jueves, 14 de mayo de 2015

Educar a los jóvenes a los auténticos valores del deporte, deseo del Papa Francisco

(RV).- El Papa Francisco envió un Mensaje a los participantes en el Seminario Internacional de estudio sobre el tema “Entrenadores: Educadores de personas”, organizado por la oficina Iglesia y Deporte del Pontificio Consejo para los Laicos, y que se desarrolla en Roma.
“La presencia de un buen entrenador-educador  – constata el Santo Padre- se muestra providencial sobre todo en los años de la adolescencia y de la primera juventud, cuando la personalidad se encuentra en pleno desarrollo y en búsqueda de modelos y de identificación”, cuando “es más real el peligro de extraviarse detrás de malos ejemplos y en la búsqueda de falsas felicidades”. “En ésta delicada fase de la vida -subraya el Pontífice-  es grande la responsabilidad de un entrenador, que a menudo tiene el privilegio de pasar muchas horas de la semana con los jóvenes y de tener gran influencia sobre ellos con su comportamiento y su personalidad.  La influencia de un educador, sobre todo para los jóvenes, depende más de aquello que él es como persona y de cómo vive aquello que dice”.
Por lo tanto, observó Francisco- es muy importante “que un entrenador sea ejemplo de integridad, de coherencia, de un sano juicio, de imparcialidad, pero también de alegría de vivir, de paciencia, de capacidad de estima y de benevolencia hacia todos, especialmente hacia los más desfavorecidos”. Y es “importante que sea ejemplo de fe” porque la fe “nos ayuda a levantar la mirada hacia Dios, para no absolutizar alguna de nuestras actividades, incluída aquella deportiva, ya sea amatorial o profesional, y mantener así la justa distancia y la sabiduria para relativizar ya sea las derrotas que las victorias”. La fe, además, “nos da aquella mirada de bondad sobre los otros que nos hace superar la tentación de la rivalidad demasiado encendida y de la agresividad, nos hace comprender la dignidad de toda persona, también de aquella menos dotada y desfavorecida”.
“El entrenador -constata el Papa- puede dar una valiosa contribución para crear un clima de solidaridad y de inclusión para los jóvenes marginados” y “si tiene equilibrio humano y espiritual sabrá también preservar los auténticos valores del deporte y su naturaleza fundamental de juego y de actividad socializante, impidiendo que se desnaturalice por presión de tantos intereses, sobre todos económicos, hoy en día cada vez más invasivos”.
El entrenador – se lee también en el mensaje – como “todo buen formador debe recibir asimismo una sólida formación.  Es necesario formar a los formadores”.  Por eso es menester “invertir los recursos necesarios para la formacion profesional, humana y espiritual de los entrenadores”.  “¡Qué hermoso sería  - concluye el Mensaje del Papa -  si en todos los deportes, y en todos los niveles, desde las grandes competencias internacionales hasta los torneos de los oratorios parroquiales, los jóvenes encontrasen en sus entrenadores auténticos testimonios de vida y de fe vivida!”.

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