sábado, 31 de mayo de 2014

Los aprendizajes, reflexiones y experiencias de vida del Hermano Luis Luján.


Responsable de la Fazenda De La Esperanza de Carhué.
Tema adicciones.
Visitó el Colegio FASTA San José y habló con los jóvenes y con los padres.
Estas Fazendas son instituciones que surgieron en Brasil hace unos 30 atrás para acompañar el proceso que siguen las personas que quieren salir de distintos tipos de adicciones.
En un principio los fundadores alquilaron una casa en la que convivieron 4 chicos de las calles, donde se instala el trípode de Espiritualidad, el Trabajo y la Convivencia.
Con el tiempo, luego de 10 años de funcionamiento, surgen también los grupos “Esperanza Viva”, que acompañan a familiares y grupos de personas que están en la Fazenda.
Hoy en día están presentes en distintos países: Europa, Asia, África y se ha extendido en América. En Argentina funcionan hasta ahora 5 casas, pero ese número se ampliará en dos más para los próximos meses cuando se habilite incluso una Fazenda para mujeres.
La primera de ellas fue en Dean Funes, en Córdoba, desde donde se ha extendido hacia diferentes lugares. La más cercana a Coronel Suárez es la que está instalada en Carhué desde hace un año, ya que fue inaugurada el 7 de enero del 2013.
El jueves el Hermano Luis Luján, quien dirige la Fazenda de Carhué, invitado por el Colegio FASTA San José, estuvo en la ciudad brindando charlas, primero a los jóvenes estudiantes y luego a los padres, multiplicando, como dijo en una entrevista ante La Nueva Radio Suárez, “el mensaje de esperanza que sí es posible cambiar de vida, dejar adicciones, estilos de vida que afecten a la persona”.
Sobre el año transcurrido en Carhué dijo que fue “muy positivo, tuvimos ingresos de chicos de la zona, algo que no suele ocurrir muy pronto desde el momento que se instala una Fazenda; por eso nosotros trajimos chicos de Dean Funes, que estaban haciendo allí su proceso y vinieron a terminarlo aquí en Carhué. Tuvimos acompañamiento a las familias con muchas actividades de prevención a través de charlas ante los jóvenes y los adultos. Muchas veces se acercan a la Fazenda para buscar ayuda, charlan con los chicos y eso solo es motivo de esperanza. En Coronel Suárez uno de los logros fue el grupo Esperanza Viva, que se reúne cada jueves en la Capilla de Fátima. Hemos crecido y tenemos perspectivas de seguir haciéndolo con el esfuerzo y el trabajo de los internos y la ayuda de muchas personas”.
Consultado en torno a cómo es el proceso de recuperación, dijo que “tenemos dos etapas concretas: los tres primeros meses, que los llamamos de desapego, donde la persona no ve a la familia, toda la comunicación es por carta. El hecho de escribir ayuda a la persona a expresar sentimientos, a ver objetivamente lo que ponen y lo que reciben en cada carta, tiempo que antes no lo valoraba, no lo tenía en cuenta. Luego de los tres primeros meses ve a la familia y a partir de allí todos los meses tiene una visita. Durante ese primer tiempo tenemos una reunión con la familia donde vamos trabajando y acompañando a esa otra parte que quedó muchas veces dañada por el problema de adicción de un hijo, de un esposo, lo que sea. Durante el año de recuperación hacen un mes de formación, donde profundizan más toda su vivencia dentro de la Fazenda y ese mes lo hacen en Dean Funes, en Córdoba. Allí es casi como un pueblito, donde quien atiende es gente normal que busca hacer un cambio de vida”.
El Hermano Luis Luján, antes de desarrollar su tarea pastoral en las Fazendas, trabajó con jóvenes en situación de calle y con problemas de adicción, por lo que tiene una amplia experiencia en el tema.
Consultado en torno a lo que ha aprendido de cada una de las personas con las que ha tomado contacto a través de esta tarea, dijo que “lo que primero aprendí es que uno tiene que escuchar mucho a las personas, estar atento. La persona expresa su sentimiento. Aprendí también, junto con los chicos, que es posible transformar la vida. Si ellos pueden cambiar la vida, si pueden dejar una sustancia que es adictiva, que genera dependencia física, cómo tantas personas que no tenemos dependencia a una sustancia no podemos salir de otras situaciones de vida. Aprendí con ellos que es posible cambiar la vida y que es posible ser felices desde la simplicidad, compartiendo las cosas simples de la vida. Aprendí también lo importante que es el trabajo en red con la familia”.
En una reflexión final para los padres, el Hermano Luis Luján expresó que “creo que todos los padres tienen el don de amar a sus hijos, por eso buscan el bien. Ninguno estudia para ser padre, se puede equivocar, se va aprendiendo en el proceso. Quiero decirles que no bajen los brazos, que no pierdan la esperanza, se puede sacar a un hijo adelante. La única batalla que se pierde es la que se deja de luchar en la vida”.

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