martes, 23 de febrero de 2016

Papa en Santa Marta: Decir y no hacer conduce a la hipocresía





La vida cristiana es concreta, “Dios es concreto”, pero tantos son los cristianos que simulan serlo, los que hacen de la pertenencia a la Iglesia un adorno sin comprimo, una ocasión de prestigio en lugar de una experiencia de servicio hacia los más pobres.
El camino del hacer
El Papa relacionó el texto litúrgico del día, del Profeta Isaías, con el pasaje del Evangelio de Mateo para explicar, una vez más, la “dialéctica evangélica” existente entre “el decir y el hacer”. Francisco destacó las palabras de Jesús, quien desenmascara la hipocresía de los escribas y de los fariseos invitando a los discípulos y a la multitud a observar lo que enseñan pero a no comportarse como ellos:
“El Señor nos enseña el camino del hacer. Y cuántas veces encontramos gente – ¡también nosotros, eh! – tantas veces en la Iglesia: ‘¡Oh soy muy católico!’. ‘¿Pero qué cosa haces?’. Cuántos padres se dicen católicos, pero jamás tienen tiempo para hablar con sus propios hijos, para jugar con sus propios hijos, para escuchar a sus propios hijos. Quizás tengan a sus padres en una casa para ancianos, pero siempre están ocupados y no pueden ir a verlos y los dejan abandonados. ‘¡Pero soy muy católico, eh! Yo pertenezco a aquella asociación’. Esta es la religión del decir: yo digo que soy así, pero estoy en la mundanidad”.
Lo que Dios quiere
Eso de “decir y no hacer” – afirmó el Papa Bergoglio –  “es un engaño”. Las palabras de Isaías, subrayó, indican qué es lo que Dios prefiere: “Dejen de hacer el mal, aprendan a hacer el bien”. “Socorran al oprimido, hagan justicia al huérfano, defiendan la causa de la viuda”. Y demuestran también otra cosa, la infinita misericordia de Dios, que dice a la humanidad: “Vamos, vengan y discutamos. Incluso si sus pecados fueran como la púrpura, se volverán blancos como la nieve”:
“La misericordia del Señor sale al encuentro de aquellos que tienen el coraje de discutir con Él, pero discutir sobre la verdad, sobre las cosas que yo hago o aquellas que no hago, para corregirme. Y éste es el gran amor del Señor, en esta dialéctica entre el decir y el hacer. Ser cristiano significa hacer: hacer la voluntad de Dios. Y el último día  – porque todos nosotros tendremos uno, eh! – aquel día, ¿qué nos preguntará el Señor? Nos dirá: “¿Qué cosa han dicho sobre mí?”. ¡No! Nos preguntará acerca de las cosas que hemos hecho”.
Los cristianos por simulación
Y aquí el Santo Padre citó el amado capítulo del Evangelio de Mateo sobre el juicio final, cuando Dios pedirá cuentas al hombre de lo que habrá hecho a hambrientos, sedientes, encarcelados, extranjeros. “Ésta  – exclamó Francisco – es la vida cristiana. En cambio, el sólo decir nos lleva a la vanidad, a aquel hacer de cuenta que somos cristianos. Pero no, no se es cristianos así”:
“Que el Señor nos dé esta sabiduría de entender bien dónde está la diferencia entre el decir y el hacer, nos enseñe el camino del hacer y nos ayude a ir por aquel camino, porque el camino del decir nos lleva al lugar donde estaban estos doctores de la ley, estos clérigos, a los cuales les gustaba vestirse y actuar precisamente como si fueran una majestad, ¿no? ¡Y esto no es la realidad del Evangelio! Que el Señor nos enseñe este camino”.

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