lunes, 12 de mayo de 2014

El argentino que es párroco en Rusia

11.5.14. En la ciudad rusa de Nizhny Novgorod, de 1,2 millones de habitantes, el párroco católico es un argentino, el padre Mario Beverati, enviado allí por el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio...
El reportaje nos presenta su parroquia, con inmigrantes de todo el mundo, el recuerdo del cura fusilado por los bolcheviques en 1937, su servicio de comidas de Cáritas para los pobres, la cercana iglesia ortodoxa, el arte de los iconos y la nostalgia navideña de muchos estudiantes católicos lejos del hogar...


Viajamos hasta la histórica ciudad de Nizhni Nóvgorod para conocer a un sacerdote argentino católico, enviado hace casi 17 años por el actual Papa Francisco. Lo hacemos además en un día muy especial, el 24 de diciembre.

Mario Beverati lleva 17 años como párroco en la ciudad de Nizhni Nóvgorod, situada a unos 450 kilómetros de Moscú. 

En una entrevista con Rusia Hoy contó cómo las lecturas de Dostoievski le llevaron a esta parte del mundo, donde dice sentirse “muy a gusto”, y reveló que Bergoglio, de su propio bolsillo, contribuyó en 1999 en la reconstrucción de la Iglesia de la Asunción de María, de Nizhni Nóvgorod, cerrada durante la era soviética.

- ¿Por qué eligió Rusia?
- Cuando era estudiante de medicina tenía un abono en el Teatro Colón y escuché la quinta sinfonía de Tchaikovski, y luego a Rimski-Kórsakov. Me impresionaron. Después me intrigaron los íconos rusos. Pero lo más importante ocurrió en un seminario donde un director espiritual nos decía que teníamos que estudiar filosofía y teología aplicada a la vida real, y para ello había que leer a Dostoievski...

Nacido en 1953, Mario Beverati, de formación médica y licenciado en Bellas Artes, fue ordenado sacerdote en 1988. Después de 8 años de sacerdocio, el padre Beverati, fue destinado a Rusia por el arzobispado porteño encabezado en aquel entonces por el obispo Jorge Bergoglio, actual papa Francisco, siendo nombrado párroco de la Iglesia de la Asunción de María, de la ciudad de Nizhni Nóvgorod, en 1996.

-¿Cuándo hizo su primer viaje?
- Decidí consagrarme a Dios y me ordené en el día de San Javier, así que quería visitar su pila bautismal en España. El pasaje más económico era con Aeroflot, pero tenía que viajar de Buenos Aires a Moscú, donde la compañía me regalaba tres días, y luego de Moscú a Madrid. Era ideal: el boleto más económico y conocer Rusia, que era mi deseo. Era 1991, coincidió con la apertura de Gorbachov. 

»Me enamoré de todo lo que vi, pero el tema era el idioma; tenía 39 años y no creía que pudiera aprender. Sin embargo, ocurrieron cosas providenciales. Cuando regresé a la Argentina, vi un anuncio de clases de ruso cerca de la casa de mi hermana. Así empecé a estudiar ruso. 

»En ese momento ordenaron obispo a Bergoglio, quien ahora es Papa, y me acerqué para hablarle de mi deseo de ir a Rusia. Me dijo que fuera primero un mes y después me mandó por un año. Enseguida me hicieron párroco. 

- Fue nombrado párroco en Nizhni Nóvgorod en 1996, poco después de la reapertura de la iglesia... ¿En qué condiciones la encontró?- Las únicas dos iglesias católicas que continuaron abiertas durante la época soviética fueron las de San Luis en Moscú y la de Nuestra Señora de Lourdes en San Petersburgo porque funcionaban como embajadas francesas. Todas las demás fueron clausuradas, entre ellas la mía, Asunción de María, que la cerraron en 1925.

»Luego le añadieron dos pisos para oficinas y fue centro científico tecnológico. Así la encontré cuando llegué. 
El organismo estatal que se hizo cargo de la iglesia también tenía ocupado un establo al lado y en principio nos dieron un tercio de ese establo, para hacer una capilla. Para el 2000 pedimos todo el edificio y nos lo dieron, así que celebramos la Navidad ya como iglesia. Y hay algo que pocos saben, el papa Francisco, siendo cardenal en 1999, dio dinero de su propio bolsillo para reconstruir la iglesia.

- ¿Por qué se construyó una iglesia católica en Nizhni Nóvgorod? - La ciudad está en el centro de la región del Volga y allí se celebraba una importante feria de productos agrícolas e industriales. En 1861 el zar bendijo la iglesia católica que se construyó en la ciudad, porque había muchos comerciantes de origen armenio, lituano, ucranianos y alemanes católicos. 
»En 1937 fusilaron a muchos ortodoxos y católicos. En un campo de concentración también murió el párroco. De 1935 a 1995, año en que llegamos nosotros, se perdió completamente el rastro de los católicos de la ciudad.

- ¿Quiénes son sus feligreses?
- Los primeros que se empezaron a reunir en mi parroquia eran unas quince abuelas con sangre lituana, polaca o alemana. Además tengo muchos estudiantes de África, India, Sri Lanka... También vinieron cinco familias católicas de México. Hay matrimonio españoles e italianos que vienen a adoptar niños. Eso hace que cada misa de domingo las oraciones principales de la misa sean en inglés. Cualquier persona que venga se va a sentir como en el Vaticano: hay gente de los cinco continentes.

- ¿Cómo son las relaciones entre ortodoxos y católicos? 
- Estamos esperando el encuentro entre el Papa y el Patriarca pero este, con buen sentido común, no quiere que sea un encuentro formal, sino un encuentro verdadero. En el 2005 Kirill (actual Patriarca) era el encargado de las relaciones exteriores de la Iglesia Ortodoxa, y no vio el momento para ese encuentro con Benedicto XVI por el problema del "proselitismo" de los católicos en Rusia. 

»Fue un momento complejo, los católicos llegamos con mucha fuerza y hubo gente que se interesó en hacerse católica, pero nosotros no buscábamos convertir a los ortodoxos. Sabemos que el símbolo de la fe es el mismo y que la separación entre nosotros nunca fue un problema dogmático, sino político. Pero la palabra de Dios es exactamente la misma y los sacramentos tienen la misma tradición. 

»Yo llegué en 1996 y, conociendo poco de la ortodoxia, mi pregunta era ¿qué significa ser un sacerdote católico en Rusia? En esa época Juan Pablo II le pidió a la iglesia alemana que ayudara a construir el seminario ortodoxo, lo que significaba que estaba contento con la evangelización ortodoxa. Yo interpreto que el tema es ese, somos uno y tenemos que ayudar.

- ¿Cómo fue su relación con Bergoglio cuando era su obispo?- Fue él quien me envió a Rusia hace 16 años. Cuando venía a la Argentina le llamaba a las seis de la mañana a un teléfono fijo, porque no usaba celular, y me decía: “Ven mañana o pasado”, y me daba 45 minutos. Yo le veía una vez al año y conmigo siempre fue abierto y simpático. Francisco además es muy porteño y con esas frases como “Dios nos primerea”, los periodistas italianos se quedan muy sorprendidos.

- ¿Se va a quedar para mucho tiempo?
- El Papa el año pasado me dijo que tenía que dejar los huesos y le dije: pero mirá que el abuelo Beverati construyó una bóveda para todos los familiares. Ahora el actual obispo monseñor Poli me dice que tengo que quemar las naves. Así que entre dejar los huesos y quemar las naves yo estoy ahí (se ríe). Estoy muy a gusto y tengo una comunidad muy linda.

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