Benedicto XVI se desplazó en la mañana del domingo, en visita pastoral, a Arezzo en la región de Toscana. El Papa, que fue recibido por el presidente del gobierno italiano, Mario Monti y por las autoridades religiosas y civiles de la localidad celebró la santa misa ante más de 30.000 personas en el parque del Prado, detrás de la catedral aretina. El Papa, inspirado por el compromiso de la antigua Iglesia de Arezzo, exhortó a los cristianos a “estar presentes en la vida pública y a ser fermento de la sociedad”.
En presencia del obispo de Arezzo monseñor Riccardo Fontana, sacerdotes, religiosos y representantes de Asociaciones y Movimientos eclesiales, el Papa agradeció a todos las corteses expresiones de bienvenida.
“Hoy me recibe una antigua Iglesia, experta de relaciones y benemérita en los siglos por el compromiso de construir la ciudad del hombre a imagen de la Ciudad de Dios”. Dijo el Papa en su homilía. “En los siglos pasados la Iglesia que está en Arezzo fue enriquecida y animada por múltiples expresiones de la fe cristiana, entre las cuales la más alta es aquella de los Santos”.“La primera lectura -dijo el pontífice- nos presentó un momento importante en el que se manifiesta la universalidad del mensaje cristiano y de la Iglesia: san Pedro, en la casa de Cornelio, bautiza a los primeros paganos. En el Antiguo Testamento, Dios había querido que la bendición del pueblo hebreo no fuera exclusiva, sino que se extendiese a todas las naciones”. Así, “el gesto de Pedro se convierte en imagen de la Iglesia abierta a toda la humanidad. Siguiendo la gran tradición de vuestra Iglesia y de vuestras comunidades sed testigos auténticos del amor de Dios hacia todos”.
El Papa, que había recordado a las grandes figuras de la Iglesia aretina, desde San Donato al beato Gregorio X, sepulto en la catedral, exhortó a los fieles del siglo XXI a seguir siendo “fermento en la sociedad y cristianos coherentes”.
“La ciudad de Arezzo, resume en su historia milenaria, expresiones significativas de cultura y de valores -dijo- Esta tierra, donde nacieron grandes personalidades del Renacimiento, desde Petrarca hasta Vasari, tuvo parte activa en la afirmación de una concepción del ser humano que dejó huella en la historia de Europa, haciendo hincapié en los valores cristianos”.
En el contexto de la Iglesia en Italia, comprometida en esta década en el tema de la educación, debemos preguntarnos, sobre todo en esta región que es patria del Renacimiento, qué visión del hombre proponemos a las nuevas generaciones. La Palabra de Dios que escuchamos es una fuerte invitación a vivir el amor de Dios hacia todos, y la cultura de estas tierras cuenta, entre sus valores característicos, con la solidaridad, la atención a los más débiles, el respeto de la dignidad de cada uno. Ser solidarios con los pobres es reconocer el proyecto de Dios Creador, que hizo de todos una sola familia”.
“Testimoniar el amor de Dios –expresó el Papa-, en la atención a los últimos se conjuga también con la defensa de la vida, desde su primer instante hasta su fin natural. En esta región el asegurar a todos dignidad, salud y derechos fundamentales se considera, efectivamente, un bien irrenunciable. La defensa de la familia, a través de leyes justas y capaces de tutelar también a los más débiles, ha de constituir siempre un punto importante para mantener un tejido social sólido y ofrecer perspectivas de esperanza para el futuro”.
"Como en la Edad Media los fueros de estas ciudades fueron una herramienta para asegurar a muchos los derechos inalienables, también hoy debe continuar el compromiso por promover una ciudad del rostro cada vez más humano. La Iglesia brinda su contribución para que el amor de Dios esté siempre acompañado por el amor al prójimo”, concluyó el pontífice.+
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