martes, 4 de noviembre de 2014

Angelo Pio, mi hijo con Síndrome de Down: ¡un regalo de Dios!

¿Nos puedes contar un poco sobre tu vida antes del nacimiento de Angelo Pio?
Boy on Steps
Gina: Yo era periodista. Comencé en la CBS News, trabajé en la revista 48 Horas, fui reportera de TV en Virginia Occidental, reportera de tránsito en Nueva York y, al inicio del 2001, comencé a trabajar en la ABC News. El verdadero punto de partida de esta historia, desde varios puntos de vista, fue el 11 de septiembre de 2001, porque formé parte de un gran equipo de periodistas que cubrimos los eventos de aquel día en la Zona Cero. Me quedé ahí hasta la mañana siguiente y viví aquella sensación fuerte de “yo no se lo que va a suceder cuando me despierte de esta pesadilla”. Yo siempre había sido muy centrada, pero después de todo eso, sentí de repente la urgencia de más equilibrio en mi vida.

¿Qué hiciste para encontrar ese equilibrio?

Gina: Me dispuse a irme de vacaciones a Italia, sola. Siempre quise ir al Vaticano y me agradaba mucho el Papa Juan Pablo II. En ese viaje conocí a un hombre y me enamoré de él. Tuvimos una relación llena de problemas, pero continuamos yendo y viniendo durante algunos años. Cuando parecía que las cosas se consolidarían y comenzamos a hablar de matrimonio, me quedé embarazada. En ese primer momento estuvimos muy felices.

¿Qué sucedió durante el embarazo?

Gina: Cuando yo estaba con tres meses de embarazo, los exámenes prenatales revelaron el Síndrome de Down del bebé. Fue un shock, un sufrimiento. Yo casi no dormía, y cuando lo lograba, me despertaba con una sensación sofocante de desesperación, tristeza, miedo.

¡Eso te ahoga! Varias personas me presionaban para que interrumpiera el embarazo: mi doctor era uno, además del padre de mi hijo…Y eso era lo más doloroso. Te rompe el corazón cuando te dicen que tu hijo no debe nacer. Principalmente cuando uno está tan frágil…

¿Cómo lidiaste con esa presión para abortar al bebé?

Gina: En medio de aquello, con toda la presión, yo fijé una consulta para abortar. Después de colgar el teléfono, me acuerdo que sentí un peso inmenso dentro de mí, casi sofocante; era la desesperación absoluta, la sensación de un quebrantamiento completo…No tengo palabras para describirlo.

¿Qué te hizo cambiar de idea?

Gina: Otras personas en mi vida fueron decisivas. Una de esas personas, en especial, fue un sacerdote maravilloso que no dejaba que yo me sintiera abandonada. Hoy yo se que había una montaña de personas bombardeando los cielos con oraciones por mí y mi bebé. El poder de la oración no puede ser subestimado nunca, porque, en mi corazón, el miedo estaba venciendo la batalla… Yo estaba completamente destruida. ¿Sabes aquellos dibujos con el angelito y el diablito susurrando cada uno en la oreja de alguien? Exactamente así. El diablito me susurraba al oído: “Todo esto puede acabar de una vez aquí…Después del aborto, la vida continuará…Las cosas van a volver a la normalidad. No estás obligada a esto. Podrás tener otro hijo después”. Era un verdadero disco rayado tocando en mi oído. Un padre me sugirió hablar con las Sisters of Life (congregación de las Hermanas de la Vida). Llamé y hablé con una de las hermanas. Fue una batalla durante algunas semanas. Después, finalmente, recibí una gracia enorme. Terminé mi relación y me mudé al convento del Sagrado Corazón de Jesús.

¿Por qué te mudaste al convento?

Gina: Yo tenía que lograr escuchar lo que Dios me decía… Necesitaba saber: “¿Dios mío, me estás pidiendo ser madre soltera de un bebé con Síndrome de Down?”. Cuando vives en el Sagrado Corazón, tu vida de oración aumenta, queriéndolo o no. ¡Y yo quería! Yo me acuerdo, con toda claridad, que cuando decidí ir al Sagrado Corazón, tuve esa sensación que se tiene cuando se dice “sí”. Esa levedad, esa paz…Pienso que es la recompensa por la entrega, ¿no?

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