“Habitó entre nosotros”
Mis queridos hermanos y hermanas:
“Que Cristo habite, por la fe, en vuestros corazones, que el amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento”. Con estos deseos, os felicito la Navidad y el Año Nuevo. He hecho mías estas palabras de la carta del apóstol Pablo a los cristianos de Éfeso. El primer deseo es que Cristo habite en vuestro corazón. Debemos preguntarnos: ¿quién habita en nuestro corazón?, ¿a quién pertenece?, ¿está acaso vacío? Son preguntas que no podemos eludir porque de su respuesta depende el sentido de nuestra vida. Cuando el corazón está habitado por alguien que nos ama incondicionalmente nos sentimos realmente contentos, dignificados y fortalecidos. Si Cristo habita en él, nuestro corazón será luminoso, limpio, estará lleno de alegría y de amor auténtico. Todo lo que salga de él será bueno, constructivo y aportará paz. Para esto es necesario abrir la puerta, y esta puerta es la fe: acoger a Cristo en la fe, dejarlo entrar en nuestra vida, fiarnos y confiarnos a Él. “La fe es decidirse a estar con el Señor para vivir con Él”.
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