jueves, 4 de octubre de 2012

«Ser Iglesia Misionera, prioridad renovada »

OCTUBRE es en la Iglesia el mes de las MISIONES y este año, viene cargado con varios acontecimientos que tienen una clara significación misionera. Se cumplen 50 años del inicio del Concilio Vaticano II.
Así mismo el Papa Benedicto XVI nos convoca al Año de la Fe y la realización del Sínodo de Obispos sobre la Nueva Evangelización que se celebrará en la Santa Sede.
 
El Papa destaca en su mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones, el carácter misionero del Concilio Vaticano II por la presencia y participación de Iglesias jóvenes del 3er. Mundo. Estas, representadas por Obispos de África, Asia y América Latina, eran el fruto de testimonios misioneros que han sembrado el Evangelio en esas tierras, que en ese entonces ya tenían una entidad propia y vitalidad. Esta realidad llevo a la reflexión y a implantar una Eclesiología misionera como lo menciona Benedicto XVI. Uno de los frutos es el decreto conciliar Ad-Gentes, sobre la actividad misionera de la Iglesia.
Este documento fue fruto de largos y fecundos años de acción misionera de la Iglesia en pueblos y continentes que aún no conocían a Cristo. Fue inspirador de un fecundo magisterio posterior de los Papas Pablo VI, Juan Pablo II y ahora Benedicto XVI y también iluminó a conferencias continentales y nacionales para asumir el desafío de una Nueva Evangelización.
En América Latina tenemos el acontecimiento de Aparecida: es un hito reciente en esta proyección misionera de nuestra fe y nos plantea, como comunidad eclesial, el llamado a una conversión pastoral en clave misionera que nos lleve a vivir como Iglesia en estado de Misión permanente.
Este espíritu debe atravesar toda la pastoral de las Iglesias, renovándola y proponiendo acciones programáticas de misión, no solo de eventos misioneros, sino que es un llamado a la “conversión pastoral” donde estamos implicados todos como Iglesia. Nos corresponde en primer lugar a los Obispos, pero en este llamado urgente están incluidos todos los bautizados, ya que somos “discípulos-misioneros” de Jesucristo.
En este sentido el Papa en su mensaje afirma “para un Pastor, pues, el mandato de predicar el Evangelio no se agota en la atención por la parte del Pueblo de Dios que se le ha confiado a su cuidado pastoral…Debe implicar todas las actividades de la Iglesia local, todos sus sectores y en resumidas cuentas, todo su ser y su trabajo.” Esto puede traducirse cuando DA habla de “conversión pastoral”. Es el desafío constante de “dejar estructuras caducas” o estilos pasivos o de conservación: cuando son muchedumbres inmensas las que aún no conocen el amor de Dios manifestado en Jesucristo, o de tantos que abandonaron nuestras comunidades. Es una conversión que toca al corazón de la Iglesia: en sus responsables pastorales y en todos los proyectos y realizaciones. Es un cambio de estilo y de actitud, ya que implica “salir de uno mismo, de lo que se hace habitualmente y de las seguridades que nos brindan nuestros lugares y grupos; es un llamado a desinstalarnos.
 
“…el inmenso horizonte de la misión de la Iglesia, la complejidad de la situación actual, requieren hoy nuevas formas para poder comunicar eficazmente la Palabra de Dios” Verbum Domini, 97. Para comunicar la novedad del Evangelio debemos “recomenzar desde Cristo”: convertir las actividades de la Iglesia en espacios donde el anuncio kerigmático, conduzca a un “encuentro con Cristo como Persona viva, que colma la sed del corazón y que nos impulse a compartir con otros el gozo de esta presencia y de hacerla conocer, para que todos la puedan experimentar.” Cuando se logra esto se renueva la fe en Jesús y en su Reino, se siente más hondamente el vacío, la soledad, el abandono y marginación de tantos hermanos. Se siente compasión verdadera y se quiere comunicar lo vivido. Esto lleva a superar fronteras. Ya no podemos quedarnos tranquilos.
El llamado urgente a renovar nuestro compromiso misionero no puede estar ausente la “misión ad-gentes, según el Papa “debe ser el horizonte constante y el paradigma en todas las actividades eclesiales.” ¿Cómo despertar ese interés misionero en nuestras diócesis, parroquias, congregaciones y movimientos? Esto es la tarea específica de los Equipos Diocesanos de ANIMACION MISIONERA.
Una manera es dar a conocer acerca de misioneros/as principalmente de nuestro país que están trabajando y sirviendo en tierras de misión ya que “Nadie ama lo que no conoce”.
¿Conocemos misioneros argentinos que están dando su vida en tierras y pueblos de misión? ¿Tenemos algún contacto personal o comunitario con ellos? ¿Como publicitamos en nuestras comunidades las actividades de estos misioneros?
La vida de santos misioneros despertó muchas vocaciones de consagración a la misión. El conocimiento de nuestros misioneros despierta interés, deseos de colaboración y porque no pensar que pueden ser instrumentos de nuevas vocaciones misioneras. Hay testimonios maravillosos de misioneros: válidos para nuestra juventud y para nuestras familias. Cuando conocemos sus vidas, su acción, su pasión por el Reino, sus grandes necesidades, nacen deseos de ayudar, de rezar por ellos, de comunicarnos para alentarlos y surgen laicos y familias, que después de un sincero discernimiento van a la misión ad-gentes: colaborando con misioneros que ya están en esos frentes.
Corremos con el riesgo de encerrarnos en nuestros horizontes reducidos y perdemos la dimensión universal del llamado de Jesús: “vayan a todos los pueblos de la tierra”. Somos pocos los evangelizadores para tantas necesidades y urgencias entre nosotros. Vuelve a la memoria lo que nos decía el Documento de Puebla: “debemos dar desde nuestra pobreza”. Muchos que han hecho esa opción, en medio de necesidades locales, y hoy el Señor ha bendecido a esas comunidades con nuevas vocaciones y florecimiento de las comunidades eclesiales: tanto diocesanos como de la vida consagrada.
Que María, Reina de las Misiones, nos alcance la gracia de renovar nuestro fervor misionero para que el Señor nos lleve hacia nuestros hermanos hambrientos de Pan, Verdad y Amor, aquí y mas allá de las fronteras.

Mons. Vicente Bokalic, MC.
Presidente de la Comisión Episcopal de Misiones (CEA)

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