A
una semana de la Navidad, el Obispo de Roma consideró el nacimiento de
Jesús como “una fiesta de la confianza y la esperanza, que supera la
incertidumbre y el pesimismo”. A pesar del frío muchísimos peregrinos
llegaron de distintas partes del mundo para participar de la última
Catequesis del año en la plaza de san Pedro.
“¡Dios está con
nosotros! Piensen esto: Dios está con nosotros y Dios se confía a
nosotros. ¡Es generoso nuestro padre Dios!”, afirmó Francisco y agregó:
“La tierra no es más un valle de lágrimas sino el lugar donde Dios mismo
ha puesto su tienda. Es el lugar del encuentro de Dios con el hombre,
de la solidaridad de Dios con los hombres”. Dios se hizo una sola cosa
con nosotros en la persona de Jesús –explicó el Sucesor de Pedro-,
subrayando que es sorprendente que su presencia no se ha realizado en un
mundo ideal sino en este mundo real signado por tantas cosas buenas y
malas. Ha elegido habitar nuestra historia así como es. “Haciendo así ha
demostrado de modo insuperable su inclinación a la misericordia”.
El
Vicario de Cristo dialogó con los peregrinos: ¡Jesús es Dios con
nosotros! ¿Lo creen ustedes? hagamos juntos esta confesión: ¡Jesús es
Dios con nosotros! otra vez, ¡Jesús es Dios con nosotros! Está siempre y
para siempre con nosotros en los sufrimientos y dolores de la historia.
El nacimiento de Jesús es la manifestación de que Dios se ha puesto de
parte del hombre para salvarnos, para levantarnos del polvo, de nuestras
miserias, de nuestras dificultades, de nuestros pecados.
El
nacimiento de Jesús nos trae la bella noticia de que somos amados
inmensa y singularmente por Dios, y este amor no sólo nos lo hace
conocer, lo dona, lo comunica. “Dios se abaja, desciende sobre la tierra
pequeño y pobre” –dijo el Papa. Nosotros no debemos ponernos por arriba
de los otros. “Es una cosa fea cuando se ve un cristiano que no quiere
abajarse, que no quiere servir. Uno que se pavonea. Ese no es cristiano,
ese es un pagano. Un cristiano sirve, se abaja”. “Hagamos de modo que
nuestros hermanos y hermanas no se sientan nunca solos”. Si Dios por
medio de Jesús se ha comprometido con el hombre al punto de hacerse como
uno de nosotros, el trato que damos a nuestros hermanos se lo estamos
dando al mismo Jesús.
Papa Francisco concluyó la catequesis
rogando a la Virgen que nos ayude a reconocer en el rostro de nuestro
prójimo la imagen del Hijo de Dios hecho hombre. Jesuita Guillermo Ortiz -RV
Estas fueron las palabras del Santo Padre Francisco en nuestro idioma:
Queridos hermanos y hermanas:
Cercanos ya a la Navidad, les propongo hoy pensar sobre el nacimiento de Jesús como expresión de la confianza de Dios en el hombre y fundamento de la esperanza del hombre en Dios.
El Verbo no se ha encarnado en un mundo ideal, sino que ha querido compartir nuestras alegrías y sufrimientos, y demostrarnos que Dios se ha puesto de parte de los hombres, con su amor real y concreto. Y nos «regala» una energía espiritual que nos sostiene en medio de las luchas de cada día.
La Navidad nos puede hacer pensar en dos cosas. Primero: Dios se abaja, se hace pequeño y pobre. Por eso, si queremos ser como Él, no podemos situarnos por encima de los demás, con vanidad, sino que debemos ponernos al servicio, ser solidarios, especialmente con los más débiles y marginados, haciéndoles sentir así la cercanía de Dios.
Segundo: ya que Jesús, en su encarnación, se comprometió con los hombres hasta el punto de hacerse uno de nosotros, el trato que nosotros damos a nuestros hermanos o hermanas se lo estamos dando al mismo Jesús. Recordemos que «quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve» (1 Jn 4,20).
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, México, Argentina y otros países latinoamericanos. Saludo en especial al equipo de fútbol San Lorenzo, que acaba de salir campeón el domingo pasado y ha venido a traer la copa aquí. ¡Muchas gracias! Confío a todos ustedes y a la protección maternal de María, Madre de Dios y Madre nuestra. Que ella los cuide y los llene de alegría y de paz. Muchas gracias.
Texto completo de la traducción de la catequesis del Papa en italiano
Catequesis
La Santa Navidad
Queridos hermanos y hermanas, buenos días:
este encuentro tiene lugar en el clima espiritual del Adviento, aún más intenso por la Novena de la Santa Navidad, que estamos viviendo en estos días y que nos lleva a las fiestas navideñas. Por eso hoy me gustaría reflexionar con vosotros sobre la Navidad, la Navidad de Jesús, fiesta de la confianza y la esperanza, que supera la incertidumbre y el pesimismo. Y la razón de nuestra esperanza es ésta: ¡Dios está con nosotros y confía en nosotros otra vez! Pero piensen bien en esto: ¡Dios está con nosotros y Dios se fía todavía de nosotros! Es generoso este Padre Dios ¿eh? Dios viene a morar con los hombres, elige la Tierra como su casa para estar junto al hombre y encontrarlo allí donde el hombre pasa sus días en la alegría y en el dolor. Por lo tanto, la tierra ya no es sólo un "valle de lágrimas", sino es el lugar donde Dios mismo ha puesto su tienda, es el lugar de encuentro entre Dios y el hombre, de la solidaridad de Dios con los hombres.
Dios ha querido compartir nuestra condición humana hasta el punto de llegar a ser uno con nosotros en la persona de Jesús, que es verdadero Dios y verdadero hombre. Pero hay algo aún más sorprendente. La presencia de Dios en medio de la humanidad no se ha realizado en un mundo ideal, idílico, sino en este mundo real, marcado por tantas cosas, buenas y malas, marcado por divisiones, maldad, pobreza, opresiones y guerras. Él ha elegido habitar nuestra historia tal como es, con todo el peso de sus limitaciones y de sus dramas. Al hacerlo, ha demostrado de manera insuperable su inclinación misericordiosa y llena de amor por las criaturas humanas. Él es el Dios-con-nosotros; Jesús es Dios-con-nosotros, ¿creen ustedes esto? (responden sí) ¿pero hacemos juntos esta confesión? Jesús es Dios con nosotros, ¡todos!: ¡Jesús es Dios con nosotros! Otra vez: ¡Jesús es Dios con nosotros!, Muy bien, ¡Gracias! ¡Jesús es Dios con nosotros! Desde siempre y para siempre con nosotros en los sufrimientos y en los dolores de la historia. El nacimiento de Jesús es la manifestación de que Dios "toma partido" una vez por todas por el hombre, para salvarnos, para levantarnos del polvo de nuestras miserias, de nuestras dificultades, de nuestros pecados.
De aquí viene el gran "regalo" del Niño de Belén: una energía espiritual Él nos trae, una energía que nos ayuda a no hundirnos en nuestras fatigas, en nuestra desesperación, en nuestras tristezas, porque es una energía que enardece y transforma el corazón. El nacimiento de Jesús, de hecho, nos trae la buena noticia de que somos amados inmensamente e individualmente por Dios, ¡y este amor no sólo nos lo hace conocer, sino que nos lo da, lo comunica!
De la contemplación gozosa del misterio del Hijo de Dios nacido para nosotros, podemos sacar dos consideraciones:
La primera es que si en Navidad, Dios se revela no como alguien que está en lo alto y domina el universo, sino como el que se abaja, ¡Dios se abaja! Desciende a la tierra, pequeño y pobre, significa que para ser como Él, no debemos ponernos por encima de los otros, sino más bien abajarnos, ponernos al servicio, hacernos pequeños con los pequeños y pobres con los pobres. Pero es algo feo cuando se ve un cristiano que no quiere abajarse, que no quiere servir. Un cristiano que se pavonea por todos lados, ¿es feo eso, no? ¡Ese no es un cristiano! ¡Ese es un pagano! ¡El cristiano sirve, se abaja! ¡Hagamos de tal modo que estos nuestros hermanos y hermanas nunca se sientan solos!
En segundo lugar: si Dios, por medio de Jesús, se comprometió con el hombre para llegar a ser como uno de nosotros, quiere decir que cualquier cosa que hagamos a un hermano y una hermana lo hacemos a Él. Nos lo recordó el mismo Jesús: aquel que haya alimentado, recibido, visitado, amado uno de los pequeños y de los pobres entre los hombres, lo habrá hecho al Hijo de Dios.
Encomendémonos a la materna intercesión de María, Madre de Jesús y nuestra, para que nos ayude en esta Santa Navidad, ya tan cercana, a reconocer en el rostro de nuestro prójimo, especialmente de las personas más vulnerables y marginadas, la imagen del Hijo de Dios hecho hombre. Gracias.
Cercanos ya a la Navidad, les propongo hoy pensar sobre el nacimiento de Jesús como expresión de la confianza de Dios en el hombre y fundamento de la esperanza del hombre en Dios.
El Verbo no se ha encarnado en un mundo ideal, sino que ha querido compartir nuestras alegrías y sufrimientos, y demostrarnos que Dios se ha puesto de parte de los hombres, con su amor real y concreto. Y nos «regala» una energía espiritual que nos sostiene en medio de las luchas de cada día.
La Navidad nos puede hacer pensar en dos cosas. Primero: Dios se abaja, se hace pequeño y pobre. Por eso, si queremos ser como Él, no podemos situarnos por encima de los demás, con vanidad, sino que debemos ponernos al servicio, ser solidarios, especialmente con los más débiles y marginados, haciéndoles sentir así la cercanía de Dios.
Segundo: ya que Jesús, en su encarnación, se comprometió con los hombres hasta el punto de hacerse uno de nosotros, el trato que nosotros damos a nuestros hermanos o hermanas se lo estamos dando al mismo Jesús. Recordemos que «quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve» (1 Jn 4,20).
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, México, Argentina y otros países latinoamericanos. Saludo en especial al equipo de fútbol San Lorenzo, que acaba de salir campeón el domingo pasado y ha venido a traer la copa aquí. ¡Muchas gracias! Confío a todos ustedes y a la protección maternal de María, Madre de Dios y Madre nuestra. Que ella los cuide y los llene de alegría y de paz. Muchas gracias.
Texto completo de la traducción de la catequesis del Papa en italiano
Catequesis
La Santa Navidad
Queridos hermanos y hermanas, buenos días:
este encuentro tiene lugar en el clima espiritual del Adviento, aún más intenso por la Novena de la Santa Navidad, que estamos viviendo en estos días y que nos lleva a las fiestas navideñas. Por eso hoy me gustaría reflexionar con vosotros sobre la Navidad, la Navidad de Jesús, fiesta de la confianza y la esperanza, que supera la incertidumbre y el pesimismo. Y la razón de nuestra esperanza es ésta: ¡Dios está con nosotros y confía en nosotros otra vez! Pero piensen bien en esto: ¡Dios está con nosotros y Dios se fía todavía de nosotros! Es generoso este Padre Dios ¿eh? Dios viene a morar con los hombres, elige la Tierra como su casa para estar junto al hombre y encontrarlo allí donde el hombre pasa sus días en la alegría y en el dolor. Por lo tanto, la tierra ya no es sólo un "valle de lágrimas", sino es el lugar donde Dios mismo ha puesto su tienda, es el lugar de encuentro entre Dios y el hombre, de la solidaridad de Dios con los hombres.
Dios ha querido compartir nuestra condición humana hasta el punto de llegar a ser uno con nosotros en la persona de Jesús, que es verdadero Dios y verdadero hombre. Pero hay algo aún más sorprendente. La presencia de Dios en medio de la humanidad no se ha realizado en un mundo ideal, idílico, sino en este mundo real, marcado por tantas cosas, buenas y malas, marcado por divisiones, maldad, pobreza, opresiones y guerras. Él ha elegido habitar nuestra historia tal como es, con todo el peso de sus limitaciones y de sus dramas. Al hacerlo, ha demostrado de manera insuperable su inclinación misericordiosa y llena de amor por las criaturas humanas. Él es el Dios-con-nosotros; Jesús es Dios-con-nosotros, ¿creen ustedes esto? (responden sí) ¿pero hacemos juntos esta confesión? Jesús es Dios con nosotros, ¡todos!: ¡Jesús es Dios con nosotros! Otra vez: ¡Jesús es Dios con nosotros!, Muy bien, ¡Gracias! ¡Jesús es Dios con nosotros! Desde siempre y para siempre con nosotros en los sufrimientos y en los dolores de la historia. El nacimiento de Jesús es la manifestación de que Dios "toma partido" una vez por todas por el hombre, para salvarnos, para levantarnos del polvo de nuestras miserias, de nuestras dificultades, de nuestros pecados.
De aquí viene el gran "regalo" del Niño de Belén: una energía espiritual Él nos trae, una energía que nos ayuda a no hundirnos en nuestras fatigas, en nuestra desesperación, en nuestras tristezas, porque es una energía que enardece y transforma el corazón. El nacimiento de Jesús, de hecho, nos trae la buena noticia de que somos amados inmensamente e individualmente por Dios, ¡y este amor no sólo nos lo hace conocer, sino que nos lo da, lo comunica!
De la contemplación gozosa del misterio del Hijo de Dios nacido para nosotros, podemos sacar dos consideraciones:
La primera es que si en Navidad, Dios se revela no como alguien que está en lo alto y domina el universo, sino como el que se abaja, ¡Dios se abaja! Desciende a la tierra, pequeño y pobre, significa que para ser como Él, no debemos ponernos por encima de los otros, sino más bien abajarnos, ponernos al servicio, hacernos pequeños con los pequeños y pobres con los pobres. Pero es algo feo cuando se ve un cristiano que no quiere abajarse, que no quiere servir. Un cristiano que se pavonea por todos lados, ¿es feo eso, no? ¡Ese no es un cristiano! ¡Ese es un pagano! ¡El cristiano sirve, se abaja! ¡Hagamos de tal modo que estos nuestros hermanos y hermanas nunca se sientan solos!
En segundo lugar: si Dios, por medio de Jesús, se comprometió con el hombre para llegar a ser como uno de nosotros, quiere decir que cualquier cosa que hagamos a un hermano y una hermana lo hacemos a Él. Nos lo recordó el mismo Jesús: aquel que haya alimentado, recibido, visitado, amado uno de los pequeños y de los pobres entre los hombres, lo habrá hecho al Hijo de Dios.
Encomendémonos a la materna intercesión de María, Madre de Jesús y nuestra, para que nos ayude en esta Santa Navidad, ya tan cercana, a reconocer en el rostro de nuestro prójimo, especialmente de las personas más vulnerables y marginadas, la imagen del Hijo de Dios hecho hombre. Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario