Para mí, vivir la fe es tener presente a Dios en todo lo que hago: cuando hago unas pizzas para unos amigos, cuando juego al fútbol, cuando estudio... en todo momento.
Una forma concreta de poder vivir esa fe con los demás es luchar por ser un cristiano coherente en el ambiente en el que estoy. Así, por la mañana rezo un rato y el domingo, como soy cristiano, voy a Misa. Después lucho por vivir bien en el partido de fútbol aunque a veces me equivoco y me enojo con el juez. Procuro comenzar de nuevo cuando me equivoco. Intento tener esa unidad de vida en todo lo que hago.
Me empeño por servir a mis amigos de diferentes formas. Tengo que esforzarme, obviamente. A veces ellos me hacen algún favor a mí y yo a veces también intento servirlos a ellos. Estamos acá haciendo unas pizzas para unos amigos que vienen a comer hoy por la noche. Trato de pensar en lo bien que lo van a pasar y que lo vamos a pasar. El sacrificio de pasarse tantas horas amasando vale la pena, porque tus amigos lo valoran mucho y lo disfrutan muchísimo.
A veces te pasa que cuando vas a casa de un amigo están todos recogiendo la mesa y vos obviamente te levantás enseguida y ayudás y todos te dicen: "Ay qué divino, qué bueno que sos". Pero después cuando volvés a tu casa, en el día a día, te cuesta ayudar a recoger la mesa.
Bueno, pues también en esas cosas, que son quizá las que más esfuerzo cuestan, tengo que empeñarme por hacerlas bien. El servicio siempre se concreta en obras ¿verdad? Porque a veces uno quiere servir, pero no sabe a quién.
Hace un tiempo, inspirados por San Josemaría, se nos ocurrió a unos amigos y a mí, visitar a gente que está enferma o gente que está sola, en un asilo. Eso nos está ayudando muchísimo porque es una forma concreta de ayudar todos los fines de semana, o cada quince días. Vamos a visitarles, les preguntamos cómo están, les contamos nuestras alegrías y les preguntamos cómo les va, qué están leyendo, si están contentos, si están tristes…
Es una forma concreta de servir a los demás como Jesús serviría a los demás. “Cuanto más generoso seas, por Dios, serás más feliz". San Josemaría. Surco, 18.
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