(RV).- Paz y reconciliación. El Papa Francisco desarrolló su homilía de la Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta partiendo de este binomio. El Pontífice condenó a cantos producen armas para matar en las guerras, y también puso en guardia contra los conflictos que se producen dentro de las comunidades cristianas. Además, el Santo Padre hizo una nueva exhortación a los sacerdotes a ser misericordiosos como lo es el Señor.
Jesús es el Príncipe de la paz porque genera paz en nuestros corazones. El Papa Francisco se inspiró en las lecturas del día para detenerse en el binomio paz-reconciliación. También formuló la pregunta de si solemos agradecer este don de la paz que hemos recibido en Jesús. Y afirmó que la paz “ha sido hecha, pero no ha sido aceptada”.
Basta de producir armas, la guerra aniquila
También hoy, todos los días, “en los telediarios, en los periódicos – constató con amargura el Pontífice – vemos que hay guerras, vemos las destrucciones, el odio y la enemistad”.
“También hay hombres y mujeres que trabajan tanto – ¡pero trabajan tanto! – para fabricar armas para matar, armas que al final terminan bañadas en la sangre de tantos inocentes, de tanta gente. ¡Existen las guerras! ¡Existen las guerras y existe esa maldad de preparar la guerra, de construir armas contra el otro, para matar! La paz salva, la paz te hace vivir, te hace crecer; la guerra te aniquila, te lleva hacia abajo”.
Quien no sabe perdonar, no es cristiano
Sin embargo – explicó el Santo Padre – la guerra no es sólo ésta, “está también en nuestras comunidades cristianas, entre nosotros”. Y éste – subrayó Francisco – es el “consejo” que hoy nos da la liturgia: “Hagan la paz entre ustedes”. Y añadió que el perdón “es la palabra clave”: “Como el Señor los ha perdonado, así hagan también ustedes”.
“Si tú no sabes perdonar, no eres cristiano. Serás un buen hombre, una buena mujer… Pero no haces lo que ha hecho el Señor. Y también: si tú no perdonas, no puedes recibir la paz del Señor, el perdón del Señor. Y cada día, cuando rezamos el Padrenuestro: ‘Perdónanos, como nosotros perdonamos…’. Es un ‘condicional’. Tratamos de ‘convencer’ a Dios que somos buenos, como nosotros somos buenos perdonando: al revés. Palabras, ¿no? Como cantaba aquella bella canción: ‘Palabras, palabras, palabras’, ¿no? Creo que la cantaba Mina… ¡Palabras! ¡Perdónense! Como el Señor los ha perdonado, así hagan ustedes”.
La lengua destruye, hace la guerra
Hay necesidad de “paciencia cristiana”, reafirmó el Pontífice. Y añadió: “Cuántas mujeres heroicas hay en nuestro pueblo que soportan por el bien de la familia y de los hijos, tantas brutalidades, tantas injusticias: soportan y van adelante con la familia”. Cuántos hombres “heroicos hay en nuestro pueblo cristiano – prosiguió diciendo Francisco – que soportan levantarse temprano por la mañana para ir al trabajo – tantas veces un trabajo injusto, mal pagado – para regresar por la noche, para mantener a la esposa y a los hijos. Estos son los justos”. Pero – añadió – también están aquellos que “hacen trabajar la lengua y hacen la guerra”, porque “la lengua destruye, ¡hace la guerra!”. Hay otra palabra clave – dijo también el Santo Padre – “que dice Jesús en el Evangelio”: “misericordia”. Es importante “comprender a los demás, no condenarlos”.
Sacerdotes sean misericordiosos, no bastoneen a la gente en el confesionario
“El Señor, el Padre es tan misericordioso – afirmó también el Pontífice – siempre nos perdona, siempre quiere hacer la paz con nosotros”. Pero “si tú no eres misericordioso – advirtió el Papa – corres el riesgo de que el Señor no sea misericordioso contigo, porque nosotros seremos juzgados con la misma medida con la que juzgamos a los demás”:
“Si tú eres sacerdote y no te sientes capaz de ser misericordioso, dile a tu obispo que te dé un trabajo administrativo, pero ¡por favor, no vayas al confesionario! ¡Un sacerdote que no es misericordioso hace tanto mal en el confesionario! Bastonea a la gente. ‘No, Padre, yo soy misericordioso, pero soy un poco nervioso…’. ‘Es verdad… Antes de ir al confesionario ¡ve al médico para que te dé una pastilla contra los nervios! ¡Pero sé misericordioso!’. Y también misericordiosos entre nosotros. ‘Pero aquel ha hecho esto… ¿Yo qué cosa he hecho?’; ‘¡Aquel es más pecador que yo!’: ¿Quién puede decir esto, que el otro es más pecador que yo? ¡Nadie puede decir esto! Sólo el Señor sabe”.
El Obispo de Roma también puso de manifiesto que como enseña San Pablo, es necesario revestirse con “sentimientos de ternura, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de magnanimidad”. Y reafirmó que éste es el “estilo cristiano”, “el estilo con el que Jesús ha hecho la paz y la reconciliación”. “No es la soberbia, no es la condena, no es hablar de los demás”.
Y concluyó diciendo: “Que el Señor nos dé a todos nosotros la gracia de soportarnos recíprocamente, de perdonar, de ser misericordiosos, como el Señor es misericordioso con nosotros”.
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