El poder del Bautismo empuja a los cristianos a la valentía de anunciar a Cristo, incluso sin seguridades, incluso entre persecuciones: lo afirmó el Papa Francisco durante la misa presidida esta mañana en la Domus Sancta Marthae, en presencia de un grupo de trabajadores del Banco Vaticano (Istituto delle Opere di Religione).
La homilía del Papa se ha centrado en el párrafo de los Hechos de los Apóstoles: la primera comunidad cristiana de Jerusalén vive en paz y en amor, pero inmediatamente después del martirio de San Esteban estalla una violenta persecución.
“Esto, observó el pontífice, es un poco el estilo de la vida de la Iglesia: entre la paz de la caridad y la persecución”. Es lo que sucede siempre en la historia “porque es el estilo de Jesús”. Con la persecución, muchos fieles escapan a Judea y Samaría y ahí anuncian el Evangelio, a pesar de estar solos, sin sacerdotes, porque los apóstoles se quedaron en Jerusalén: “Han dejado la casa, se llevaron consigo pocas cosas; no tenían seguridad, pero se fueron de lugar en lugar anunciando la Palabra. Llevaban con ellos la riqueza que tenían: la fe. Esa riqueza que el Señor les había dado. Son simples fieles, apenas bautizados hacía un año o poco más quizá. Pero tenían esa valentía de ir a anunciar. Y se les creía. Y hacían milagros”.
Estos primeros cristianos, observa el Papa, “tenían solamente la fuerza del bautismo” que “les daba la valentía apostólica, la fuerza del Espíritu Santo”: “Yo pienso en nosotros, bautizados: si nosotros tenemos esta fuerza y pienso: pero nosotros, ¿creemos en esto? ¿Que el bautismo baste, sea suficiente para evangelizar? O “esperamos” que el sacerdote diga, que el obispo diga. ¿Y, nosotros? Luego, la gracia del bautismo está un poco cerrada y nosotros estamos endurecidos por nuestros pensamientos, por nuestras cosas. O a veces pensamos: “No, nosotros somos cristianos: yo recibí el bautismo, hice la confirmación, la primera comunión, el documento de identidad está en regla”. Y ahora, duerme tranquilo: eres cristiano.
Pero, ¿dónde está esta fuerza del Espíritu que te lleva hacia delante?”
Es necesario, afirma el Papa, ser “fieles al Espíritu para anunciar a Jesús con nuestra vida, con nuestro testimonio y con nuestras palabras”: “Cuando hacemos esto, la Iglesia se vuelve una Iglesia Madre que genera hijos, hijos, hijos porque nosotros, hijos de la Iglesia, llevamos eso. Pero cuando lo hacemos, la Iglesia no se vuelve Madre, sino una Iglesia-canguro, que cuida al niño para ayudarlo a dormir. Es una Iglesia durmiente. Pensamos en nuestro bautismo, en la responsabilidad de nuestro bautismo”.
El Papa recuerda las persecuciones en Japón en el siglo XVII, cuando los misioneros católicos fueron expulsados y las comunidades cristianas permanecieron 200 años sin sacerdotes. A su regreso, los misioneros encontraron “bien a todas las comunidades, todo bautizados, todos catequizados, todos casados por la Iglesia y los que estaban muertos, todos enterrados cristianamente. No había sacerdotes... ¿Quién hizo esto? ¡Los bautizados”. Gracias a la obra de los bautizados: “Existe una gran responsabilidad para nosotros, los bautizados: anunciar a Cristo, llevar hacia delante la Iglesia, esta maternidad fecunda de la Iglesia. Ser cristiano no es hacer una carrera en una oficina para volverse abogado o un médico cristiano; no. Ser cristiano es un don que nos hace ir hacia delante con la fuerza del Espíritu en el anuncio de Jesucristo”.
Durante la persecución de los primeros cristianos, recuerda finalmente el Papa, María “oraba mucho” y animaba a los bautizados a ir hacia delante con valentía: “Pidamos al Señor la gracia de volvernos bautizados valientes y seguros que el Espíritu que tenemos en nosotros, recibido por al bautismo, nos empuja siempre a anunciar a Jesucristo con nuestra vida, con nuestro testimonio y también con nuestras palabras. Que así sea”.
(© Radio Vaticano)
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