domingo, 6 de diciembre de 2015

Ablandar los corazones endurecidos, convertirse, recibir la salvación que Dios ofrece a todos sin cesar y ser cristianos enamorados de Jesús

(RV).- En sus palabras después de la oración del Ángelus, el Papa Francisco hizo referencia, en primer lugar, a la XXI Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático que se está llevando a cabo en París, pidiendo que "por el bien de la casa común, de todos nosotros y de las futuras generaciones", todo el esfuerzo de las autoridades y de las personas responsables de tomar decisiones, esté dirigido a la mitigación de los impactos de los cambios climáticos, a contrastar la pobreza y a hacer florecer la dignidad humana.
Recordamos que hace pocos días atrás en su discurso a la ONU en Nairobi, afirmaba que "sería triste" y "hasta catastrófico", que "los intereses particulares prevalezcan sobre el bien común y lleven a manipular la información para proteger sus proyectos". En esa ocasión reiteró que "el cambio climático es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas", e hizo un llamamiento a dar respuestas "que incorporen una perspectiva social que tenga en cuenta los derechos fundamentales de los más postergados". 
Por otra parte en el corazón del Papa el camino hacia la unidad de los cristianos, en el quincuagésimo aniversario de la eliminación de las sentencias de excomunión intercambiadas entre la Iglesia de Roma y de Constantinopla en 1054, seguido por un pedido de oración por el Patriarca Ecuménico Bartolomé y por los demás jefes de las Iglesias Ortodoxas: "que las relaciones entre católicos y ortodoxos se inspiren siempre en el amor fraterno", dijo. Asimismo una oración para que la fidelidad de los nuevos beatos proclamados ayer en Perú, Michael Tomaszek, ZbigniewStrzałkowski y Alessandro Dordi sea fuente de fortaleza "para los cristianos perseguidos en el mundo".
Texto y audio completo de las palabras del Papa después de la oración del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas,
Sigo con gran atención los trabajos de la Conferencia sobre el clima en curso en París, y me vuelve a la mente una pregunta que hice en la encíclica Laudato si ''¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo?'' (n. 160). Por el bien de la casa común, de todos nosotros y de las futuras generaciones, en París todo el esfuerzo debe estar dirigido a la mitigación de los impactos de los cambios climáticos y, al mismo tiempo, a contrastar la pobreza para que florezca la dignidad humana. Recemos para que el Espíritu Santo ilumine a todos los que están llamados a tomar decisiones tan importantes y les dé el coraje de tener siempre como criterio de elección el bien mayor para la familia humana.
Mañana se celebra el quincuagésimo aniversario de un acontecimiento memorable entre católicos y ortodoxos. El 7 de diciembre de 1965, en la vigilia de la conclusión del Concilio Vaticano II, con una Declaración común del Papa Pablo VI y del Patriarca Ecuménico Atenágoras, se eliminaban de la memoria las sentencias de excomunión intercambiadas entre la Iglesia de Roma y la de Constantinopla en 1054. Es realmente providencial que aquel gesto histórico de reconciliación, que ha creado las condiciones para un nuevo diálogo entre ortodoxos y católicos en el amor y la verdad, sea recordado precisamente en el inicio del Jubileo de la Misericordia. No hay un auténtico camino hacia la unidad sin un pedido de perdón a Dios y entre nosotros, por el pecado de la división. Recordemos en nuestras oraciones al querido Patriarca Ecuménico Bartolomé y a los demás jefes de las Iglesias ortodoxas, y pidamos al Señor que las relaciones entre católicos y ortodoxos se inspiren siempre en el amor fraterno.   
Ayer, en Chimbote (Perú), fueron proclamados beatos Michael Tomaszek y Zbigniew Strzałkowski, Franciscanos Conventuales, y Alessandro Dordi, sacerdote fidei donum, asesinados por odio a la fe en 1991. Que la fidelidad de estos mártires en el seguimiento de Cristo dé la fuerza a todos nosotros, pero especialmente a los cristianos perseguidos en diferentes partes del mundo, para dar testimonio valiente del Evangelio.
Saludo a todos ustedes, peregrinos que han venido de Italia y de diversos países; ¡hay muchas banderas! En particular al coro litúrgico de Milherós de Poiares y a los fieles de Casal de Cambra, Portugal. Saludo a los participantes en el Congreso del Movimiento de Compromiso Educativo de Acción Católica, a los fieles de Biella, Milán, Cusano Milanino, Neptuno, Rocca di Papa y Foggia; a los confirmandos de Roncone y de Settimello, a la Banda de Calangianus y al Coro de Taio.
Les deseo a todos un buen domingo y una buena preparación para el inicio del Año de la Misericordia. Por favor no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!

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