lunes, 3 de octubre de 2011

85º Colecta Mundial por las Misiones

«Testigos misioneros como él, comprometidos


con la vida»




«Me he puesto en marcha...»

Así comienza una frase del Beato Juan Pablo II, donde como en un diálogo abierto y fraterno con los Obispos comparte con ellos la responsabilidad tanto en lo que se refiere a la nueva evangelización como a la misión universal “Me he puesto en marcha por los caminos del mundo para anunciar el Evangelio, para confirmar a los hermanos en la fe, para consolar a la Iglesia, para encontrar al hombre” (Cf. RM 63).

Este hombre, Papa y Beato ha sido un enamorado del Evangelio, y un tenaz discípulo misionero de Jesús, empeñado en el encuentro personal con todos, cercano y amigo de los jóvenes, lleno de ternura y compasión con los enfermos y los más pobres de la tierra. En sus viajes, el lugar central era para Cristo, continuamente hacía hincapié en que la fe explícita en Cristo es lo que da plenitud de vida a los hombres y mujeres.

Decía el Papa Benedicto XVI: “Quiero subrayar una vez más los dos ejes de su vida y su ministerio: la oración y el celo misionero. Juan Pablo II fue un gran contemplativo y un gran apóstol de Cristo” (Ciudad del Vaticano, domingo, 10 de abril de 2011)

La misión como lo afirma tan radicalmente el documento Ad Gentes, no es sólo una de las cosas que la iglesia hace, sino que es su identidad, la identidad de cada uno de los bautizados. La misión no es algo que hacen algunos “especialistas”, los misioneros en este caso, sino algo a lo que estamos llamados todos los cristianos.

También tenemos que decir que la misión ya no se define tanto como un concepto territorial, sino como una actitud fundamental de la iglesia en todo lugar y tiempo. Por otro lado ir más allá de las fronteras, pasar a la otra orilla, son elementos esenciales de nuestra identidad como cristianos, discípulos misioneros, como Iglesia (DA 376-377). Es muy importante todo el trabajo pastoral que hacemos en nuestras parroquias y diócesis, pero no debemos perder de vista la misión en el mundo entero. Tampoco tenemos que pensar que la misión es una cuestión de ir de aquí para allá como “turistas” que van paseando, sino un servicio a las personas, a las que tenemos cerca y a las que están lejos, a las de nuestro país y a las de otros continentes, a las que son de la propia cultura y a las que son de otras.

Nuestra vida como discípulos misioneros de Jesús, tiene además dos matices fundamentales: La oración que nos permite “ver y sentir” como ve y siente el corazón de Jesús, y el compromiso con los más pobres y marginados de la tierra. La misión nos descentra de nosotros mismos para mirar al otro y sobre todo al que más sufre, nos empeña en la solidaridad, en un estilo de vida sencillo y desprendido, nos hace íntimos amigos de Dios y servidores de su Palabra. No olvidemos que hoy como ayer, la atención al otro y la solidaridad con los más pobres sigue siendo el Evangelio que mejor entienden todos.

Precisamente a esto nos convoca cada año el mes de las misiones y la Colecta Mundial de las Misiones en octubre, nos anima a asumir como corresponsables de la misión universal de la Iglesia en los cinco continentes, un compromiso concreto en la oración y con nuestra ayuda material .
Que tengan un octubre misionero, colmado de alegría por ser discípulos misioneros de Jesús y muy comprometidos con la misión!

Pbro. Osvaldo P. Leone
Director Nacional de las OMP - Argentina

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