(RV).- Inmediatamente después su llegada a Roma, antes de las 18 horas del 18 de agosto, de regreso de su tercer viaje apostólico, Francisco se dirigió a la Basílica Santa María Mayor con un ramo de flores que le entregó en Seúl una niña coreana.
En el avión el Obispo de Roma habló con los periodistas de los momentos más importantes de este viaje, de las emociones vividas y de los diversos encuentros, de la actualidad internacional desde Irak a Oriente Medio. El servicio es de nuestra colega Gabriela Ceraso:
El pensamiento sobre el pueblo coreano abre y cierra sustancialmente el diálogo articulado en 16 preguntas que el Papa respondió a los periodistas. Fue la actualidad internacional la que irrumpió entre los argumentos. Especialmente Irak: “Estoy dispuesto a ir”, reveló Francisco, “pero en este momento no es lo mejor para hacer”, después afirmó: “Es lícito frenar al agresor injusto”, frenar, "no digo bombardear", aclara, y por lo tanto evaluar los medios con los cuales hacerlo”. Detener al agresor es justo y lícito. Pero tenemos que tener memoria de todas las veces que con esta escusa de detener al agresor las potencias se han apropiado de los pueblos y han hecho ¡una verdadera guerra de conquista! Una sola nación no puede juzgar cómo se detiene esto, cómo se detiene a un agresor injusto".
Después se habló de la guerra en Oriente Medio. Le preguntan si fue inútil la oración y el ayuno con Abu Mazen y Peres, en el Vaticano. El Obispo de Roma respondió que aquella iniciativa “nacida de hombres que creen en Dios”, “no ha sido un fracaso absoluto” porque sin oración no hay negociación ni diálogo –explicó-, ha sido un paso fundamental en cuanto a la actitud humana”, “Creo que la puerta fue abierta”: "Ahora el humo de las bombas, de las guerras no dejan ver la puerta, pero la puerta ha quedado abierta desde aquel momento. Yo creo en Dios y creo que el Señor mira aquella puerta y a cuantos rezan y a cuantos piden que Él nos ayude".
Las emociones experimentadas, que encuentran muchos testimonios de sufrimiento en Corea, son ocasión para que el Papa hable de los efectos de la guerra. En el abrazo con las mujeres ancianas que sobrevivieron a la deportación en la Segunda Guerra mundial Francisco manifiesta haber visto el dolor de todo el pueblo coreano, dividido, humillado, invadido y sin embargo fuerte en su dignidad. De aquí parte el llamado al mundo: “debemos detenernos a pensar un poco en el nivel de crueldad al que hemos llegado” y después, palabras duras sobre la tortura usada en los procesos judiciarios y de inteligencia: "La tortura es un pecado contra la humanidad, es un delito contra la humanidad y a los católicos yo les digo: ¡Torturar una persona es pecado mortal, es pecado grave!. Pero es más: es un pecado contra la humanidad".
Después el pensamiento del Papa regresa sobre la disponibilidad al diálogo con el pueblo chino, definido “bello, noble y sabio”; "la Santa Sede tiene abiertos los contactos” dice Francisco que revela el deseo de viajar a China.
También le hacen una pregunta sobre el proceso de beatificación del arzobispo de San Salvador, Mons. Oscar Arnulfo Romero. “Está desbloqueado” -explica el Papa-, y expresa el deseo de que ahora todo se aclare para este "hombre de Dios" y se proceda con prontitud.
Después, las infaltables preguntas sobre los viajes previstos para el 2015: es segura la etapa en Filadelfia, para el encuentro mundial de las familias, a la que se podría agregar New York y Washington. Es probable después el viaje a Méjico, pero no es seguro, como también España. Finalmente, tantas curiosidades de los periodistas sobre la vida privada: la vida "normal" en Santa Marta, las vacaciones caracterizadas por un “ritmo distinto” de vida, con más lectura, más descanso, música. También la relación con Benedicto XVI fue tema de la conferencia: Es una relación "fraterna" hecha de intercambio continuo de opiniones. La elección que hace hoy un Papa emérito "abre una puerta", afirma Francisco, una “puerta que es institucional, non excepcional": "Porque nuestra vida se alarga y a una cierta edad no está la capacidad de gobernar bien, porque el cuerpo se cansa… la salud quizá es buena pero no hay capacidad para llevar adelante los problemas de un gobierno como el de la Iglesia. Quizá algún teólogo me dirá que esto es injusto. Los siglos dirán si es justo o no. Veremos. Pero yo haría lo mismo".
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