El viernes 11 de septiembre, la gran mayoría de la Cámara de los Comunes ha votado contra el proyecto de ley: 330 los votos contrarios, 118 los votos a favor.
Entre las voces fundamentales que han contribuido al buen resultado de este batalla está la de la baronesa Jane Campbell, miembro independiente de la Cámara de los Lores y enferma de atrofia muscular.
En 2009 Campbell ya convenció al parlamento inglés para rechazar un proyecto de ley que habría permitido ayudar a los enfermos a viajar hacía esos países donde la eutanasia es legal.
-Baronesa, ¿cómo es posible que la ley, aprobada en su primera fase el 24 de junio pasado, haya sido rechazada por la gran mayoría?-Es increíble, sinceramente no nos lo esperábamos. Creíamos que habría a favor el mismo número de quien se ha opuesto a la norma.
-¿Qué ha pasado? ¿Cómo explica la victoria de los que se oponían a la ley?-Ha sido fundamental la voz de unos veinte discapacitados entre los cuales había, como yo, personas con enfermedades degenerativas. Hemos intervenido en el debate desmintiendo lugares comunes que nos describen como gente desesperada.
»También hemos presentados todos los riesgos de la legislación, demostrando comoleyes similares en el extranjero empujan a los enfermos a sentirse como un peso, pidiendo la eutanasia como vía de salida normal al dolor y a una sociedad que los rechaza.
»Todo ello ha hecho que creciera la conciencia de los diputados que, frente a los cifras de las muertes causadas en esos países donde la eutanasia es legal para personas como yo, no han querido votar a favor de dicha ley. «Si aprueban la ley -hemos repetido- pondrán en peligro mortal a toda la sociedad y en lugar de ayudar a las personas con dificultades, las empujarán a la desesperación».
-Usted, ¿que argumentos ha esgrimido?
-He contado mi historia y mi amor por la vida. Y como los otros enfermos que han intervenido, he explicado que vivimos vidas normales y que todo depende del apoyo y del amor que recibimos.
»Esto es verdad para todos, la vida es digna y bella si tenemos a personas que nos aman, pero esto es más evidente para un enfermo. Al contrario, cualquiera es llevado a la desesperación si el Estado o la familia ponen en duda que su vida es digna de ser vivida.
»La tragedia aparece cuando las personas no creen en nosotros. Creo que la voz de nuestra experiencia ha cambiado todo el debate. Las personas de buena fe o confundidas han entendido.
-La ley fue redactada siguiendo el modelo de la ley de Oregon, aprobada en 1997, según la cual el solicitante tiene que ser mayor de edad, mentalmente capacitado y enfermo terminal. ¿Cómo les han convencido de que se habría pasado al homicidio de minusválidos, ancianos o niños?-Hemos explicado a los diputados del Parlamento que todas las leyes sobre el suicidio asistido que inicialmente contemplaban sólo los enfermos terminales, han acabado implicando otras categorías de personas, las que usted acaba de mencionar. No hay freno cuando se decide que la vida está disponible.
»Además, ha ayudado el hecho de que la Asociación de los médicos británicos, el Royal College de los médicos, el Royal College de los médicos de familia, la Asociación para los cuidados paliativos y la sociedad geriátrica británica se hayan expresado todas contra el proyecto de ley. También entre las asociaciones de pacientes enfermos de cáncer la oposición ha sido unánime: todas han declarado que la ley era peligrosa.
-¿Espera usted otra propuesta de ley similar?
-Sí, pero no creo que se presente hasta dentro de unos años. Todo dependerá de la ayuda y el apoyo que se dé a minusválidos y enfermos.
-Son conocidos los escándalos sobre personas incapaces de expresarse asesinadas por personal hospitalario sin el conocimiento de los familiares y a pesar de que la eutanasia es ilegal. El problema del país, por consiguiente, ¿es más moral o legal?-El escándalo de las muertes realizadas sin consentimiento ha contribuido a despertar las conciencias. Cuando hemos explicado que en lugar de combatir el homicidio, era necesario que el paciente fuera amado y sostenido, los diputados han decidido rechazar la ley: «Haced lo posible para que la ley y el sistema ayuden a los enfermos y veréis que será mucho más difícil invocar la muerte». Nos han escuchado.
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