lunes, 10 de diciembre de 2012

Proclamar a Cristo en América hoy

Ciudad del Vaticano: “El amor de Cristo nos urge a dedicarnos sin reservas a proclamar su nombre en todos los rincones de América, llevándolo con libertad y entusiasmo a los corazones de todos sus habitantes. Por ello es preciso asumir este cometido animando a los sacerdotes, a los diáconos, los consagrados y los agentes de pastoral a purificar y vigorizar cada vez más su vida interior a través del trato sincero con el Señor y la participación digna y asidua en los sacramentos”, expresó Benedicto XVI en la misa celebrada ayer, domingo 9 de diciembre en la basílica de San Pedro con la que se inauguró el Congreso Internacional Ecclesia in America, que tendrá lugar en el Vaticano hasta el 12 de diciembre promovido por la Pontificia Comisión para América Latina y los Caballeros de Colón, en colaboración con el Instituto de Estudios Guadalupanos.
“El amor de Cristo nos urge a dedicarnos sin reservas a proclamar su nombre en todos los rincones de América, llevándolo con libertad y entusiasmo a los corazones de todos sus habitantes”, expresó Benedicto XVI en la misa celebrada ayer, domingo 9 de diciembre en la basílica de San Pedro con la que se inauguró el Congreso Internacional Ecclesia in America, que tendrá lugar en el Vaticano hasta el 12 de diciembre promovido por la Pontificia Comisión para América Latina y los Caballeros de Colón, en colaboración con el Instituto de Estudios Guadalupanos.


El Congreso reflexionará la Asamblea sinodal, convocada por el beato Juan Pablo II entre noviembre y diciembre de 1987 titulada “Encuentro con Jesucristo vivo, camino para la conversión, la comunión y la solidaridad en América”.

“La Exhortación apostólica “Ecclesia in America”, dijo el Papa en su homilía, mostraba ya “retos y dificultades que en la hora actual siguen presentes con singulares y complejas características. En efecto, el secularismo y diferentes grupos religiosos se expanden por todas las latitudes, dando lugar a numerosas problemáticas. La educación y promoción de una cultura por la vida es una urgencia fundamental ante la difusión de una mentalidad que atenta contra la dignidad de la persona y no favorece ni tutela la institución matrimonial y familiar”.

“¿Cómo no preocuparse, continuó el Pontífice, por las dolorosas situaciones de emigración, desarraigo o violencia, especialmente las causadas por la delincuencia organizada, el narcotráfico, la corrupción o el comercio de armamentos? ¿Y qué decir de las lacerantes desigualdades y las bolsas de pobreza provocadas por cuestionables medidas económicas, políticas y sociales?”.

El Papa subrayó que todas esas importantes cuestiones requerían un esmerado estudio, pero que más allá de la evaluación técnica de las mismas “la Iglesia católica tiene la convicción de que la luz para una solución adecuada sólo puede provenir del encuentro con Jesucristo vivo que suscita actitudes y comportamientos cimentados en el amor y la verdad. Ésta es la fuerza decisiva para la transformación del Continente americano”.

“El amor de Cristo nos urge a dedicarnos sin reservas a proclamar su nombre en todos los rincones de América, llevándolo con libertad y entusiasmo a los corazones de todos sus habitantes. Por ello es preciso asumir este cometido animando a los sacerdotes, a los diáconos, los consagrados y los agentes de pastoral a purificar y vigorizar cada vez más su vida interior a través del trato sincero con el Señor y la participación digna y asidua en los sacramentos”.

“A esto ayudará una adecuada catequesis y una recta y constante formación doctrinal, con fidelidad total a la Palabra de Dios y al Magisterio de la Iglesia y buscando dar respuesta a los interrogantes y anhelos que anidan en el corazón del hombre. Un renovado espíritu misionero y el ardor y generosidad de su compromiso serán una aportación insustituible que la Iglesia universal espera y necesita de la Iglesia en América”, finalizó el Santo Padre.+

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