La idea partió de Marisol Escribano, enfermera, supernumeraria del Opus Dei: “Una vez escuché a San Josemaría decir que el trabajo de una enfermera tenía que trascender mucho más, porque en el enfermo teníamos al mismísimo Cristo. Aquello me impresionó tanto que me dije: Tengo en las manos un tesoro.”
Un punto de Camino le iluminó sobre el nombre y el objetivo de la asociación: “Ser pequeño: Las grandes audacias son siempre de los niños. —¿Quién pide... la luna? —¿Quién no repara en peligros para conseguir su deseo?”. (Camino, 857).
El sueño de Adrián era conocer a Leo Messi; el de María, nadar entre delfines; y así otros tantos: torear una vaquilla, navegar el 16 de julio junto a la Virgen del Carmen en la procesión por el mar, ir al Biopark de Valencia”… Satisfacer sus pequeños-grandes deseos es toda una terapia. “No hay nada más necesario que lo superfluo”, decía el narrador en otro momento de la película de Roberto Benigni.
“Aparte de la enfermería hacemos una labor muy humana con los niños, con sus familiares –explica Rocío, enfermera–. Intentamos por todos los medios que se sientan, entre comillas, como en casa. Darles todo lo que se les puede dar en función de su estado de salud. A la larga te das cuenta de que con estos mínimos detalles los niños son felices”.
Y Conchi, profesora del Aula Hospitalaria, añade: “Ves cómo afrontan la enfermedad, cómo asimilan todo, cómo aprenden…, y te quedas admirada. Seguro que los mayores no estamos tan capacitados como ellos”.
Padres, enfermeros, profesores se unen para hacer más llevadera la enfermedad de los pequeños. Salen al cine, al teatro, les invitan a la radio, celebran cumpleaños, etc. Y así, la dureza de la enfermedad se aligera. Luis y María Luisa, padres de Jesús, lo corroboran: “Pídeme la Luna es un respiro, una inyección de alegría. Son un equipo humano con una calidad estupenda”. “Hacen que nos juntemos todos, las mamás y los niños que han estado y todavía están malitos; entre todos somos como una familia grande”, dice Ana, madre de Anabel.
Telma y Paqui, madres, afirman que son super-enfermeras y super-médicos, pero Ángel Pablo, el vicepresidente, insiste en que “es una asociación humilde, formada por poquitas personas, pero grande, en cuanto a su vocación de servicio”. Y Pepa, la secretaría, “que lo único extraordinario son nuestros grandes héroes: los niños, sus padres y su hermanos”.
Para financiar alguna de las actividades, Marisol ha escrito un cuento infantil “El águila y el gorrión”, en el que se explica, de manera asequible, todo el proceso por el que pasa un niño afectado de leucemia. “Lo peor que se puede hacer es engañar a un niño –comenta su autora–. Hay que decirle la verdad, pero adaptada a su edad”. Las ilustraciones de la versión en inglés las ha hecho Marta Pérez y las de la versión en español, María Bernal. No hay trabajador de la planta que no lo lleve en la mano para venderlo a todos sus amigos y conocidos. El esfuerzo ha sido grande pero ha valido la pena. El libro ya está en librerías de toda España y en otros países que han querido colaborar con el proyecto.
En Ahora o nunca, película que narra las peripecias de dos enfermos de cáncer que deciden cumplir la lista de sus deseos, Carter (Morgan Freeman) le dice a Edward (Jack Nicholson): “A los egipcios al llegar a las puertas de su "cielo", tras la muerte, les hacían dos preguntas para permitirles o no el paso... La primera era: ¿Has conseguido ser feliz?... y la segunda y más importante: ¿Has proporcionado felicidad a los demás?”... Esto hacen cada día en la asociación Pídeme la Luna. Y no sólo la dan. También la reciben.
VER MAS: http://www.opusdei.es/art.php?p=53782
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