miércoles, 14 de enero de 2009

SE ADVIERTE EN LOS TEMPLOS UNA PERDIDA DEL SENTIDO DE LO SAGRADO


La Plata (Buenos Aires), 13.Ene. 09 (AICA)

Es en el templo donde nuestra vida cotidiana es rescatada de su rutina, de su carácter superficial
"Es frecuente ver ahora por la calle a muchachos con el torso desnudo y la remera en la mano. Mucha gente, incluso por el centro de las ciudades, caminando en ojotas. Esto no se daba antes”, dijo el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, en su reflexión televisiva semanal, en la que manifestó su preocupación acerca de este fenómeno “por lo que tiene que ver con el modo de vestir en la iglesia”. Y agregó: “En realidad, se observa cada vez más frecuentemente que, este fenómeno que se da en la ciudad en el verano, entra en los templos”. “Así -advirtió- uno se encuentra con señoras jóvenes y no tan jóvenes con un atuendo que parece más adecuado para tomar sol en la terraza o en el patio de su casa. Muchachos y no tan muchachos que van prácticamente ‘en patas’ y en pantalones cortos o bermudas. He llegado a ver algunos en pantalón de baño”. Sin embargo, subrayó que “esas mismas personas que van vestidos así a la iglesia a una ceremonia religiosa, seguro que si tienen una fiesta importante visten de punta en blanco y soportan el cuello y la corbata”. El prelado platense relacionó este fenómeno con “una pérdida del sentido de lo sagrado”, porque, sostuvo: “Ya no se advierte más que esa visita a la iglesia es ir a un lugar sagrado a vivir un tiempo sagrado. No se advierte que la fiesta litúrgica de la misa tiene una relevancia singular y que también la expresamos con nuestra manera de vestir”. Tras señalar que con “la manera en que vamos vestidos a la iglesia estamos demostrando, estamos diciendo a voces qué pensamos de ese momento, qué importancia le damos”, monseñor Aguer aclaró que no se trata de una “mera moralidad” sino también “del reconocimiento del lugar y el tiempo distinto de la vida cotidiana”. “No entra así nomás la vida cotidiana en el templo porque es allí, en el templo, en el contacto con la liturgia de la iglesia y los misterios de la fe, donde nuestra vida cotidiana es como rescatada de su rutina, de su carácter superficial, y es puesta en contacto con la fuente de la vida nueva, con la gracia de la resurrección y eso lo tendríamos que expresar, también, discretamente, en la manera de vestir”.

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