martes, 17 de abril de 2012

Dos nuevos sacerdotes para el obispado castrense


Buenos Aires, 17 Abr. 12 (AICA)

El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor José María Arancedo, confirió el orden del presbiterado a los diáconos Ignacio David Cherino y Luis María Berthoud, incardinados en el Obispado Castrense.

Las ordenaciones se llevaron a cabo durante una celebración eucarística que monseñor Arancedo presidió en la catedral castrense Stella Maris el viernes 13 de abril y fue concelebrada por el nuncio apostólico, monseñor Emil Paul Tscherrig, el administrador diocesano del obispado castrense, monseñor Pedro Candia, los capellanes mayores y un gran número de capellanes castrenses de las Fuerzas Armadas y Fuerzas de Seguridad, como también sacerdotes de otras diócesis.
El templo se encontraba colmado de fieles. Asistieron los jefes de la Armada y de la Fuerza Aérea, junto con altas autoridades de las demás fuerzas. También participaron familias e invitados especiales.

Al finalizar la celebración, el Nuncio Apostólico pronunció un mensaje.

El presbítero Ignacio David Cherino cumplirá su misión pastoral en el Ejército, y el presbítero Luis María Berthoud lo hará en la Armada Argentina.

Homilía de Mons. Arancedo
“La Iglesia nos les da una delegación para cumplir una función, los hace partícipes por el sacramento del Orden Sagrado del sacerdocio de Cristo”, dijo en su homilía monseñor Arancedo dirigiéndose a los diáconos que iban a ser ordenados sacerdotes. Y añadió: Ustedes “actuarán in persona Christi. Esto nos ayuda a comprender el ‘para siempre’ de lo que hoy va a acontecer en ustedes. No hay un Cristo que elegimos a nuestra medida o por un tiempo, somos elegidos por él y ordenados por la Iglesia para vivir a la medida de Jesucristo”.

“No alcanzamos ni iniciamos una carrera en el sacerdocio”, porque “nuestra vida debe ser una disponibilidad permanente al servicio del pueblo de Dios. Siempre nos deben guiar aquellas palabras del Señor: “No he venido a ser servido sino a servir”. Estas verdades deben ir marcando ese progresivo identificarnos con Cristo, no tenemos otra fuente. Una sólida y exigente vida espiritual es garantía de una auténtica vida sacerdotal”.

“La vida de ustedes, como sacerdotes del Ordinariato Castrense, ante todo, es presencia y acompañamiento. Debe ser una presencia significativa que tenga en Cristo su imagen ideal”, porque “la alegría del Pastor está en el servicio y en el crecimiento espiritual de su rebaño. El mundo de hoy, que para ustedes tiene en las Fuerzas Armadas un ámbito propio con sus tiempos y características, necesita de una presencia y acompañamiento que responda a esa profunda dimensión religiosa y espiritual del hombre. La dimensión religiosa no es un agregado más al hombre, sino su verdad y reclamo más profundo como ser espiritual”.

Ser capellán militar es un compromiso importante y especial
Al término de la celebración, el nuncio apostólico, monseñor Emil Paul Tscherrig dirigió un mensaje a los noveles sacerdotes y a los jefes y miembros de las Fuerzas Armadas.

“Me siento muy feliz -comenzó diciendo el Nuncio- de poder celebrar con ustedes este gozoso acontecimiento de la ordenación sacerdotal de nuevos capellanes del Ordinariato Militar y los saludo en nombre del Santo Padre, que los acompaña con sus oraciones y su Bendición Apostólica”.

“Ser capellán militar es un compromiso importante y especial. Ustedes están al servicio de los miembros de las Fuerzas Armadas y Fuerzas de Seguridad y de sus familias, y participan, por lo tanto, en sus ritmos de vida y de trabajo. Su cargo es definido por reglamentos particulares, pero su misión y la de todos los sacerdotes, es la de acompañar a los miembros de la familia militar en su camino de fe, con el fin de que también ellos lleguen a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad.

“Todos ustedes, queridos hermanos de las Fuerzas Armadas y Fuerzas de Seguridad, están llamados a ser santos porque esta es la vocación de todos nosotros, los cristianos. Y para realizar esta vocación, según la conocida expresión de San Pablo, debemos “tomar las armas de Dios”, estar firmes, abrocharnos el cinturón de la verdad como “coraza”, poner “justicia”, estar dispuestos “a anunciar la noticia de la paz” y a tener “embrazado el escudo de la fe”.

En otro momento de su mensaje monseñor Tscherrig pidió a los “estimados Oficiales y miembros de las Fuerzas Armadas Argentinas y Fuerzas de Seguridad”, que “acepten a los capellanes del Ordinariato Militar como a sus hermanos en Cristo que los acompañan en el camino de la fe y les ofrecen la Palabra de Dios y los Sacramentos de la Iglesia, a fin de que puedan participar en la nueva creación que es el fruto de la muerte y resurrección del Hijo de Dios. Que la presencia de Cristo en sus corazones llegue a ser fuente de amor a Dios y de caridad para el prójimo”.

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