VATICANO, 29 Ene. 12 / 09:41 am
En su saludo en español este mediodía (hora de Roma) luego de rezar el Ángelus, el Papa Benedicto XVI alentó a escuchar la voz de Dios y no endurecer el corazón.
El Santo Padre invitó a "todos a escuchar la voz de Dios y a no endurecer el corazón. Busquemos tiempo para meditar cuanto el Señor nos propone en la divina Palabra y respondamos a ella con una oración sincera, constante y humilde".
De ahí, dijo el Santo Padre, "sacaremos fuerzas para afrontar las dificultades de la vida y servir con sencillez a los que nos rodean, sobre todo a quienes pasan por pruebas diversas".
En su reflexión previa a la oración mariana, el Papa se refirió al pasaje del Evangelio de hoy, de San Marcos, en el que un hombre "poseído por un espíritu inmundo" reconoce en Cristo al "Santo de Dios" y Mesías que lo libera de la posesión.
El Papa afirmó que "la palabra que Jesús dirige a los hombres abre inmediatamente el acceso a la voluntad del Padre y a la verdad de sí mismos".
"No así, en cambio, sucedía a los escribas, que tenían que esforzarse en interpretar las Sagradas escrituras con numerosas reflexiones. Además, a la eficacia de la palabra, Jesús unía aquella de los signos de la liberación del mal".
San Atanasio, prosigue el Santo Padre, "observa que ‘ordenar a los demonios y expulsarlos nos es una obra humana sino divina’, de hecho, el Señor ‘alejaba de los hombres toda clase de enfermedades. ¿Quién, viendo su poder… habría aún dudado que Él sea el Hijo, la Sabiduría y la Potencia de Dios?’".
La autoridad divina, explicó Benedicto XVI según señala la nota de Radio Vaticana, "no es una fuerza de la naturaleza. Es el poder del amor de Dios que crea el universo y encarnándose en el Hijo Unigénito, bajando en nuestra humanidad, sana al mundo corrupto por el pecado".
"A menudo para el hombre la autoridad significa afán de posesión, poder, dominio, suceso. Para Dios, en cambio, la autoridad significa servicio, humildad, amor; significa entrar en la lógica de Jesús que se inclina para lavar los pies a los discípulos, que busca el verdadero bien del hombre, que mira las heridas, que es capaz de un amor tan grande de dar la vida, porque es el Amor".
El Papa recordó que el jueves 2 de febrero, fiesta de la Presentación del Señor en el templo, la Iglesia celebra la Jornada Mundial de la Vida Consagrada.
"Invoquemos con fe a María Santísima, para que guíe nuestros corazones para tomar siempre de la misericordia divina, que libera y sana nuestra humanidad, colmándola de toda gracia y bien, con la potencia del amor", concluyó.
Luchar por erradicar la lepra y rezar por la paz en Tierra Santa
El Papa saludó a la Asociación italiana Amigos de Raul Follerau, en esta Jornada mundial de los enfermos de lepra, y alentó "a todas las personas afligidas por esta enfermedad, así como a cuantos les asisten y, de distintas formas, se comprometen de forma activa para eliminar la pobreza y la marginación, verdaderas causas de que perdure el contagio".
El Santo Padre se refirió también a la beatificación en Viena de la madre de familia y fundadora de la Sociedad de las Hermanas de la Caritas sociales, Hildegard Burjan. Recordando su lema "la caridad de Cristo nos apremia", el Papa invitó a alabar al Señor por este gran testimonio del Evangelio.
Benedicto XVI recordó luego la Jornada internacional de intercesión por la paz en Tierra Santa. "En profunda comunión con el Patriarca Latino de Jerusalén y el Custodio de Tierra Santa, invoquemos el don de la paz para esa Tierra bendecida por Dios", dijo.
Este domingo, la Plaza de San Pedro se alegró con la presencia de numerosos muchachos de la Acción Católica de Roma, que concluyeron con el Papa el "mes de la paz". Como es tradicional, el último domingo de enero, una niña y un niño acompañaban al Santo Padre, después del rezo del Ángelus, ayudándolo luego a soltar dos palomas, símbolo de paz.
"Queridos muchachos, también este año han querido dar vida a la Caravana de la Paz. Les agradezco y aliento llevar por doquier la paz de Jesús", finalizó.
En su saludo en español este mediodía (hora de Roma) luego de rezar el Ángelus, el Papa Benedicto XVI alentó a escuchar la voz de Dios y no endurecer el corazón.
El Santo Padre invitó a "todos a escuchar la voz de Dios y a no endurecer el corazón. Busquemos tiempo para meditar cuanto el Señor nos propone en la divina Palabra y respondamos a ella con una oración sincera, constante y humilde".
De ahí, dijo el Santo Padre, "sacaremos fuerzas para afrontar las dificultades de la vida y servir con sencillez a los que nos rodean, sobre todo a quienes pasan por pruebas diversas".
En su reflexión previa a la oración mariana, el Papa se refirió al pasaje del Evangelio de hoy, de San Marcos, en el que un hombre "poseído por un espíritu inmundo" reconoce en Cristo al "Santo de Dios" y Mesías que lo libera de la posesión.
El Papa afirmó que "la palabra que Jesús dirige a los hombres abre inmediatamente el acceso a la voluntad del Padre y a la verdad de sí mismos".
"No así, en cambio, sucedía a los escribas, que tenían que esforzarse en interpretar las Sagradas escrituras con numerosas reflexiones. Además, a la eficacia de la palabra, Jesús unía aquella de los signos de la liberación del mal".
San Atanasio, prosigue el Santo Padre, "observa que ‘ordenar a los demonios y expulsarlos nos es una obra humana sino divina’, de hecho, el Señor ‘alejaba de los hombres toda clase de enfermedades. ¿Quién, viendo su poder… habría aún dudado que Él sea el Hijo, la Sabiduría y la Potencia de Dios?’".
La autoridad divina, explicó Benedicto XVI según señala la nota de Radio Vaticana, "no es una fuerza de la naturaleza. Es el poder del amor de Dios que crea el universo y encarnándose en el Hijo Unigénito, bajando en nuestra humanidad, sana al mundo corrupto por el pecado".
"A menudo para el hombre la autoridad significa afán de posesión, poder, dominio, suceso. Para Dios, en cambio, la autoridad significa servicio, humildad, amor; significa entrar en la lógica de Jesús que se inclina para lavar los pies a los discípulos, que busca el verdadero bien del hombre, que mira las heridas, que es capaz de un amor tan grande de dar la vida, porque es el Amor".
El Papa recordó que el jueves 2 de febrero, fiesta de la Presentación del Señor en el templo, la Iglesia celebra la Jornada Mundial de la Vida Consagrada.
"Invoquemos con fe a María Santísima, para que guíe nuestros corazones para tomar siempre de la misericordia divina, que libera y sana nuestra humanidad, colmándola de toda gracia y bien, con la potencia del amor", concluyó.
Luchar por erradicar la lepra y rezar por la paz en Tierra Santa
El Papa saludó a la Asociación italiana Amigos de Raul Follerau, en esta Jornada mundial de los enfermos de lepra, y alentó "a todas las personas afligidas por esta enfermedad, así como a cuantos les asisten y, de distintas formas, se comprometen de forma activa para eliminar la pobreza y la marginación, verdaderas causas de que perdure el contagio".
El Santo Padre se refirió también a la beatificación en Viena de la madre de familia y fundadora de la Sociedad de las Hermanas de la Caritas sociales, Hildegard Burjan. Recordando su lema "la caridad de Cristo nos apremia", el Papa invitó a alabar al Señor por este gran testimonio del Evangelio.
Benedicto XVI recordó luego la Jornada internacional de intercesión por la paz en Tierra Santa. "En profunda comunión con el Patriarca Latino de Jerusalén y el Custodio de Tierra Santa, invoquemos el don de la paz para esa Tierra bendecida por Dios", dijo.
Este domingo, la Plaza de San Pedro se alegró con la presencia de numerosos muchachos de la Acción Católica de Roma, que concluyeron con el Papa el "mes de la paz". Como es tradicional, el último domingo de enero, una niña y un niño acompañaban al Santo Padre, después del rezo del Ángelus, ayudándolo luego a soltar dos palomas, símbolo de paz.
"Queridos muchachos, también este año han querido dar vida a la Caravana de la Paz. Les agradezco y aliento llevar por doquier la paz de Jesús", finalizó.
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