El arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, cardenal Jorge Mario Bergoglio, destacó que la fiesta de San Cayetano sea “un encuentro de cercanía, de agradecimiento y petición” y, parafraseando el lema de la convocatoria en el santuario de Liniers: “San Cayetano, bendecí nuestra Patria con pan y trabajo para todos”, destacó que “venimos en representación de todos a pedir la bendición grande que necesita nuestra patria”.
“A alguno quizá le parezca poca cosa hacer una cola tan larga para pedir sólo una bendición; y más todavía si el pedido es que nos bendiga con pan y trabajo. Es verdad que el trabajo está duro, cuesta conseguirlo; y el pan está caro (el más barato como a 7 pesos el kilo). Pero hay algo más: si se fijan bien la bendición se agranda al comienzo y al final del pedido: donde decimos ‘nuestra patria’ y ‘para todos’”, subrayó ante miles de devotos que participaron de la misa central en el templo de Cuzco 150.
El purpurado porteño lamentó que haya gente que “maldice ‘este país’ o porque no le gustan algunas cosas o algunos de sus compatriotas”, y diferenció a estas personas de quienes acuden a orarle a San Cayetano: “Nosotros no maldecimos. Puede ser que protestemos o que discutamos, pero no sólo no maldecimos sino que, como sentimos que nuestra bendición no basta, venimos a pedir la bendición de Dios: que bendiga nuestra Patria, en todos sus habitantes, en toda su historia y su geografía”.
“Y a San Cayetano, que la bendiga con la bendición tan necesaria para una vida digna: con la bendición del pan y del trabajo para todos”, precisó.
Tras asegurar que desear pan y trabajo para “todos es una bendición”, porque “abrir el corazón y sentir presentes a todos, como hermanos, es una bendición”, consideró que “indignarnos contra la injusticia de que el pan y el trabajo no lleguen a todos es una parte de la bendición”.
“Colaborar con otros, partiendo y repartiendo nuestro pan, es la otra parte de la bendición que pedimos”, indicó.
El primado argentino explicó por qué es “una bendición desear y luchar para que haya pan y trabajo para todos”, al señalar: “Porque este buen deseo y esta lucha le hacen bien al corazón, lo alegran, lo ensanchan, lo hacen latir con felicidad. Jesús lo decía así: “Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados”.
“La justicia es la que alegra el corazón: cuando hay para todos, cuando uno ve que hay igualdad, equidad, cuando cada uno tiene lo suyo. Cuando uno ve que alcanza para todos, si es bien nacido, siente una felicidad especial en el corazón. Ahí se agranda el corazón de cada uno y se funde con el de los otros y nos hace sentir la Patria. La Patria florece cuando vemos ‘en el trono a la noble igualdad’, como bien dice nuestro himno nacional. La injusticia en cambio lo ensombrece todo. Qué triste es cuando uno ve que podría alcanzar perfectamente para todos y resulta que no”, cuestionó.
El cardenal Bergoglio puntualizó que “esa bendición se ve incluso en la humildad para mantener el todo aunque sea en un restito, como cuando decimos ‘si no alcanza para todos, al menos que alcance para todos los chicos’ y colaboramos en el comedor infantil… Decir ‘todos los chicos’ es decir todo el futuro. Decir ‘todos los jubilados’ es decir toda nuestra historia”, y destacó que “nuestro pueblo sabe que el todo es mayor que las partes y por eso pedimos ‘pan y trabajo para todos’”.
“Qué despreciable en cambio el que atesora sólo para su hoy, el que tiene un corazón chiquito de egoísmo y sólo piensa en manotear esa tajada que no se llevará cuando se muera. Porque nadie se lleva nada. Nunca ví un camión de mudanza detrás de un cortejo fúnebre. Mi abuela nos decía: ‘la mortaja no tiene bolsillos’”, graficó.
Asimismo, insistió en decir que “venimos a pedir hoy esta bendición tan especial para nuestra patria. La necesitamos porque en la vida hay muchos que tiran cada uno para su lado, como si uno pudiera tener una bendición para él solo o para un grupo” y advirtió “eso no es una bendición sino una maldición. Y fíjense qué curioso, el que tira para su lado y no para el bien común suele ser una persona que maldice: que maldice a los otros y que mal-dice las cosas: las dice mal, miente, inventa, dice la mitad…”
El arzobispo invitó a pedirle a San Cayetano que nos convierta en personas que desean el bien para todos, personas que luchan y colaboran con Jesús para que esta bendición se haga realidad”, y agradecerle a Jesús “el haber traído esta bendición a nuestra tierra: él fue el primero en ‘desear el bien para todos’, sin exclusión de nadie. Fue el primero y asoció a muchos que hoy son nuestros santos, como San Cayetano, como nuestro Cura Brochero, santos porque no recortaron la bendición, gente de esa que ‘hace sentarse a todos’ y ‘bendice y parte y reparte’. Que linda imagen: ser personas que bendicen y que parten y reparten. Y no ser de los que maldicen y juntan y juntan, y después no se van a poder llevar nada”.
Solamente nos llevamos lo que dimos, lo que repartimos, lo que compartimos. San Cayetano, bendice nuestra patria con pan y trabajo para todos. Se lo pedimos también a la Virgen. Virgencita, bendecí nuestra patria con pan y trabajo para todos. Ella se da cuenta cuando falta algo. ¿Se acuerdan del casamiento en Caná? Se lo pedimos a nuestro Padre del Cielo: Padre, danos hoy a todos nuestro pan de cada día y que todos aceptemos la invitación a trabajar en esta viña tuya que es nuestra querida Patria Argentina”, concluyó.+
Texto completo de la homilía: http://www.aica.org/documentos-s-Q2FyZGVuYWwgSm9yZ2UgTWFyaW8gQmVyZ29nbGlvIFNK-709
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