Radio Vaticana-(RV).- “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna”: sobre esta afirmación de Jesús contenida en el Evangelio propuesto por la liturgia del día, el Papa centró su homilía durante la Misa presidida el miércoles por la mañana en la Capilla de la Casa Santa Marta.
Con el Papa Francisco concelebraron el cardenal Angelo Sodano y el cardenal Angelo Comastri, en presencia de un grupo de trabajadores del Vaticano (Fabbrica di San Pietro) y del ministro italiano del Interior .
“El Señor - empezó diciendo Francisco - nos salva con su amor: no nos salva con una carta, con un decreto, sino que nos ha salvado con su amor”. Un amor tan grande que lo empuja a enviar a su Hijo que “se ha hecho uno de nosotros, ha caminado con nosotros … y esto nos salva”. Pero – se preguntó el Papa – “ ¿qué cosa significa, esta salvación? ¿qué significa ser salvados?”. Significa -explicó – volver a tener del Señor “la dignidad que hemos perdido”, la dignidad de ser hijos de Dios. Significa volver a tener la esperanza. Esta dignidad crece “hasta el encuentro definitivo con Él. Este es el camino de la salvación, y esto es bello: esto solo lo hace el amor.
Somos dignos, somos hombres y mujeres de esperanza. Esto significa ser salvados por el amor”. Pero el problema - subrayó el Obispo de Roma - es que a veces queremos salvarnos nosotros mismos “y creemos que podemos”, basando por ejemplo nuestras seguridades en el dinero y pensamos: “estoy seguro tengo dinero, todo … no hay problema … Tengo dignidad: la dignidad de una persona rica”. Pero esto – afirmó Francisco – “no basta. Pensamos a aquella parábola del Evangelio, del hombre que tenía los graneros llenos y decía : ‘Construiré otros más grandes para almacenar más y luego descansaré tranquilo’. Y el Señor le dice: ‘¡Insensato! Esta misma noche vas a morir’. Aquella salvación no vale, es una salvación provisional, y también ¡una salvación aparente!”.
Otras veces - continuó el Papa – “pensamos salvarnos con la vanidad, con el orgullo, ¿no?, creerse poderosos … Tampoco esto vale. Enmascaramos nuestra pobreza, nuestros pecados con la vanidad, el orgullo … También aquello termina”. Pero “la verdadera salvación” – confirmó - está en la dignidad que Dios nos devuelve, en la esperanza que Cristo nos ha dado con la Pascua.
“Hagamos hoy un acto de fe – fue la invitación del Pontífice – ‘Señor, yo creo. Creo en tu amor. Creo que tu amor me ha salvado. Creo que tu amor me ha dado aquella dignidad que no tenía. Creo que tu amor me da esperanza”. Y “solo el amor de Dios” puede dar la verdadera dignidad y la verdadera esperanza. “Es bello creer en el amor – concluyó Francisco - esta es la verdad. Es la verdad de nuestra vida. Hagamos esta oración: 'Señor, creo en tu amor. Y abramos el corazón para que este amor venga a nosotros, nos llene y nos empuje a amar a los demás'. Así sea”.
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