esta Navidad, indicó que “se nos da un tiempo previo, el tiempo del adviento, el tiempo de preparación, donde allí se nos invita de un modo muy especial a que intensifiquemos la oración. Sobre todo ahora que entramos en la novena de Navidad propiamente dicha”.
Agregó que “al llegar a fin de año uno está cargado con montones de cosas y por allí despertamos al escuchar el descorchar de una sidra y terminamos pasando por alto todo este camino. Creo que es importante que no nos pase inadvertido el tiempo de preparación para la Navidad, porque si no pasa a ser un evento más de todos los que vamos viviendo”.
Recordó que “al celebrar la Navidad celebramos que la promesa de Dios está entre nosotros y qué objeto de esa promesa somos cada uno. Cuando uno esta tan distraído puede no advertir lo que tiene en sus manos que es un misterio tan grande. Dios nos hace depositarios de esa promesa y debemos ser fuente de alegría, de esperanza. Una cosa es terminar cansado el año y otra es terminar agobiado. Si bien Dios nos acompaña, yo también tengo que aceptar esa compañía y lo tengo que hacer consciente y de esa manera hacer obras concretas, porque de ese modo es como se cambia la vida. El tiempo de adviento es eso, momento de reactivar en nosotros lo que es la esperanza, de buscar cuál es el sentido del por qué seguimos adelante; llegar a fin de año si bien cansados a la vez agradecidos por todo lo que Dios mismo nos ha brindado; y convencidos que siempre abre un nuevo camino para poder caminar el año que se avecina”.
Consultado sobre la mejor manera para vivir plenamente esta Navidad, indicó que “se nos da un tiempo previo, el tiempo del adviento, el tiempo de preparación, donde allí se nos invita de un modo muy especial a que intensifiquemos la oración. Sobre todo ahora que entramos en la novena de Navidad propiamente dicha”.
Agregó que “al llegar a fin de año uno está cargado con montones de cosas y por allí despertamos al escuchar el descorchar de una sidra y terminamos pasando por alto todo este camino. Creo que es importante que no nos pase inadvertido el tiempo de preparación para la Navidad, porque si no pasa a ser un evento más de todos los que vamos viviendo”.
Recordó que “al celebrar la Navidad celebramos que la promesa de Dios está entre nosotros y qué objeto de esa promesa somos cada uno. Cuando uno esta tan distraído puede no advertir lo que tiene en sus manos que es un misterio tan grande. Dios nos hace depositarios de esa promesa y debemos ser fuente de alegría, de esperanza. Una cosa es terminar cansado el año y otra es terminar agobiado. Si bien Dios nos acompaña, yo también tengo que aceptar esa compañía y lo tengo que hacer consciente y de esa manera hacer obras concretas, porque de ese modo es como se cambia la vida. El tiempo de adviento es eso, momento de reactivar en nosotros lo que es la esperanza, de buscar cuál es el sentido del por qué seguimos adelante; llegar a fin de año si bien cansados a la vez agradecidos por todo lo que Dios mismo nos ha brindado; y convencidos que siempre abre un nuevo camino para poder caminar el año que se avecina”.
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