domingo, 25 de mayo de 2014

"Yo estaba aquí cuando vino Pablo VI", padre Justo Altaras desde Tierra Santa

(RV).- (audio) RealAudioMP3 El padre Justo Altaras, franciscano de la Custodia de Tierra,de 91 años de edad, estaba en Tierra Santa 50 años atras cuando fue el abrazo de Pablo VI con el Patriarca Ortodoxo Atenagoras. El jesuita Guillermo Ortiz le pregunto sobre su experiencia en aquel encuentro.
Transcripción de la entrevista: 
–Padre, Usted es un testigo del encuentro entre Pablo VI y el Patriarca Atenágoras
–En realidad yo no estuve presente cuando fue a visitar el Monte de los Olivos, fue el Papa Pablo VI a visitar a Atenágoras. Yo no estaba presente, yo estaba solamente en el convento, como fraile, como todos los frailes. Y se ve que en ese momento, no sabíamos lo que había acordado, lo que habían hecho allí el Papa Pablo VI con Atenágoras. Vimos por televisión que se dieron un grande abrazo y no supimos otra cosa, nosotros no pudimos subir en aquél momento.
–¿Cuántos años tenía usted?
–Pues yo tendría 34 o 35 años debo haber tenido, por ahí.
–¿Y qué recuerdo tiene de Belén de aquel tiempo?
–Yo en aquel tiempo, como superior responsable, hice muchos trabajos, hicimos muchos trabajo que están, en lo que ahora llamamos la Gruta de San José, toda la renovación que hicimos en aquellos dos años –que estuve tres años de superior–, recuerdo que cuando pasó el Papa, nosotros estábamos trabajando todavía en aquello, para visitar los lugares, vio allí la imagen de San Jerónimo sobre la tumba de San Jerónimo, y se quedó maravillado, y dijo. “¿Quién ha hecho esto, esta imagen tan bella?”.
–¿Se ve ahora esa imagen, ahí en el patio de san Jerónimo?
–Sí, es esa de terracota. Ahora hay allí un icono. Habíamos puesto un ícono encima. En la gruta hay una gran baldosa de la tumba y ahí encima pusimos esta imagen, en los trabajos que estábamos haciendo, porque no se podía ver mucho, y se quedó maravillado. De eso me acuerdo muy bien, se quedó maravillado y dijo “¿Quién ha hecho esto?”
–La visita de Pablo VI, aquella vez, cambió mucho lo que después pasó en Tierra Santa, las peregrinaciones, y tantas cosas. ¿Ahora se podría esperar algo especial, después de esta visita de Francisco?
–Ciertamente en aquel momento hubo un gran movimiento. Comenzaron las grandes peregrinaciones, y sobre todo las relaciones entre nosotros, entre los católicos y los ortodoxos. Fue un movimiento de acercamiento que antes estábamos a rajatabla con los “statu quo” y con esas cosas, y aquello disminuyó mucho esas relaciones tensas que teníamos entre ortodoxos y católicos. Eso mejoró, mejoró mucho. En cuanto a las peregrinaciones comenzaron a venir más peregrinos, y me acuerdo, eso sí, recuerdo que todos preguntaban dónde ha pasado el Papa, qué hizo el Papa.
–En relación a los cristianos, que son minoría, pensando en aquel tiempo de Pablo VI, y pensando ahora, 2014. ¿Qué nos podría decir en relación a los cristianos?
–Simplemente decir que ha habido, no una fuga, sino una emigración de muchos cristianos de Tierra Santa. Porque cuando yo llegué apenas había terminado la guerra de independencia y comenzaron a emigrar los cristianos, especialmente a Sud América y a Europa. Después ha continuado así, no se puede decir que fue una fuga estrepitosa.
–Después de todo esto, padre, ¿Cuál sería en este momento, su deseo más hondo para la Iglesia, para los católicos en general, también para los católicos en Tierra Santa, o lo que usted quisiera comunicar en lengua española, después de tanto tiempo de estar por aquí?
–Bueno, como yo he vivido aquí, he estado en diversas Parroquias de Tierra Santa, las últimas tres han sido en Siria; y en Siria para mí, el pueblo siriano, es el mejor pueblo árabe. La dedicación a la vida religiosa, o sea, la oración, la frecuentación de los Sacramentos, y las relaciones entre las diversas etnias de Siria, existía siempre un entendimiento magnífico, y eso es muy importante. Nosotros, cuando íbamos de Paptuma a Salají teníamos que tomar el autobús, y en aquél tiempo estaba prohibido aceptar más personas que los puestos. Pues tú, sin saber nada, subías al autobús, e inmediatamente dos , o los puestos según los curas o frailes que veían que llegabas allí, se bajaban; y eso me impresionó muchísimo, porque demostraban (respeto). Pero no se distinguía si eras cristiano o musulmán, nada, nada, apenas llegaba uno, un anciano o un religioso (porque en ese momento todos se vestían de clérigo), y entonces en seguida, hacían gana para ver quién iba a bajar, así es que eso me impresionó mucho. Y de ese tiempo, que yo estuve 3 años después, en Siria como director o rector de la escuela de la Taquilla.
Transcripción: Mariana Puebla para Radio Vaticana.

No hay comentarios: