(RV).- (audio) El Papa Francisco lo ha dicho en más de una ocasión: "Hay más mártires hoy que en los primeros tiempos de la Iglesia". “En el mundo son muchos los perseguidos porque quieren ir a misa, o tener una Biblia, o un Evangelio”. “El mundo no tolera la divinidad de Cristo”.
Y la última víctima, el último mártir, el último testimonio del evangelio que dio su vida por los demás ha sido este lunes por la mañana el padre Frans van der Lugt, jesuita holandés, asesinado en la ciudad siria Homs, de un tiro a quemarropa en la cabeza.
Un hombre de paz, el padre Frans. Tenía 75 años. Había llegado a Siria en 1966. En estos años de guerra civil nunca ha salido de la ciudad de Homs, bastión de los rebeldes asediados desde hace casi un año por las fuerzas del presidente Bashar Al Assad. Varias veces dijo que no se iría mientras hubieran quedado cristianos en la zona sitiada. Hace tres meses lanzó un apremiante llamamiento, a través de Internet, para que pudiera ponerse a salvo a la población de Homs. Estas fueron sus palabras: "Junto con los musulmanes - dijo - vivimos una situación difícil y dolorosa, y sufrimos muchos problemas. Y el mayor de ellos es el hambre”.
La Curia Generalicia de los jesuitas ante la muerte del Padre Frans Van der Lugt, expresa su consternación por el brutal asesinato de un hombre que ha dedicado su vida a los pobres y necesitados, sobre todo en la ciudad de Homs, y que no los abandonó, incluso en los momentos de más peligro. Siempre habló de la paz y la reconciliación, y abrió las puertas a todos aquellos que buscaban su ayuda, sin distinción de raza o religión. "No veo musulmanes o cristianos, acostumbraba decir, sino sólo seres humanos. Yo soy el único sacerdote y el único extranjero en este lugar, pero no me siento como un extranjero".
Palabras de dolor y consternación también las expresadas por el padre Federico Lombardi: “Allí donde el pueblo muere, mueren también sus fieles pastores. En este momento de gran dolor, expresamos nuestra participación en la oración, y también un gran orgullo y gratitud por haber tenido un hermano tan cerca de los que más sufren en el testimonio del amor de Jesús hasta el final”. El director de la Oficina de prensa de la Santa Sede habló del padre Frans como de “un hombre de paz, que muere con gran valentía por continuar fiel a su misión en una situación extremadamente arriesgada y difícil con el pueblo sirio, al cual había dedicado desde hace mucho tiempo su vida y su servicio espiritual.
El Cardenal Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, el arzobispo Leonardo Sandri, junto con los superiores y los miembros del personal del dicasterio han expresado sus más profundas condolencias a la familia. “No olvidamos el ejemplo y las palabras del Padre Frans. Un día antes las comunidades orientales en Roma nos habíamos reunido a orar por la paz en Siria en la Iglesia del Pontificio Colegio Armenio”.
Radio Vaticano recogió también las palabras de un hermano jesuita del padre Frans, el padre Ghassan Sahoui
“Es cierto que hay mucha tristeza, pero al mismo tiempo, cuando nos fijamos en su vida en la ciudad de Homs, vemos una misión y el llamamiento a todos los cristianos a no abandonar su territorio. El destino de los cristianos es el de dar testimonio de la paz, la reconciliación y el amor. Y él era un hombre de paz, un hombre de diálogo, querido por todos”. “Nuestra misión es permanecer hasta el final. Así que todo eso no nos da miedo; al contrario, son ejemplos que nos dan fuerza: son una luz para nosotros en esta situación muy difícil y compleja”.
(ER - RV)
Y la última víctima, el último mártir, el último testimonio del evangelio que dio su vida por los demás ha sido este lunes por la mañana el padre Frans van der Lugt, jesuita holandés, asesinado en la ciudad siria Homs, de un tiro a quemarropa en la cabeza.
Un hombre de paz, el padre Frans. Tenía 75 años. Había llegado a Siria en 1966. En estos años de guerra civil nunca ha salido de la ciudad de Homs, bastión de los rebeldes asediados desde hace casi un año por las fuerzas del presidente Bashar Al Assad. Varias veces dijo que no se iría mientras hubieran quedado cristianos en la zona sitiada. Hace tres meses lanzó un apremiante llamamiento, a través de Internet, para que pudiera ponerse a salvo a la población de Homs. Estas fueron sus palabras: "Junto con los musulmanes - dijo - vivimos una situación difícil y dolorosa, y sufrimos muchos problemas. Y el mayor de ellos es el hambre”.
La Curia Generalicia de los jesuitas ante la muerte del Padre Frans Van der Lugt, expresa su consternación por el brutal asesinato de un hombre que ha dedicado su vida a los pobres y necesitados, sobre todo en la ciudad de Homs, y que no los abandonó, incluso en los momentos de más peligro. Siempre habló de la paz y la reconciliación, y abrió las puertas a todos aquellos que buscaban su ayuda, sin distinción de raza o religión. "No veo musulmanes o cristianos, acostumbraba decir, sino sólo seres humanos. Yo soy el único sacerdote y el único extranjero en este lugar, pero no me siento como un extranjero".
Palabras de dolor y consternación también las expresadas por el padre Federico Lombardi: “Allí donde el pueblo muere, mueren también sus fieles pastores. En este momento de gran dolor, expresamos nuestra participación en la oración, y también un gran orgullo y gratitud por haber tenido un hermano tan cerca de los que más sufren en el testimonio del amor de Jesús hasta el final”. El director de la Oficina de prensa de la Santa Sede habló del padre Frans como de “un hombre de paz, que muere con gran valentía por continuar fiel a su misión en una situación extremadamente arriesgada y difícil con el pueblo sirio, al cual había dedicado desde hace mucho tiempo su vida y su servicio espiritual.
El Cardenal Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, el arzobispo Leonardo Sandri, junto con los superiores y los miembros del personal del dicasterio han expresado sus más profundas condolencias a la familia. “No olvidamos el ejemplo y las palabras del Padre Frans. Un día antes las comunidades orientales en Roma nos habíamos reunido a orar por la paz en Siria en la Iglesia del Pontificio Colegio Armenio”.
Radio Vaticano recogió también las palabras de un hermano jesuita del padre Frans, el padre Ghassan Sahoui
“Es cierto que hay mucha tristeza, pero al mismo tiempo, cuando nos fijamos en su vida en la ciudad de Homs, vemos una misión y el llamamiento a todos los cristianos a no abandonar su territorio. El destino de los cristianos es el de dar testimonio de la paz, la reconciliación y el amor. Y él era un hombre de paz, un hombre de diálogo, querido por todos”. “Nuestra misión es permanecer hasta el final. Así que todo eso no nos da miedo; al contrario, son ejemplos que nos dan fuerza: son una luz para nosotros en esta situación muy difícil y compleja”.
(ER - RV)
No hay comentarios:
Publicar un comentario