lunes, 30 de abril de 2012

Dos nuevos beatos: José Toniolo y Pierre-Adrien Toulorge

(RV).- Los dos grandes momentos que este 29 de abril marcaron la vida de la Iglesia con la proclamación de dos nuevos beatos Pierre-Adrien Toulorge en Francia, y Giuseppe Toniolo en Italia, estuvieron al centro de la alocución pontificia posterior a la plegaria mariana del Regina Caeli que Su Santidad Benedicto XVI elevó desde el balcón de su estudio privado. Esta mañana tuvo lugar en la Basílica de San Pablo Extramuros la ceremonia con rito de beatificación presidida por el cardenal Salvatore Georgi para recordar y asumir en su ejemplo y camino de santidad, la emblemática y gran figura de Giuseppe Toniolo, José Toniolo. Mientras en Francia en la misma fecha el cardenal Angelo Amato proclama la figura de un mártir francés del siglo XVIII.

En conexión directa con la Plaza de San Pedro el Santo Padre se dirigió a los fieles reunidos en la Basílica de San Pablo extra Muros, donde esta mañana fue proclamado Beato José Toniolo. En su alocución quiso recordar que "el nuevo beato italiano “vivió entre los siglos XIX y XX, fue esposo y padre de siete hijos, profesor universitario y educador de jóvenes, economista y sociólogo, apasionado servidor de la comunión en la Iglesia. Actuó las enseñanzas de la Encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII; promovió la Acción Católica, la Universidad Católica del Sagrado Corazón, las Semanas Sociales de los católicos italianos y un Instituto de derecho internacional de la paz". Su mensaje es de gran actualidad, especialmente en este tiempo: el Beato Toniolo indica el camino del primado de la persona humana y de la solidaridad. Èl escribió: «Por encima de los mismos legítimos bienes e intereses de las naciones y de los Estados, hay una nota inseparable que impulsa a todos a la unidad, es decir el deber de la solidaridad humana». Benedicto XVI recordó asimismo que en Coutances, en Francia, fue beatificado el sacerdote Pierre-Adrien Toulorge, Pedro Adriano Toulorge, de la Orden Premostratense y que vivió en la segunda mitad del siglo XVIII y que dio su vida en la guillotina. El Santo Padre invitó a rendir gracias a Dios por este luminoso “mártir de la verdad”. (Patricia L. Jáuregui Romero - Radio Vaticano)

domingo, 29 de abril de 2012

Roma recuerda el primer aniversario de la beatificación de Juan Pablo II

29 de Abril, 2012. (Romereports.com) El 1 de mayo se cumple un año de la beatificación de Juan Pablo II, días históricos en los que Roma se llenó de peregrinos que vinieron desde todas las partes del mundo para este evento único.

El Vaticano trabajó contrarreloj para que todo estuviera listo. Una gigantografía colgaba del colonnato de la plaza de San Pedro, junto a fotos con los eventos más importantes del pontificado de Juan Pablo II.

También se colocó durante unas horas una estatua en Via della Conciliazione, la calle que lleva hacia el Vaticano.

Horas antes de la beatificación, el Circo Máximo de Roma se llenó de velas durante una vigilia de oración a la que asistieron cientos de miles de personas que consideraban ya a Juan Pablo II un verdadero santo.

“Para mí ya es un santo. Estuve en todos los momentos importantes aquí en la plaza: Cuando lo eligieron, cuando anunciaron su muerte, durante los funerales y por supuesto no podía faltar hoy. Estuve en todos esos momentos históricos y por eso he venido también esta noche, porque este Papa verdaderamente fue un santo”.
“Ha sido una cosa muy especial. Llegué un poquito tarde pero pude sentir la vibración, la alegría y el júbilo que tiene la gente para poder llevar esto hasta mañana y completar el día”.

La vigilia reunió a peregrinos de todo el mundo, de todas las edades y con historias muy distintas. Pero todos compartían el mismo sentimiento al rendir homenaje a Juan Pablo II que fue Papa durante la mayoría de sus vidas.

“Juan Pablo II me dio serenidad, me acompañó durante muchísimos años. Tengo 40 años, así que he vivido durante la mayor parte de su pontificado. Recuerdo cuando fue elegido, yo era muy pequeña”.
A primera hora de la mañana del 1 de mayo, el Vaticano abrió las puertas de la plaza y una marea de peregrinos corrieron para ocupar las primeras filas.

Poco después de las 10 de la mañana, unos dos millones de personas escucharon en un emocionado silencio la fórmula que pronunció el Papa y por la que Juan Pablo II fue nombrado oficialmente beato.
En ese momento se desveló un tapiz de Juan Pablo II sonriente, que parecía saludar a los peregrinos. Desde ese momento está a sólo un paso de ser declarado santo.
VER:
http://www.romereports.com/palio/roma-recuerda-el-primer-aniversario-de-la-beatificacion-de-juan-pablo-ii-spanish-6643.html





sábado, 28 de abril de 2012

“Las vocaciones don de la Caridad de Dios”

Mensaje de Benedicto XVI para la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones


CIUDAD DEL VATICANO, lunes 13 febrero 2012 (ZENIT.org).- El 29 de abril de 2012, IV Domingo de Pascua, se celebra en la Iglesia la 49 Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, con el tema “Las vocaciones don de la Caridad de Dios”. Publicamos el texto del Mensaje que Benedicto XVI envía con este motivo a los obispos, sacerdotes y fieles de todo el mundo.

Queridos hermanos y hermanas:

La XLIX Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que se celebrará el 29 de abril de 2012, cuarto domingo de Pascua, nos invita a reflexionar sobre el tema: Las vocaciones don de la caridad de Dios.

La fuente de todo don perfecto es Dios Amor - Deus caritas est -: «quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él» (1 Jn 4,16). La Sagrada Escritura narra la historia de este vínculo originario entre Dios y la humanidad, que precede a la misma creación. San Pablo, escribiendo a los cristianos de la ciudad de Éfeso, eleva un himno de gratitud y alabanza al Padre, el cual con infinita benevolencia dispone a lo largo de los siglos la realización de su plan universal de salvación, que es un designio de amor. En el Hijo Jesús –afirma el Apóstol- «nos eligió antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos e irreprochables ante Él por el amor» (Ef 1,4). Somos amados por Dios incluso "antes" de venir a la existencia. Movido exclusivamente por su amor incondicional, Él nos "creó de la nada" (cf. 2M 7,28) para llevarnos a la plena comunión con Él.

Lleno de gran estupor ante la obra de la providencia de Dios, el salmista exclama: «Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano, para que te cuides de él?» (Sal 8,4-5). La verdad profunda de nuestra existencia está, pues, encerrada en ese sorprendente misterio: toda criatura, en particular toda persona humana, es fruto de un pensamiento y de un acto de amor de Dios, amor inmenso, fiel, eterno (cf. Jr 31,3). El descubrimiento de esta realidad es lo que cambia verdaderamente nuestra vida en lo más hondo. En una célebre página de las Confesiones, san Agustín expresa con gran intensidad su descubrimiento de Dios, suma belleza y amor, un Dios que había estado siempre cerca de él, y al que al final le abrió la mente y el corazón para ser transformado: «¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, más yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían. Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y deseé con ansia la paz que procede de ti» (X, 27,38). Con estas imágenes, el santo de Hipona intentaba describir el misterio inefable del encuentro con Dios, con su amor que transforma toda la existencia.

Se trata de un amor sin reservas que nos precede, nos sostiene y nos llama durante el camino de la vida y tiene su raíz en la absoluta gratuidad de Dios. Refiriéndose en concreto al ministerio sacerdotal, mi predecesor, el beato Juan Pablo II, afirmaba que «todo gesto ministerial, a la vez que lleva a amar y servir a la Iglesia, ayuda a madurar cada vez más en el amor y en el servicio a Jesucristo, Cabeza, Pastor y Esposo de la Iglesia; en un amor que se configura siempre como respuesta al amor precedente, libre y gratuito, de Dios en Cristo» (Exhort. ap. Pastores dabo vobis, 25). En efecto, toda vocación específica nace de la iniciativa de Dios; es don de la caridad de Dios. Él es quien da el "primer paso" y no como consecuencia de una bondad particular que encuentra en nosotros, sino en virtud de la presencia de su mismo amor «derramado en nuestros corazones por el Espíritu» (Rm 5,5).

En todo momento, en el origen de la llamada divina está la iniciativa del amor infinito de Dios, que se manifiesta plenamente en Jesucristo. Como escribí en mi primera encíclica Deus caritas est, «de hecho, Dios es visible de muchas maneras. En la historia de amor que nos narra la Biblia, Él sale a nuestro encuentro, trata de atraernos, llegando hasta la Última Cena, hasta el Corazón traspasado en la cruz, hasta las apariciones del Resucitado y las grandes obras mediante las que Él, por la acción de los Apóstoles, ha guiado el caminar de la Iglesia naciente. El Señor tampoco ha estado ausente en la historia sucesiva de la Iglesia: siempre viene a nuestro encuentro a través de los hombres en los que Él se refleja; mediante su Palabra, en los Sacramentos, especialmente la Eucaristía» (n. 17).

El amor de Dios permanece para siempre, es fiel a sí mismo, a la «palabra dada por mil generaciones» (Sal 105,8). Es preciso por tanto volver a anunciar, especialmente a las nuevas generaciones, la belleza cautivadora de ese amor divino, que precede y acompaña: es el resorte secreto, es la motivación que nunca falla, ni siquiera en las circunstancias más difíciles.

Queridos hermanos y hermanas, tenemos que abrir nuestra vida a este amor; cada día Jesucristo nos llama a la perfección del amor del Padre (cf.Mt 5,48). La grandeza de la vida cristiana consiste en efecto en amar "como" lo hace Dios; se trata de un amor que se manifiesta en el don total de sí mismo fiel y fecundo. San Juan de la Cruz, respondiendo a la priora del monasterio de Segovia, apenada por la dramática situación de suspensión en la que se encontraba el santo en aquellos años, la invita a actuar de acuerdo con Dios: «No piense otra cosa sino que todo lo ordena Dios. Y donde no hay amor, ponga amor, y sacará amor» (Epistolario, 26).
En este terreno oblativo, en la apertura al amor de Dios y como fruto de este amor, nacen y crecen todas las vocaciones. Y bebiendo de este manantial mediante la oración, con el trato frecuente con la Palabra y los Sacramentos, especialmente la Eucaristía, será posible vivir el amor al prójimo en el que se aprende a descubrir el rostro de Cristo Señor (cf. Mt 25,31-46). Para expresar el vínculo indisoluble que media entre estos "dos amores" – el amor a Dios y el amor al prójimo – que brotan de la misma fuente divina y a ella se orientan, el Papa san Gregorio Magno se sirve del ejemplo de la planta pequeña: «En el terreno de nuestro corazón, [Dios] ha plantado primero la raíz del amor a él y luego se ha desarrollado, como copa, el amor fraterno» (Moralium Libri, sive expositio in Librum B. Job, Lib. VII, cap. 24, 28; PL 75, 780D).

Estas dos expresiones del único amor divino han de ser vividas con especial intensidad y pureza de corazón por quienes se han decidido a emprender un camino de discernimiento vocacional en el ministerio sacerdotal y la vida consagrada; constituyen su elemento determinante. En efecto, el amor a Dios, del que los presbíteros y los religiosos se convierten en imágenes visibles – aunque siempre imperfectas – es la motivación de la respuesta a la llamada de especial consagración al Señor a través de la ordenación presbiteral o la profesión de los consejos evangélicos. La fuerza de la respuesta de san Pedro al divino Maestro: «Tú sabes que te quiero» (Jn 21,15), es el secreto de una existencia entregada y vivida en plenitud y, por esto, llena de profunda alegría.

La otra expresión concreta del amor, el amor al prójimo, sobre todo hacia los más necesitados y los que sufren, es el impulso decisivo que hace del sacerdote y de la persona consagrada alguien que suscita comunión entre la gente y un sembrador de esperanza. La relación de los consagrados, especialmente del sacerdote, con la comunidad cristiana es vital y llega a ser parte fundamental de su horizonte afectivo. A este respecto, al Santo Cura de Ars le gustaba repetir: «El sacerdote no es sacerdote para sí mismo; lo es para vosotros» (Le curé d’Ars. Sa pensée – Son cœur, Foi Vivante, 1966, p. 100).

Queridos hermanos en el episcopado, queridos presbíteros, diáconos, consagrados y consagradas, catequistas, agentes de pastoral y todos los que os dedicáis a la educación de las nuevas generaciones, os exhorto con viva solicitud a prestar atención a todos los que en las comunidades parroquiales, las asociaciones y los movimientos advierten la manifestación de los signos de una llamada al sacerdocio o a una especial consagración. Es importante que se creen en la Iglesia las condiciones favorables para que puedan aflorar tantos "sí", en respuesta generosa a la llamada del amor de Dios.

Será tarea de la pastoral vocacional ofrecer puntos de orientación para un camino fructífero. Un elemento central debe ser el amor a la Palabra de Dios, a través de una creciente familiaridad con la Sagrada Escritura y una oración personal y comunitaria atenta y constante, para ser capaces de sentir la llamada divina en medio de tantas voces que llenan la vida diaria. Pero, sobre todo, que la Eucaristía sea el "centro vital" de todo camino vocacional: es aquí donde el amor de Dios nos toca en el sacrificio de Cristo, expresión perfecta del amor, y es aquí donde aprendemos una y otra vez a vivir la «gran medida» del amor de Dios. Palabra, oración y Eucaristía son el tesoro precioso para comprender la belleza de una vida totalmente gastada por el Reino.

Deseo que las Iglesias locales, en todos sus estamentos, sean un "lugar" de discernimiento atento y de profunda verificación vocacional, ofreciendo a los jóvenes un sabio y vigoroso acompañamiento espiritual. De esta manera, la comunidad cristiana se convierte ella misma en manifestación de la caridad de Dios que custodia en sí toda llamada. Esa dinámica, que responde a las instancias del mandamiento nuevo de Jesús, se puede llevar a cabo de manera elocuente y singular en las familias cristianas, cuyo amor es expresión del amor de Cristo que se entregó a sí mismo por su Iglesia (cf. Ef 5,32). En las familias, «comunidad de vida y de amor» (Gaudium et spes, 48), las nuevas generaciones pueden tener una admirable experiencia de este amor oblativo. Ellas, efectivamente, no sólo son el lugar privilegiado de la formación humana y cristiana, sino que pueden convertirse en «el primer y mejor seminario de la vocación a la vida de consagración al Reino de Dios» (Exhort. ap. Familiaris consortio, 53), haciendo descubrir, precisamente en el seno del hogar, la belleza e importancia del sacerdocio y de la vida consagrada. Los pastores y todos los fieles laicos han de colaborar siempre para que en la Iglesia se multipliquen esas «casas y escuelas de comunión» siguiendo el modelo de la Sagrada Familia de Nazaret, reflejo armonioso en la tierra de la vida de la Santísima Trinidad.
Con estos deseos, imparto de corazón la Bendición Apostólica a vosotros, Venerables Hermanos en el episcopado, a los sacerdotes, a los diáconos, a los religiosos, a las religiosas y a todos los fieles laicos, en particular a los jóvenes que con corazón dócil se ponen a la escucha de la voz de Dios, dispuestos a acogerla con adhesión generosa y fiel.
Vaticano, 18 de octubre de 2011

BENEDICTUS PP XVI


jueves, 26 de abril de 2012

Mellizos que nacieron de madre con muerte cerebral motivan cadena de oración

Washington, 26 Abr. 12 / 04:19 am (ACI/EWTN Noticias).- Nicholas y Alexander Bolden son unos frágiles mellizos que luchan por sus vidas en un hospital de Michigan desde el 5 de abril pasado, cuando los médicos lograron la proeza de permitir su nacimiento cinco semanas después de que su madre fuera declarada con muerte cerebral.

Christine Bolden –madre de una niña de 11 años y un niño de 3 años– tenía 20 semanas de gestación (cinco meses de embarazo) cuando el 1 de marzo dos aneurismas le causaron un daño irreversible. Los médicos, con el apoyo de la familia, optaron por mantenerla con vida conectada a un respirador hasta que sus hijos estuvieran listos para nacer.
"Le pedimos a los médicos que hicieran lo posible por salvar a los bebés, al menos a ellos, ya que a Christine la habíamos perdido", recuerda Danyell Bolden, tía de Christine, y asegura que rezaron muchísimo por los niños.

Los bebés nacieron a las 25 semanas de gestación, pesaron 900 gramos y se encuentran estables pero aún están muy frágiles en el Hospital Infantil Helen DeVos.

"Nos sentimos muy tristes por haberla perdido [a Christine], sin embargo, al tener a sus bebés, es como si Dios nos hubiera permitido conservar una pequeña parte de ella. Aquí hay muchas oraciones", agregó Danyell.
"Sabíamos que una vez que los bebés nacieran sería el final de Christine. Era difícil saber que los bebés nacerían y ella no volvería. Dios podría haberse llevado a ella y a los niños. Pero los dejó. Eso es un milagro", añadió.

El abogado Bruce Rossman, vocero de la familia Bolden, explicó que cuando a Christine se le manifestaron los aneurismas, "los bebés eran muy prematuros: tan sólo 20 semanas; los médicos explicaron que si los sacaban, morirían. Se necesitaba que tuvieran al menos 24 semanas para darles alguna oportunidad de sobrevivir".
El doctor Cosmas Vandeven, especialista en embarazos de alto riesgo en el hosptal de la Universidad de Michigan, explicó que el caso Bolden presenta un escenario excepcional.

El 70 por ciento de los bebés que nace a las 25 semanas sobrevive, pero enfrenta altas posibilidades de enfrentar enfermedades. "Esperamos que lo logren, pero son muy pequeños para dar un pronóstico positivo", añadió.
La noticia del nacimiento de los mellizos ha ocupado páginas en diversos medios del mundo y cientos de usuarios de Internet se han comprometido espontáneamente a rezar por la salud de los niños y por consuelo para la familia Bolden.

Nieta de Cristeros pide honrar a mártires que lucharon por libertad religiosa en México

ROMA, 02 Abr. 12 / 08:12 am - Lourdes Várguez García es nieta de uno de los muchos católicos que defendieron su fe entre los años 1917 y 1925 durante la persecución religiosa en México. Desde Roma, donde vive como religiosa, pide a los mexicanos ser coherentes con el regalo de fe que estos mártires donaron a la sociedad de su país.


A la edad de 18 años, su abuelo, Romualdo Várguez Gamboa, vivió una de las etapas más difíciles de la historia de la Iglesia Mexicana en la persecución religiosa. El gobierno prohibió cualquier tipo de manifestación o celebración religiosa, cerró todas las Iglesias y castigó la celebración del culto religioso.
Por ser católico, Romualdo fue detenido en tres ocasiones, vio como destrozaban su casa y hasta fue torturado con descargas eléctricas.

En entrevista, la hermana Lourdes explicó que para los fieles mexicanos "era imposible pensar que no se podría celebrar a Cristo".

Romualdo era miembro de Acción Católica Mexicana y junto a sus amigos Hernán C., Iván B. y Jesús G. estuvo detenido, "los amarraban y les dieron toques eléctricos en el cuerpo para que dijeran dónde iban a hacer las reuniones o misas para sorprenderlos infraganti".
"A mi abuelo le tocó ir tres veces a la cárcel, en una de estas redadas que hicieron, e incluso le llegaron a dar en tres ocasiones toques eléctricos... Era para que dieran nombres, para que dijeran cosas, pero ellos no lo hicieron. Es lo bonito de la juventud, cuando uno es fiel a ciertos ideales, y sobre todo más a la fe. Ellos nunca dijeron nada. Pero si, les tocó vivir este momento de tensión a sus padres también, porque imagino que a mi bisabuelo pues le asustó esta situación", explica.

Romualdo también fue a prisión por convocar a celebraciones clandestinas en casas particulares, "ellos eran los mensajeros, y tenían que estar seguros de que no se enterara la policía", cuenta la religiosa.
Romualdo era catequista y al cerrar las parroquias, en la clandestinidad continuó enseñando la catequesis, "un día era en casa de uno, otro en la de otro, porque no podía ser siempre en un sitio fijo. Porque la policía se daba cuenta".

Romualdo también ayudaba a los sacerdotes a no ser descubiertos, y los acompañaba a los pueblos para administrar los sacramentos. A los ojos de las autoridades, eran "un grupo de jóvenes, que están con otros jóvenes, que parece que van de excursión, pero en realidad se iban a los pueblos a poder realizar el catecismo, las confesiones, la Misa".

Lourdes, religiosa de la Congregación Jesús-María en Roma, cuenta que un día llegaron a la casa de su abuelo cuando no había nadie celebrando el culto, "aún así, para asustar rompieron todo, hay fotos que dan testimonio de esto, y se llevaron a algunos a la cárcel". Milagrosamente, una imagen del Sagrado Corazón de Jesús que colgaba de la pared resultó intacta hasta nuestros días.
"Mi papá nos contaba que ese Sagrado Corazón había sido testigo fiel de esta fe y este amor por la Iglesia. Él también ha sufrido con la gente e incluso ha vivido momentos de angustia por esta persecución. A pesar que en Yucatán la realidad no fue tan violenta como en el centro del país, la gente sufrió y esta ‘cruz’ les dio firmeza en la fe. Este Corazón de Jesús les acompañó y les animó siempre, como siempre fiel es su Amor para todos", explica Sor Lourdes.

Romualdo sobrevivió a la persecución, se casó con Bertha Sansores, tuvieron diez hijos, siguió siendo misionero. "Mi abuelo con mi abuelita vivieron juntos su fe y la transmitieron a sus hijos, que en la libertad de cada uno abrazaron el amor de Dios y su presencia en sus vidas".

"Para mi papá, el testimonio de su padre, su acción misionera, el amor de su madre hacia los hijos… todo eso para él fue también una fuerza y una manera de animarlo a comprometerse en la fe. Y yo hoy, gracias a mi papá y mi madre, ambos creyentes y comprometidos, puedo dar mi si, intento dar mi si en fidelidad y agradecimiento. En mi historia de fe, hay otras historias de fe, hay sangre y martirio, porque mi fe viene de ese momento y de otros momentos, mi fe como mexicana es también fruto de estas mujeres y hombres, niños y jóvenes, y sacerdotes como Miguel Agustín Pro –asesinado durante la persecución-", concluyó.

miércoles, 25 de abril de 2012

Líderes Laicos en el Sindicato del Calzado

Buenos Aires, 25 Abr. 12 (AICA)

Unos 100 líderes laicos del país se dieron cita el pasado sábado 21 de abril en la sede del Sindicato del Calzado de la Ciudad de Buenos, para participar del Encuentro de Líderes Laicos que años organiza el Departamento de Laicos de la Conferencia Episcopal Argentina (DEPLAI).

Con el lema “Discípulos Misioneros para anunciar a Jesús”, reunió a dirigentes de movimientos, de asociaciones, de organismos y de redes de laicos, quienes escucharon las palabras de bienvenida de Agustín Amicone, secretario general de UTICRA, y su agradecimiento a que un organismo de la Iglesia se haya acercado al gremio.
Por su parte, el doctor Justo Carbajales, director ejecutivo del DEPLAI, se refirió al estado actual del laicado en la Argentina, sus aprendizajes y nuevos desafíos y también a los pasos a seguir como laicos comprometidos en sus ambientes.

El referente laico consideró que se necesita un laicado fuerte, diverso y organizado a nivel nacional, respetando el carisma de cada institución y de los espacios abiertos a través de redes solidarias.

Durante la tarde, se presentaron las actividades que distintas organizaciones realizan en defensa a la vida como Grávida y La Merced Vida, y se dio detalles de la Campaña de la Vida que el DEPLAI realiza con jóvenes y padres.

Asimismo, se informó que el 8 de octubre los laicos mantendrán un encuentro en la Universidad Católica Argentina (UCA) con el padre Raniero Cantalamessa, predicador de la Santa Sede. Anticiparon que será una la jornada de reflexión y compromiso apostólico, de los movimientos eclesiales en comunión.
Informes: info@deplai.org.ar .+







Emil Kapaun, un capellán militar podría ser beato

Un «kit de misa» siempre por los aires

Emil Kapaun, de origen checo, nació en Kansas en 1916, se ordenó sacerdote en 1940 y tuvo varios destinos como capellán castrense durante la Segunda Guerra Mundial, pero siempre en territorio estadounidense. Tras un periodo fuera de servicio, en 1948 se reincorporó a la milicia, y fue enviado a Japón y después a Corea, justo en el momento de la invasión comunista, el primer gran episodio armado de la Guerra Fría.
Destinado en la 35ª Brigada de Artillería Antiaérea, el padre Kapaun se vio envuelto en continuos combates entre julio de 1950 y el 2 de noviembre de ese mismo año, en que fue capturado.

Durante ese tiempo se hizo legendario su valor, que le valió una Estrella de Bronce, concedida poco tiempo antes de caer prisionero. Su «kit de misa», un todoterreno en el que celebraba para los soldados en pleno frente de batalla, voló por los aires en repetidas ocasiones bajo el fuego enemigo.

Pero fue en los meses que estuvo como prisionero de guerra en el campo de Pyoktong, en Corea del Norte, cuando su fama de santidad, que ya le precedía, corrió como la pólvora entre quienes la percibían a diario: sus compañeros cautivos. Ellos testimoniarían después el desvelo con el que escuchaba confesiones, atendía a los heridos y administraba la Sagrada Comunión y otros sacramentos, sin importarle la vigilancia política de sus captores ni las enfermedades que castigaban el campo.

Una página web difunde la vida del padre Emil Kapaun y los favores obtenidos mediante su intercesión: http://www.frkapaun.org/index.html
No descansó un solo segundo en la atención a los demás, hasta que un trombo en una pierna le impidió moverse. Trasladado a un supuesto hospital donde se le negó atención médica, murió el 23 de mayo de 1951. Si su «kit de misa» ha padecido la misma suerte que su mentor celestial... es algo que las biografías oficiales, por ahora, no comentan.

Casi sesenta años después, un 22 de mayo de 2010, Benedicto XVI designó obispo a quien decidió seguir los pasos de Kapaun en el mismo lugar donde él ejerció su sacerdocio, y conmovido por su ejemplo. Richard Spencer ha servido como capellán también en complicados teatros de operaciones, como Irak.
Este sábado Benedicto XVI nombró obispo auxiliar castrense para Estados Unidos al padre Richard Spencer, una vocación tardía que descubrió el sacerdocio tras una larga trayectoria como militar.

El nuevo prelado, nacido en Alabama en 1951, sirvió en las Fuerzas Armadas desde 1973 hasta 1980. En 1977 fue destinado a Corea como parte del contingente norteamericano que guarda el famoso paralelo 38, frontera con la zona comunista. Allí conoció la vida y obra del padre Emil Kapaun (1916-1951), legendario capellán militar que había muerto justo cuando él nació, y el ejemplo de aquel heroico sacerdote hizo madurar su propia vocación, de forma que al abandonar el servicio activo, el padre Spencer decidió ingresar en el seminario.
Su nombramiento como obispo es, pues, el último de los amplios frutos espirituales que lleva rindiendo, en los sesenta años transcurridos tras su muerte como prisionero de guerra en Corea, el padre Kapaun, de quien se abrió en 1993 el proceso de beatificación.

VER: http://www.youtube.com/watch?v=y-r1W_Z0eiY


lunes, 23 de abril de 2012

“La Misión Continental en el Año de la Fe”

Buenos Aires, 23 Abr. 12 (AICA)

Con ocasión del Año de la Fe, los obispos de la Conferencia Episcopal Argentina redactaron una guía que sirve, explicaron, como “referencia para contar con una herramienta programática de algunas líneas pastorales estables y a largo plazo”.

Las orientaciones pastorales para el trienio 2012-2014 llevan por título “La Misión Continental en el Año de la Fe”, tienen una introducción, tres capítulos y una conclusión.

En la introducción, los obispos ofrecen el testimonio de su propia fe al subrayar que “somos hombres de fe” y compartir “con todos la feliz experiencia de haber sido alcanzados por el Señor en el camino de nuestra vida”.

El primer capítulo está dedicado al Año de la Fe y hace hincapié en la fe como encuentro personal con Cristo, en el conocimiento de la fe para dar el propio asentimiento, y en la profesión y comunicación de la fe.

El segundo plantea un estilo pastoral basado sobre los pilares de la alegría, el entusiasmo y la cercanía.

Y el tercero se refiere en particular a los ámbitos pastorales prioritarios y cita cuatro: Iniciación Cristiana, Evangelización de la cultura, Pastoral Vocacional y Gestos misioneros.

Al referirse a la Iniciación Cristiana, se considera necesario “seguir siendo creativos para que la Catequesis se adecue a los desafíos propios del tiempo que vivimos y a los requerimientos de la nueva evangelización”, y se asegura que “la vivencia eclesial de la fe necesita de una comunidad viva que sea fuente de comunión misionera”. También anticipa la realización de un Catecismo argentino y subraya la importancia del Congreso Eucarístico Nacional por realizarse en Tucumán en 2016.

En el capítulo dedicado a la Evangelización de la Cultura, se proponen varios puntos: Evangelización y cultura, Caridad y compromiso social, Familia y vida, piedad popular.

El tercer capítulo sobre Pastoral vocacional es una exhortación a hacerla presente en toda la vida eclesial, y demanda una nueva evangelización con agentes pastorales, presbíteros, diáconos, consagrados y consagradas, que “reconociendo la mirada tierna y comprometedora de Jesús estén dispuestos a consagrarles totalmente sus vidas”.

El otro capítulo ofrece sugerencias sobre gestos misiones con ocasión al Año de la Fe, al recordar que es una invitación a todo creyente a “confesar su fe con plenitud y renovada convicción, con confianza y esperanza”.

Los obispos concluyen que la convocatoria del Santo Padre a celebrar el Año de la Fe es una oportunidad “para orientar la tarea evangelizadora en un mismo sentido y, en continuidad y novedad con la pastoral ordinaria y las opciones pastorales actuales".

Asimismo, indican que “la Misión Continental iniciada en América Latina y el Caribe es el cauce que concreta el llamado a una ‘nueva evangelización’ con los aportes que la celebración de este Año de la Fe ofrece”.

“Invocando la intercesión de nuestra madre la Virgen de Luján, Patrona de La Argentina, e invitando a todos a dejarse guiar por el impulso del Espíritu Santo, ofrecemos estas orientaciones pastorales para caminar en comunión como Iglesia en La Argentina en este tiempo de gracia”.+

Texto completo de las orientaciones pastorales:

domingo, 22 de abril de 2012

Una lucha global por los bebés niña

22 de abril. 2012. (Romereports.com) Cuando se trata de tener un bebé, algunas mujeres optan por sólo tener varones.

Lo que significa que si el bebé que van a tener es una niña deciden abortarlo. Una situación que desde hace bastantes años es una dramática realidad en muchos países con distintas culturas.

ANNA HALPINE
Fundadora, World Youth Alliance, (EE UU)
“El problema de base es que esto es un feminicidio o una selección del sexo femenino. Es verdaderamente un problema porque se practican los abortos explícitamente por no dar a luz a niñas”.

Anna Halpine es la fundadora de World Youth Alliance. Una 'coalición' con sede en Nueva York que trabaja por los derechos humanos. Pretende concienciar a los jóvenes, para que tengan un papel activo en la vida política a nivel local como internacional. Halpine visitó Roma para participar en una conferencia sobre salud de la mujer, cuidado de la maternidad y sida.

Asegura que el feminicidio es un problema muy extendido en China, Pakistán y la India pero también en algunas áreas de Europa y América del Norte. Desde la demografía los daros muestran que este problema ha eliminado hasta ahora a unos 100 millones de niñas. Halpine dice que al haber menos mujeres existe un incremento de la prostitución y del tráfico de mujeres.

ANNA HALPINE
Fundadora, World Youth Alliance, (EE UU)
“Aún más preocupante es que la gente vea esto como un problema de ignorancia o pobreza, porque en muchos casos son mujeres bien educadas, sanas, de clases altas las que también abortan a sus hijas”.

La sensibilización sobre este problema es crucial porque aunque el cambio sólo puede venir del propio país. Porque no es sólo una cuestión de leyes, la cultura también juega un papel definitivo.

ANNA HALPINE
Fundadora, World Youth Alliance, (EE UU)
“En la India ahora es ilegal abortar sólo porque el bebe sea una niña, pero no vemos que esa ley escrita tenga ningún efecto. Es un problema cultural”.

En todo este proceso también hay buenas noticias. Halpine asegura que hay un país que sí ha conseguido terminar con este feminicidio. En Corea del Sur se ha cambiado de mentalidad hasta llegar al punto de que la selección de los bebés por el sexo es totalmente inaceptable. Un logro que da esperanza a esta lucha por los millones de niñas perdidas.

VER:
http://www.youtube.com/watch?v=nvLZJRpGhEY

viernes, 20 de abril de 2012

Hoy se estrena película "Cristiada" en México


MÉXICO D.F., 20 Abr. 12 / 10:18 am (ACI).- La película "Cristiada", que narra la guerra cristera en México durante la persecución religiosa de la década de 1920, se estrena hoy en México.

Eduardo Verástegui, quien encarna al beato mexicano Anacleto González Flores en la megaproducción, señaló a la prensa que el personaje al que da vida en la película, "fue un hombre congruente y coherente".

El Beato, dijo, "siempre actuó de acuerdo con sus creencias, laico, culto, preparado, que utilizó todos estos recursos para defender la libertad, la fe, que fue el centro de su vida. Eso me tocó el corazón, me inspiró y me retó".

En el film también figuran las estrellas Andy García, Eva Longoria, Peter O’Toole y el cantante panameño Rubén Blades, en el rol del presidente de México, Plutarco Elías Calles que persiguió a la Iglesia Católica.

"Esta película no sólo va a entretener, sino que tiene un gran potencial. Es una película bien balanceada, comercial, impactante y con grandes actuaciones a cargo de un elenco muy importante en el que destacan grandes actores como Andy Garcia y Peter O’Toole", afirmó.

Verástegui también halagó la calidad artística, el diseño y la fotografía de la película, así como la dirección de Dean Wright.

Además, destacó el famoso actor, "moralmente hablando, la película rescata lo bueno, bello y verdadero de una historia".

"Te sentías como en una producción de Hollywood, sólo que hecha por mexicanos. Aplaudo al productor Pablo José Barroso, de New Land Films, por hacer una película con esa calidad. Esto sienta un precedente".

El estreno de la cinta en Estados Unidos ya ha sido confirmado para el día 1 de junio.

Para ver la lista de cines en México en donde se puede ver la cinta a partir de hoy, ingrese a: http://www.aciprensa.com/cristiadacines.xls

Más información sobre la película en: http://www.cristiadapelicula.com/
http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=GS6zxHusgz0

jueves, 19 de abril de 2012

Sacerdote para siempre



ROMA, 18 Abr. 12 / 03:49 am (ACI/EWTN Noticias).- El Padre Graham Turner nunca pudo servir en una parroquia, pero su testimonio de amor a la vocación sacerdotal ha conmovido a los católicos de Escocia. Una agresiva leucemia le causó la muerte el lunes 16 de abril, solo una semana después de haber sido ordenado "sacerdote para siempre".

El Padre Turner, de 48 años de edad, descubrió su vocación al sacerdocio en la adultez. Dejó su trabajo como programador de computadoras y se mudó a una residencia cural, donde por cinco años se hizo cargo del cuidado de sacerdotes retirados hasta ser aceptado como seminarista de la Arquidiócesis de St Andrews y Edinburgo.

Estudió en Roma en el Beda College y fue ordenado diácono en junio de 2010. Su ordenación sacerdotal estaba prevista para junio de 2011, y esperaba ese momento con gran expectativa y gozo. Sin embargo, fue diagnosticado con una agresiva leucemia que obligó a posponer su ordenación.

Durante el último año se sometió a un intenso tratamiento contra el cáncer que no dio resultados. Ante la gravedad de la salud del sacerdote, su padre contactó al Arzobispo de Saint Andrews y Edimburgo, Cardenal Keith O’Brien.

El Purpurado aceptó adelantar el rito al Lunes de Pascua. Graham Turner fue ordenado sacerdote en la capilla del Salford Royal Hospital, cerca de la ciudad de Manchester en Inglaterra. En una emotiva Eucaristía a la que llegó en una cama clínica para luego pasar a una silla de ruedas, el P. Turner recibió la anhelada ordenación sacerdotal.

Durante la Misa, en la que fue asistido por sus enfermeros, pudo permanecer de pie unos momentos al inicio de la liturgia Eucarística, al lado de sus padres Marilyn y George, y de sus hermanos Ian y Sue.

"Hay una gran tristeza aquí ahora pero sin duda fue importante para Graham haber sido ordenado", dijo Mons. Roderick Strange, Rector del Beda College en Roma, en donde el P. Turner se preparó para el sacerdocio.

"Si bien se nos ordena para el ministerio activo, esto definitivamente completó un periodo significativo de la vida, el discernimiento y el compromiso de Graham. Así que fue maravilloso verlo ya como sacerdote", añadió.
En su opinión, "la Misa misma fue muy conmovedora, muy intensa y muy poderosa".

"Hay una línea en el rito de ordenación en la que el Obispo le dice al ordenando que modele su vida en el misterio de la Cruz de Cristo y creo que definitivamente eso se dio en la ceremonia", dijo Mons. Strange.

Con Graham, continuó, "recordaré la caballerosidad, el humor, la inteligencia, la paciencia, la extraordinaria fuerza de carácter, y en particular, la fortaleza con la que respondió y prosiguió en los últimos 12 meses de su vida".

martes, 17 de abril de 2012

En su cumpleaños, Benedicto XVI recuerda que está en “el último tramo” de su vida

VATICANO, 16 Abr. 12 / 11:44 am (ACI).-
En la Misa que celebró esta mañana en la capilla paulina del Palacio Apostólico del Vaticano, el Papa Benedicto XVI conmovió a los presentes con una homilía muy personal en la que admitió que ya comenzó la última fase de su vida, recordó los gestos de Dios desde su infancia y reflexionó sobre los santos que lo han inspirado desde su nacimiento.

“Me encuentro ante el último tramo del recorrido de mi vida y no sé qué me espera. Sé, sin embargo, que la luz de Dios está allí, que Él ha resucitado y que su luz es más fuerte que cualquier oscuridad, sé que la bondad de Dios es más fuerte que todos los males de este mundo. Y esto me ayuda a proceder con seguridad. Esto nos ayuda a seguir hacia adelante, y en esta hora agradezco de corazón a todos los que continuamente me permiten percibir el ‘sí’ de Dios a través de su fe”, afirmó el Pontífice en alemán ante su hermano Georg y sus más cercanos colaboradores.

Hablando en alemán y ante sus compatriotas, el pontífice dijo que santa Bernadette, la vidente de Lourdes, y Benito José Labre, un santo del siglo XVII conocido como el “peregrino de los mendigos”, son las dos figuras de referencia que ha tenido desde pequeño.

El Pontífice confesó que compartir la fecha de cumpleaños con Santa Bernardette Subirous, la vidente de las apariciones de Lourdes ha sido muy especial para él. “Ahora en este día, esta pequeña santa ha sido siempre para mí un signo (…) de cómo deberíamos ser. Del hecho que con todo el saber y el hacer, que son necesarios, no debemos perder el corazón sencillo, la mirada simple del corazón, capaz de ver lo esencial”, indicó.

El Papa recordó que Bernardette “sabía ver” lo que la Virgen le señalaba: “la fuente de agua viva, pura”. Agua que es imagen “de la verdad que viene a nuestro encuentro en la fe, de la verdad no disimulada y no contaminada”. Porque “para poder vivir, para poder llegar a ser puros, necesitamos que en nosotros nazca la nostalgia de la vida pura, de la verdad verdadera, de lo no contaminado por la corrupción, del ser humanos sin pecado”.

“En nuestro tiempo, en el que vemos en el mundo tantos afanes, y en el que irrumpe la necesidad del agua, del agua pura, este signo es tanto más grande. De María, de la Madre del Señor, del corazón puro, viene también el agua pura, incontaminada, que da la vida, el agua que en este siglo, y en los siglos por venir, nos purifica y nos sana”.

Además, reflexionó sobre San Benedicto José de Labre, fallecido un 16 de abril y con quien comparte el nombre de Papa y el de pila, Joseph. Es un santo “europeo” que tiene su particularidad en el hecho que “no quiere hacer otra cosa que rezar y dar testimonio sobre aquello que cuenta” en la vida: Dios.

No “un ejemplo a emular”, sino como “un dedo que indica lo esencial”: que solo Dios “basta” y que quien “se abre a Dios no se aleja del mundo ni de los hombres porque encuentra hermanos, porque en Dios caen todas las fronteras, porque solo Dios puede eliminar las fronteras porque para Dios, todos somos hermanos, hacemos parte los unos de los otros, que la unicidad de Dios significa al mismo tiempo la hermandad y la reconciliación de los hombres, el desmantelamiento de las fronteras que nos unen y nos curan”.

El Papa recordó que nació un Sábado Santo y sus padres lo bautizaron ese mismo día. Les agradeció por haberlo “hecho renacer” ese día a través del agua del Bautismo. “¿En qué modo el don de la vida es realmente tal? ¿Es justo dar la vida así, simplemente? ¿Es responsable o demasiado imprevisible? La vida biológica por sí misma es un don, y sin embargo está circundada por una gran pregunta”, añadió.

Agregó que “la vida se convierte en un verdadero don si junto a ella se puede dar también una promesa que es más fuerte que cualquier desventura que nos pueda amenazar, si ella está inmersa en una fuerza que garantiza que es un bien ser un hombre (…) Así, a nuestro nacimiento va asociado el renacimiento, la certeza de que en verdad es algo bueno, porque la promesa es más fuerte que las amenazas”.

El Papa explicó que el sentido del Bautismo un pertenecer a “la gran y nueva familia de Dios que es más fuerte que todas las fuerzas negativas que nos amenazan”.

VER MAS:
http://www.romereports.com/palio/los-cardenales-felicitan-al-papa-en-su-cumpleanos-spanish-6544.html

Dos nuevos sacerdotes para el obispado castrense


Buenos Aires, 17 Abr. 12 (AICA)

El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor José María Arancedo, confirió el orden del presbiterado a los diáconos Ignacio David Cherino y Luis María Berthoud, incardinados en el Obispado Castrense.

Las ordenaciones se llevaron a cabo durante una celebración eucarística que monseñor Arancedo presidió en la catedral castrense Stella Maris el viernes 13 de abril y fue concelebrada por el nuncio apostólico, monseñor Emil Paul Tscherrig, el administrador diocesano del obispado castrense, monseñor Pedro Candia, los capellanes mayores y un gran número de capellanes castrenses de las Fuerzas Armadas y Fuerzas de Seguridad, como también sacerdotes de otras diócesis.
El templo se encontraba colmado de fieles. Asistieron los jefes de la Armada y de la Fuerza Aérea, junto con altas autoridades de las demás fuerzas. También participaron familias e invitados especiales.

Al finalizar la celebración, el Nuncio Apostólico pronunció un mensaje.

El presbítero Ignacio David Cherino cumplirá su misión pastoral en el Ejército, y el presbítero Luis María Berthoud lo hará en la Armada Argentina.

Homilía de Mons. Arancedo
“La Iglesia nos les da una delegación para cumplir una función, los hace partícipes por el sacramento del Orden Sagrado del sacerdocio de Cristo”, dijo en su homilía monseñor Arancedo dirigiéndose a los diáconos que iban a ser ordenados sacerdotes. Y añadió: Ustedes “actuarán in persona Christi. Esto nos ayuda a comprender el ‘para siempre’ de lo que hoy va a acontecer en ustedes. No hay un Cristo que elegimos a nuestra medida o por un tiempo, somos elegidos por él y ordenados por la Iglesia para vivir a la medida de Jesucristo”.

“No alcanzamos ni iniciamos una carrera en el sacerdocio”, porque “nuestra vida debe ser una disponibilidad permanente al servicio del pueblo de Dios. Siempre nos deben guiar aquellas palabras del Señor: “No he venido a ser servido sino a servir”. Estas verdades deben ir marcando ese progresivo identificarnos con Cristo, no tenemos otra fuente. Una sólida y exigente vida espiritual es garantía de una auténtica vida sacerdotal”.

“La vida de ustedes, como sacerdotes del Ordinariato Castrense, ante todo, es presencia y acompañamiento. Debe ser una presencia significativa que tenga en Cristo su imagen ideal”, porque “la alegría del Pastor está en el servicio y en el crecimiento espiritual de su rebaño. El mundo de hoy, que para ustedes tiene en las Fuerzas Armadas un ámbito propio con sus tiempos y características, necesita de una presencia y acompañamiento que responda a esa profunda dimensión religiosa y espiritual del hombre. La dimensión religiosa no es un agregado más al hombre, sino su verdad y reclamo más profundo como ser espiritual”.

Ser capellán militar es un compromiso importante y especial
Al término de la celebración, el nuncio apostólico, monseñor Emil Paul Tscherrig dirigió un mensaje a los noveles sacerdotes y a los jefes y miembros de las Fuerzas Armadas.

“Me siento muy feliz -comenzó diciendo el Nuncio- de poder celebrar con ustedes este gozoso acontecimiento de la ordenación sacerdotal de nuevos capellanes del Ordinariato Militar y los saludo en nombre del Santo Padre, que los acompaña con sus oraciones y su Bendición Apostólica”.

“Ser capellán militar es un compromiso importante y especial. Ustedes están al servicio de los miembros de las Fuerzas Armadas y Fuerzas de Seguridad y de sus familias, y participan, por lo tanto, en sus ritmos de vida y de trabajo. Su cargo es definido por reglamentos particulares, pero su misión y la de todos los sacerdotes, es la de acompañar a los miembros de la familia militar en su camino de fe, con el fin de que también ellos lleguen a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad.

“Todos ustedes, queridos hermanos de las Fuerzas Armadas y Fuerzas de Seguridad, están llamados a ser santos porque esta es la vocación de todos nosotros, los cristianos. Y para realizar esta vocación, según la conocida expresión de San Pablo, debemos “tomar las armas de Dios”, estar firmes, abrocharnos el cinturón de la verdad como “coraza”, poner “justicia”, estar dispuestos “a anunciar la noticia de la paz” y a tener “embrazado el escudo de la fe”.

En otro momento de su mensaje monseñor Tscherrig pidió a los “estimados Oficiales y miembros de las Fuerzas Armadas Argentinas y Fuerzas de Seguridad”, que “acepten a los capellanes del Ordinariato Militar como a sus hermanos en Cristo que los acompañan en el camino de la fe y les ofrecen la Palabra de Dios y los Sacramentos de la Iglesia, a fin de que puedan participar en la nueva creación que es el fruto de la muerte y resurrección del Hijo de Dios. Que la presencia de Cristo en sus corazones llegue a ser fuente de amor a Dios y de caridad para el prójimo”.

VER MAS: http://www.aica.org/index.php?module=displaystory&story_id=31222&format=html&fech=2012-04-17

lunes, 16 de abril de 2012

¡Feliz cumpleaños Benedicto XVI!

VATICANO, 16 Abr. 12 / 06:47 am (ACI/EWTN Noticias).- Hoy 16 de abril, el Papa Benedicto XVI cumple 85 de edad y según informó su secretario personal, Mons. Georg Gaenswein, desea vivirlo “en familia” y oración.

Benedicto XVI expresó su deseo de pasar un cumpleaños sencillo y en tranquilidad junto a sus colaboradores y algunos huéspedes, entre los que se encuentra su hermano Mons. Georg Ratzinger y algunos obispos alemanes.

Según explicó Mons. Gaenswein a Adnkronos, “no habrá solemnes festejos en el Vaticano para el cumpleaños del Papa. Más bien una fiesta en familia. Como él mismo pidió: ‘Por favor, no quiero grandes celebraciones’, nos dijo a los colaboradores”.

Benedicto XVI comenzó la jornada con la celebración de una Misa privada en la Capilla Paulina del Vaticano y más tarde recibió en audiencia en la Sala Clementina a un grupo de fieles de su región natal, Baviera, Alemania.

Además, el Santo Padre celebra también esta semana el séptimo aniversario de su elección a la Cátedra de Pedro, desde que el 19 de abril de 2005 fuera elegido Papa.

En una entrevista concedida a Radio Vaticana, el director de la Sala de Prensa, Padre Federico Lombardi señaló dio gracias al Señor por este Papa que “guía con gran fuerza, gentileza y fe y que por tanto, es un don de Dios”.

El sacerdote jesuita comentó que guarda una gran admiración hacia Benedicto XVI, porque “a pesar de haber comenzado este ministerio de la Iglesia Universal en edad más bien avanzada, se trata de todos modos de un Pontificado muy rico e intenso, con muchos viajes y eventos muy importantes, con un Magisterio intenso y múltiple”.

Expresó además, que el Papa “guía a la Iglesia hacia el centro de su misión”, que es “la prioridad de la atención a Dios, a la relación del hombre con Dios, a la dimensión transcendente de la vida, a la personalidad de Jesucristo como el revelador del verdadero rostro de Dios”.

Numerosas personalidades desearon un feliz cumpleaños al sucesor de Pedro, y el próximo viernes 20 de abril, la Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig ofrecerá un concierto sinfónico en su honor en el Aula Pablo VI del Vaticano.

Este año, el Vaticano ha publicado una dirección especial de correo electrónico para que los fieles de todo el mundo saluden al Santo Padre: auguri.benedettoxvi@vatican.va

viernes, 13 de abril de 2012

El periodista Ricardo Benjumea recibió Premio Juan Pablo II de la Comunicación 2012

Madrid (Viernes, 13-04-2012, Gaudium Press) La Fundación "Crónica Blanca" ha concedido el "Premio Juan Pablo II de la Comunicación" 2012 al joven y destacado periodista Ricardo Benjumea de la Vega, redactor Jefe del semanario "Alfa y Omega".

El acto fue presidido por el Obispo auxiliar de Madrid Mons. César Augusto Franco Martínez en la sede la Fundación Crónica Blanca. Tras las intervenciones de Manuel María Brú, presidente de dicha Fundación y de Miguel Angel Velasco, director de "Alfa y Omega", el Obispo destacó la agudeza intelectual del joven profesional y sus acertados artículos.


Mons. Franco recordó como en los ‘Lineamenta' del próximo Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización se enfatiza la importancia de los medios de comunicación social como uno de los campos a desarrollarse dicha Evangelización.

Benjumea agradeció el Premio con emotivas palabras señalando la trayectoria intelectual y profesional de los galardonados con el "Juan Pablo II" en años anteriores y como eso lo compromete a ser cada vez mejor profesional.

El padre Manuel María Brú recordó los objetivos de la Fundación Crónica Blanca y las razones por las cuales le fue otorgado el premio al galardonado, cuya semblanza fue glosada por D. Miguel A. Velasco.

Ricardo Benjumea es licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, habiendo completado sus estudios en la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid y en la Universidad alemana de Leipzig. Su tesis doctoral en la Universidad Complutense versó sobre "La ruptura con la Ospolitik y la nueva política alemana hacia Rusia".

Madrileño de 37 años y de familia malagueña, Benjumea es Redactor jefe de Alfa y Omega desde el 2006, donde empezó a colaborar en 1995, estando vinculado desde entonces al semanario, así como a la programación religiosa de la Cadena COPE. Ha trabajado en ACI Prensa y en Análisis Digital y fue voluntario un año en Bolivia enviado por la Fundación salesiana "Jóvenes del Tercer Mundo".

A raíz de la entrega del premio y en entrevista a la Cadena de radio COPE, Ricardo Benjumea señaló que "quien cree en Dios, por definición, no teme a la verdad. ¡Al contrario! La busca. E intenta presentarla de forma bella" agregando que "me he criado "periodísticamente" en Alfa y Omega, y tengo las claves interpretativas con las que funciona este medio plenamente interiorizadas. Ahí debo dar las gracias a su director, Miguel Ángel Velasco; al delegado episcopal, Alfonso Simón; al entonces obispo auxiliar monseñor Javier Martínez y al entonces delegado diocesano de medios, Alex del Rosal; a mis antiguos redactores-jefe, Fernando de Haro, Raquel Martín, José Antonio Ullate y José Francisco Serrano... La lista completa sería enorme. De la aportación de todas estas personas surge un producto periodístico único, que refleja de una manera muy completa y fiel el "hecho cristiano" hoy."

La Fundación Crónica Blanca por su parte tiene por objeto impulsar la formación y el desarrollo de la comunicación social de inspiración cristiana; apolítica, y libre de otros condicionamientos ideológicos.

Gaudium Press / Rafael Ituarte Pujol

miércoles, 11 de abril de 2012

Beba fue dada por muerta en Argentina, pero despertó en la morgue

BUENOS AIRES, 11 Abr. 12 / 11:05 am (ACI/EWTN Noticias).- Amalia Bouguet es la madre de la bebé argentina que "despertó" tras 12 horas de permanecer en una morgue luego de haber sido declarada muerta. Para ella, que su pequeña esté viva "es un milagro sobrenatural, que sólo Dios puede explicar".

Según informa la agencia AICA, la bebé prematura que nació con 26 semanas (6 meses aproximadamente) de gestación había sido dada por muerta y "volvió a la vida" tras resistir 12 horas expuesta a las heladas temperaturas de la morgue sin comida ni abrigo alguno.

El confuso episodio se produjo en el hospital "Perrando" de Resistencia en la provincia de Chaco. Los profesionales vinculados al caso ya han sido separados de su cargo.

"Mi hija (Luz Milagros) estuvo 12 horas en la morgue y hasta el momento en vez del certificado de nacimiento sólo tiene un acta de defunción", contó la mujer.

Bouguet dijo además que su hija "nació a las 10.24 y a las 11.05 estaba en un cajón. Pasó 12 horas con un frío intenso en la morgue. Yo misma vi su cuerpito con escarcha".

Luego fue a la morgue para despedir y sacarle una foto a su hija, que según la pediatra que la atendió "no tenía signos vitales" al momento de nacer.

"Una señora se acercó a mi marido que estaba esperando para ir a verla a la morgue y le dijo: ‘está llorando’. Mi marido pensó que se refería a mí, pero no: era mi hija la que estaba llorando", relató Amalia que tiene otros cuatro hijos.
"Soy creyente. Todo esto fue un milagro de Dios", sostuvo la mujer, que vive con su familia en Fontana, una localidad del Chaco.

El subsecretario de salud de Chaco, Rafael Sabatinelli, dijo que la negligencia de los médicos que enviaron a la pequeña Luz Milagros a la morgue, constituye un hecho "desgraciado" tras lo cual se iniciará un juicio sumario.

"Cada integrante del personal que estuvo involucrado en el hecho tiene responsabilidades. Por lo tanto tendrán que rendir consecuentemente a esto. Esperamos los resultados de los informes correspondientes para que se aclare el hecho", aseguró Sabatinelli en declaraciones divulgadas ayer en la web del Diario Norte, de Chaco.

domingo, 8 de abril de 2012

La fe es "una irrupción de la luz de Dios en nuestro mundo, una apertura de nuestros ojos a la verdadera luz"

VATICANO, 07 Abr. 12 / 04:01 pm.- La fe es el verdadero iluminismo porque a diferencia del "iluminismo" de la Ilustración racionalista, ella es "una irrupción de la luz de Dios en nuestro mundo, una apertura de nuestros ojos a la verdadera luz", dijo el Papa Benedicto XVI durante la solemne celebración de la Vigilia Pasucual en la Basílica de San Pedro este Sábado Santo por la noche.
A continuación, la versión íntegra de la homilía del Santo Padre durante la Vigilia Pascual este Sábado Santo:

Queridos hermanos y hermanas
Pascua es la fiesta de la nueva creación. Jesús ha resucitado y no morirá de nuevo. Ha descerrajado la puerta hacia una nueva vida que ya no conoce ni la enfermedad ni la muerte. Ha asumido al hombre en Dios mismo. «Ni la carne ni la sangre pueden heredar el reino de Dios», dice Pablo en la Primera Carta a los Corintios (15,50). El escritor eclesiástico Tertuliano, en el siglo III, tuvo la audacia de escribir refriéndose a la resurrección de Cristo y a nuestra resurrección: «Carne y sangre, tened confianza, gracias a Cristo habéis adquirido un lugar en el cielo y en el reino de Dios» (CCL II, 994). Se ha abierto una nueva dimensión para el hombre. La creación se ha hecho más grande y más espaciosa.

La Pascua es el día de una nueva creación, pero precisamente por ello la Iglesia comienza la liturgia con la antigua creación, para que aprendamos a comprender la nueva. Así, en la Vigilia de Pascua, al principio de la Liturgia de la Palabra, se lee el relato de la creación del mundo. En el contexto de la liturgia de este día, hay dos aspectos particularmente importantes. En primer lugar, que se presenta a la creación como una totalidad, de la cual forma parte la dimensión del tiempo. Los siete días son una imagen de un conjunto que se desarrolla en el tiempo. Están ordenados con vistas al séptimo día, el día de la libertad de todas las criaturas para con Dios y de las unas para con las otras. Por tanto, la creación está orientada a la comunión entre Dios y la criatura; existe para que haya un espacio de respuesta a la gran gloria de Dios, un encuentro de amor y libertad.


En segundo lugar, que en la Vigilia Pascual, la Iglesia comienza escuchando ante todo la primera frase de la historia de la creación: «Dijo Dios: "Que exista la luz"» (Gn 1,3). Como una señal, el relato de la creación inicia con la creación de la luz. El sol y la luna son creados sólo en el cuarto día. La narración de la creación los llama fuentes de luz, que Dios ha puesto en el firmamento del cielo. Con ello, los priva premeditadamente del carácter divino, que las grandes religiones les habían atribuido. No, ellos no son dioses en modo alguno. Son cuerpos luminosos, creados por el Dios único. Pero están precedidos por la luz, por la cual la gloria de Dios se refleja en la naturaleza de las criaturas.
¿Qué quiere decir con esto el relato de la creación? La luz hace posible la vida. Hace posible el encuentro. Hace posible la comunicación. Hace posible el conocimiento, el acceso a la realidad, a la verdad. Y, haciendo posible el conocimiento, hace posible la libertad y el progreso. El mal se esconde. Por tanto, la luz es también una expresión del bien, que es luminosidad y crea luminosidad. Es el día en el que podemos actuar. El que Dios haya creado la luz significa: Dios creó el mundo como un espacio de conocimiento y de verdad, espacio para el encuentro y la libertad, espacio del bien y del amor. La materia prima del mundo es buena, el ser es bueno en sí mismo. Y el mal no proviene del ser, que es creado por Dios, sino que existe en virtud de la negación. Es el «no».
En Pascua, en la mañana del primer día de la semana, Dios vuelve a decir: «Que exista la luz». Antes había venido la noche del Monte de los Olivos, el eclipse solar de la pasión y muerte de Jesús, la noche del sepulcro. Pero ahora vuelve a ser el primer día, comienza la creación totalmente nueva. «Que exista la luz», dice Dios, «y existió la luz». Jesús resucita del sepulcro. La vida es más fuerte que la muerte. El bien es más fuerte que el mal. El amor es más fuerte que el odio. La verdad es más fuerte que la mentira. La oscuridad de los días pasados se disipa cuando Jesús resurge de la tumba y se hace él mismo luz pura de Dios. Pero esto no se refiere solamente a él, ni se refiere únicamente a la oscuridad de aquellos días. Con la resurrección de Jesús, la luz misma vuelve a ser creada. Él nos lleva a todos tras él a la vida nueva de la resurrección, y vence toda forma de oscuridad. Él es el nuevo día de Dios, que vale para todos nosotros.
Pero, ¿cómo puede suceder esto? ¿Cómo puede llegar todo esto a nosotros sin que se quede sólo en palabras sino que sea una realidad en la que estamos inmersos? Por el sacramento del bautismo y la profesión de la fe, el Señor ha construido un puente para nosotros, a través del cual el nuevo día viene a nosotros. En el bautismo, el Señor dice a aquel que lo recibe: Fiat lux, que exista la luz. El nuevo día, el día de la vida indestructible llega también para nosotros. Cristo nos toma de la mano. A partir de ahora él te apoyará y así entrarás en la luz, en la vida verdadera. Por eso, la Iglesia antigua ha llamado al bautismo photismos, iluminación.
¿Por qué? La oscuridad amenaza verdaderamente al hombre porque, sí, éste puede ver y examinar las cosas tangibles, materiales, pero no a dónde va el mundo y de dónde procede. A dónde va nuestra propia vida. Qué es el bien y qué es el mal. La oscuridad acerca de Dios y sus valores son la verdadera amenaza para nuestra existencia y para el mundo en general. Si Dios y los valores, la diferencia entre el bien y el mal, permanecen en la oscuridad, entonces todas las otras iluminaciones que nos dan un poder tan increíble, no son sólo progreso, sino que son al mismo tiempo también amenazas que nos ponen en peligro, a nosotros y al mundo. Hoy podemos iluminar nuestras ciudades de manera tan deslumbrante que ya no pueden verse las estrellas del cielo. ¿Acaso no es esta una imagen de la problemática de nuestro iluminismo? En las cosas materiales, sabemos y podemos tanto, pero lo que va más allá de esto, Dios y el bien, ya no lo conseguimos identificar. Por eso la fe, que nos muestra la luz de Dios, es el verdadero iluminismo, es una irrupción de la luz de Dios en nuestro mundo, una apertura de nuestros ojos a la verdadera luz.
Queridos amigos, quisiera por último añadir todavía una anotación sobre la luz y la iluminación. En la Vigilia Pascual, la noche de la nueva creación, la Iglesia presenta el misterio de la luz con un símbolo del todo particular y muy humilde: el cirio pascual. Esta es una luz que vive en virtud del sacrificio. La luz de la vela ilumina consumiéndose a sí misma. Da luz dándose a sí misma. Así, representa de manera maravillosa el misterio pascual de Cristo que se entrega a sí mismo, y de este modo da mucha luz. Otro aspecto sobre el cual podemos reflexionar es que la luz de la vela es fuego. El fuego es una fuerza que forja el mundo, un poder que transforma. Y el fuego da calor. También en esto se hace nuevamente visible el misterio de Cristo. Cristo, la luz, es fuego, es llama que destruye el mal, transformando así al mundo y a nosotros mismos. Como reza una palabra de Jesús que nos ha llegado a través de Orígenes, «quien está cerca de mí, está cerca del fuego». Y este fuego es al mismo tiempo calor, no una luz fría, sino una luz en la que salen a nuestro encuentro el calor y la bondad de Dios.
El gran himno del Exsultet, que el diácono canta al comienzo de la liturgia de Pascua, nos hace notar, muy calladamente, otro detalle más. Nos recuerda que este objeto, el cirio, se debe principalmente a la labor de las abejas. Así, toda la creación entra en juego. En el cirio, la creación se convierte en portadora de luz. Pero, según los Padres, también hay una referencia implícita a la Iglesia. La cooperación de la comunidad viva de los fieles en la Iglesia es algo parecido al trabajo de las abejas. Construye la comunidad de la luz. Podemos ver así también en el cirio una referencia a nosotros y a nuestra comunión en la comunidad de la Iglesia, que existe para que la luz de Cristo pueda iluminar al mundo.
Roguemos al Señor en esta hora que nos haga experimentar la alegría de su luz, y pidámosle que nosotros mismos seamos portadores de su luz, con el fin de que, a través de la Iglesia, el esplendor del rostro de Cristo entre en el mundo (cf. Lumen gentium, 1). Amén.

sábado, 7 de abril de 2012

El Papa destaca el valor de la familia cristiana

VATICANO, 06 Abr. 12 / 02:59 pm (ACI).- El Papa Benedicto XVI centró sus palabras conclusivas al final del Via Crucis celebrado esta noche en el Coliseo romano con ocasión del Viernes Santo, en la importancia de la familia y la esperanza que la pasión de Cristo trae para ellas.

Para esta Semana Santa 2012, el Santo Padre solicitó la elaboración de las meditaciones para las 14 estaciones del Via Crucis a una pareja de esposos, Danilo y Anna Maria Zanzucchi, miembros del Movimiento de los Focolares y fundadores del movimiento "Familias Nuevas".

"En la aflicción y la dificultad... la familia no está sola: Jesús está presente con su amor, la sostiene con su gracia y le da la fuerza para seguir adelante, para afrontar los sacrificios y superar todo obstáculo", dijo el Papa Benedicto.
A continuación el texto íntegro de la meditación pronunciada por el Papa Benedicto XVI al final del Via Crucis.

Queridos hermanos y hermanas
Hemos recordado en la meditación, la oración y el canto, el camino de Jesús en la vía de la cruz: una vía que parecía sin salida y que, sin embargo, ha cambiado la vida y la historia del hombre, ha abierto el paso hacia los «cielos nuevos y la tierra nueva» (cf. Ap 21,1). Especialmente en este día del Viernes Santo, la Iglesia celebra con íntima devoción espiritual la memoria de la muerte en cruz del Hijo de Dios y, en su cruz, ve el árbol de la vida, fecundo de una nueva esperanza.

La experiencia del sufrimiento y de la cruz marca la humanidad, marca incluso la familia; cuántas veces el camino se hace fatigoso y difícil. Incomprensiones, divisiones, preocupaciones por el futuro de los hijos, enfermedades, dificultades de diverso tipo. En nuestro tiempo, además, la situación de muchas familias se ve agravada por la precariedad del trabajo y por otros efectos negativos de la crisis económica. El camino del Via Crucis, que hemos recorrido esta noche espiritualmente, es una invitación para todos nosotros, y especialmente para las familias, a contemplar a Cristo crucificado para tener la fuerza de ir más allá de las dificultades.

La cruz de Jesús es el signo supremo del amor de Dios para cada hombre, la respuesta sobreabundante a la necesidad que tiene toda persona de ser amada. Cuando nos encontramos en la prueba, cuando nuestras familias deben afrontar el dolor, la tribulación, miremos a la cruz de Cristo: allí encontramos el valor y la fuerza para seguir caminando; allí podemos repetir con firme esperanza las palabras de san Pablo: «¿Quién nos separará del amor de Cristo?: ¿la tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?... Pero en todo esto vencemos de sobra gracias a aquel que nos ha amado» (Rm 8,35.37).

En la aflicción y la dificultad, no estamos solos; la familia no está sola: Jesús está presente con su amor, la sostiene con su gracia y le da la fuerza para seguir adelante, para afrontar los sacrificios y superar todo obstáculo. Y es a este amor de Cristo al que debemos acudir cuando las vicisitudes humanas y las dificultades amenazan con herir la unidad de nuestra vida y de la familia. El misterio de la pasión, muerte y resurrección de Cristo alienta a seguir adelante con esperanza: la estación del dolor y de la prueba, si la vivimos con Cristo, con fe en él, encierra ya la luz de la resurrección, la vida nueva del mundo resucitado, la pascua de cada hombre que cree en su Palabra.

En aquel hombre crucificado, que es el Hijo de Dios, incluso la muerte misma adquiere un nuevo significado y orientación, es rescatada y vencida, es el paso hacia la nueva vida: «si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12,24).

Encomendémonos a la Madre de Cristo. A ella, que ha acompañado a su Hijo por la vía dolorosa. Que ella, que estaba junto a la cruz en la hora de su muerte, que ha alentado a la Iglesia desde su nacimiento para que viva la presencia del Señor, dirija nuestros corazones, los corazones de todas las familias a través del inmenso mysterium passionis hacia el mysterium paschale, hacia aquella luz que prorrumpe de la Resurrección de Cristo y muestra el triunfo definitivo del amor, de la alegría, de la vida, sobre el mal, el sufrimiento, la muerte. Amén.

jueves, 5 de abril de 2012

"Obediencia, no rebeldía al magisterio trae cambio en la Iglesia"

VATICANO, 05 Abr. 12 / 12:29 pm (ACI).- Durante la homilía de la Misa Crismal que presidió esta mañana en la Basílica de San Pedro, el Papa Benedicto XVI recordó que es la fidelidad humilde a Jesús, y no la desobediencia al Magisterio, lo que trae el verdadero cambio en la Iglesia.
“Los santos nos indican cómo funciona la renovación y cómo podemos ponernos a su servicio. Y nos permiten comprender también que Dios no mira los grandes números ni los éxitos exteriores, sino que remite sus victorias al humilde signo del grano de mostaza”, señaló el Santo Padre .

[A continuación, el texto íntegro de su homilía.]


Queridos hermanos y hermanas
En esta Santa Misa, nuestra mente retorna hacia aquel momento en el que el Obispo, por la imposición de las manos y la oración, nos introdujo en el sacerdocio de Jesucristo, de forma que fuéramos «santificados en la verdad» (Jn 17,19), como Jesús había pedido al Padre para nosotros en la oración sacerdotal. Él mismo es la verdad. Nos ha consagrado, es decir, entregado para siempre a Dios, para que pudiéramos servir a los hombres partiendo de Dios y por él. Pero, ¿somos también consagrados en la realidad de nuestra vida? ¿Somos hombres que obran partiendo de Dios y en comunión con Jesucristo? Con esta pregunta, el Señor se pone ante nosotros y nosotros ante él: «¿Queréis uniros más fuertemente a Cristo y configuraros con él, renunciando a vosotros mismos y reafirmando la promesa de cumplir los sagrados deberes que, por amor a Cristo, aceptasteis gozosos el día de vuestra ordenación para el servicio de la Iglesia?». Así interrogaré singularmente a cada uno de vosotros y también a mí mismo después de la homilía. Con esto se expresan sobre todo dos cosas: se requiere un vínculo interior, más aún, una configuración con Cristo y, con ello, la necesidad de una superación de nosotros mismos, una renuncia a aquello que es solamente nuestro, a la tan invocada autorrealización. Se pide que nosotros, que yo, no reclame mi vida para mí mismo, sino que la ponga a disposición de otro, de Cristo. Que no me pregunte: ¿Qué gano yo?, sino más bien: ¿Qué puedo dar yo por él y también por los demás? O, todavía más concretamente: ¿Cómo debe llevarse a cabo esta configuración con Cristo, que no domina, sino que sirve; que no recibe, sino que da?; ¿cómo debe realizarse en la situación a menudo dramática de la Iglesia de hoy? Recientemente, un grupo de sacerdotes ha publicado en un país europeo una llamada a la desobediencia, aportando al mismo tiempo ejemplos concretos de cómo se puede expresar esta desobediencia, que debería ignorar incluso decisiones definitivas del Magisterio; por ejemplo, en la cuestión sobre la ordenación de las mujeres, sobre la que el beato Papa Juan Pablo II ha declarado de manera irrevocable que la Iglesia no ha recibido del Señor ninguna autoridad sobre esto. Pero la desobediencia, ¿es un camino para renovar la Iglesia? Queremos creer a los autores de esta llamada cuando afirman que les mueve la solicitud por la Iglesia; su convencimiento de que se deba afrontar la lentitud de las instituciones con medios drásticos para abrir caminos nuevos, para volver a poner a la Iglesia a la altura de los tiempos. Pero la desobediencia, ¿es verdaderamente un camino? ¿Se puede ver en esto algo de la configuración con Cristo, que es el presupuesto de toda renovación, o no es más bien sólo un afán desesperado de hacer algo, de transformar la Iglesia según nuestros deseos y nuestras ideas?
Pero no simplifiquemos demasiado el problema. ¿Acaso Cristo no ha corregido las tradiciones humanas que amenazaban con sofocar la palabra y la voluntad de Dios? Sí, lo ha hecho para despertar nuevamente la obediencia a la verdadera voluntad de Dios, a su palabra siempre válida.


A él le preocupaba precisamente la verdadera obediencia, frente al arbitrio del hombre. Y no lo olvidemos: Él era el Hijo, con la autoridad y la responsabilidad singular de desvelar la auténtica voluntad de Dios, para abrir de ese modo el camino de la Palabra de Dios al mundo de los gentiles. Y, en fin, ha concretizado su mandato con la propia obediencia y humildad hasta la cruz, haciendo así creíble su misión. No mi voluntad, sino la tuya: ésta es la palabra que revela al Hijo, su humildad y a la vez su divinidad, y nos indica el camino.
Dejémonos interrogar todavía una vez más. Con estas consideraciones, ¿acaso no se defiende de hecho el inmovilismo, el agarrotamiento de la tradición? No. Mirando a la historia de la época post-conciliar, se puede reconocer la dinámica de la verdadera renovación, que frecuentemente ha adquirido formas inesperadas en momentos llenos de vida y que hace casi tangible la inagotable vivacidad de la Iglesia, la presencia y la acción eficaz del Espíritu Santo. Y si miramos a las personas, por las cuales han brotado y brotan estos ríos frescos de vida, vemos también que, para una nueva fecundidad, es necesario estar llenos de la alegría de la fe, de la radicalidad de la obediencia, del dinamismo de la esperanza y de la fuerza del amor.
Queridos amigos, queda claro que la configuración con Cristo es el presupuesto y la base de toda renovación. Pero tal vez la figura de Cristo nos parece a veces demasiado elevada y demasiado grande como para atrevernos a adoptarla como criterio de medida para nosotros. El Señor lo sabe. Por eso nos ha proporcionado «traducciones» con niveles de grandeza más accesibles y más cercanos. Precisamente por esta razón, Pablo decía sin timidez a sus comunidades: Imitadme a mí, pero yo pertenezco a Cristo. Él era para sus fieles una «traducción» del estilo de vida de Cristo, que ellos podían ver y a la cual se podían asociar. Desde Pablo, y a lo largo de la historia, se nos han dado continuamente estas «traducciones» del camino de Jesús en figuras vivas de la historia. Nosotros, los sacerdotes, podemos pensar en una gran multitud de sacerdotes santos, que nos han precedido para indicarnos la senda: comenzando por Policarpo de Esmirna e Ignacio de Antioquia, pasando por grandes Pastores como Ambrosio, Agustín y Gregorio Magno, hasta Ignacio de Loyola, Carlos Borromeo, Juan María Vianney, hasta los sacerdotes mártires del s. XX y, por último, el Papa Juan Pablo II que, en la actividad y en el sufrimiento, ha sido un ejemplo para nosotros en la configuración con Cristo, como «don y misterio». Los santos nos indican cómo funciona la renovación y cómo podemos ponernos a su servicio. Y nos permiten comprender también que Dios no mira los grandes números ni los éxitos exteriores, sino que remite sus victorias al humilde signo del grano de mostaza.
Queridos amigos, quisiera mencionar brevemente todavía dos palabras clave de la renovación de las promesas sacerdotales, que deberían inducirnos a reflexionar en este momento de la Iglesia y de nuestra propia vida. Ante todo, el recuerdo de que somos – como dice Pablo – «administradores de los misterios de Dios» (1Co 4,1) y que nos corresponde el ministerio de la enseñanza , el munus docendi, que es una parte de esa administración de los misterios de Dios, en los que él nos muestra su rostro y su corazón, para entregarse a nosotros. En el encuentro de los cardenales con ocasión del último consistorio, varios Pastores, basándose en su experiencia, han hablado de un analfabetismo religioso que se difunde en medio de nuestra sociedad tan inteligente. Los elementos fundamentales de la fe, que antes sabía cualquier niño, son cada vez menos conocidos. Pero para poder vivir y amar nuestra fe, para poder amar a Dios y llegar por tanto a ser capaces de escucharlo del modo justo, debemos saber qué es lo que Dios nos ha dicho; nuestra razón y nuestro corazón han de ser interpelados por su palabra. El Año de la Fe, el recuerdo de la apertura del Concilio Vaticano II hace 50 años, debe ser para nosotros una ocasión para anunciar el mensaje de la fe con un nuevo celo y con una nueva alegría. Naturalmente, este mensaje lo encontramos primaria y fundamentalmente en la Sagrada Escritura, que nunca leeremos y meditaremos suficientemente. Pero todos tenemos experiencia de que necesitamos ayuda para transmitirla rectamente en el presente, de manera que mueva verdaderamente nuestro corazón. Esta ayuda la encontramos en primer lugar en la palabra de la Iglesia docente: los textos del Concilio Vaticano II y el Catecismo de la Iglesia Católica son los instrumentos esenciales que nos indican de modo auténtico lo que la Iglesia cree a partir de la Palabra de Dios. Y, naturalmente, también forma parte de ellos todo el tesoro de documentos que el Papa Juan Pablo II nos ha dejado y que todavía están lejos de ser aprovechados plenamente.
Todo anuncio nuestro debe confrontarse con la palabra de Jesucristo: «Mi doctrina no es mía» (Jn 7,16). No anunciamos teorías y opiniones privadas, sino la fe de la Iglesia, de la cual somos servidores. Pero esto, naturalmente, en modo alguno significa que yo no sostenga esta doctrina con todo mi ser y no esté firmemente anclado en ella. En este contexto, siempre me vienen a la mente aquellas palabras de san Agustín: ¿Qué es tan mío como yo mismo? ¿Qué es tan menos mío como yo mismo? No me pertenezco y llego a ser yo mismo precisamente por el hecho de que voy más allá de mí mismo y, mediante la superación de mí mismo, consigo insertarme en Cristo y en su cuerpo, que es la Iglesia. Si no nos anunciamos a nosotros mismos e interiormente hemos llegado a ser uno con aquél que nos ha llamado como mensajeros suyos, de manera que estamos modelados por la fe y la vivimos, entonces nuestra predicación será creíble. No hago publicidad de mí, sino que me doy a mí mismo. El Cura de Ars, lo sabemos, no era un docto, un intelectual. Pero con su anuncio llegaba al corazón de la gente, porque él mismo había sido tocado en su corazón.
La última palabra clave a la que quisiera aludir todavía se llama celo por las almas (animarum zelus). Es una expresión fuera de moda que ya casi no se usa hoy. En algunos ambientes, la palabra alma es considerada incluso un término prohibido, porque – se dice – expresaría un dualismo entre el cuerpo y el alma, dividiendo falsamente al hombre. Evidentemente, el hombre es una unidad, destinada a la eternidad en cuerpo y alma. Pero esto no puede significar que ya no tengamos alma, un principio constitutivo que garantiza la unidad del hombre en su vida y más allá de su muerte terrena. Y, como sacerdotes, nos preocupamos naturalmente por el hombre entero, también por sus necesidades físicas: de los hambrientos, los enfermos, los sin techo.

Pero no sólo nos preocupamos de su cuerpo, sino también precisamente de las necesidades del alma del hombre: de las personas que sufren por la violación de un derecho o por un amor destruido; de las personas que se encuentran en la oscuridad respecto a la verdad; que sufren por la ausencia de verdad y de amor. Nos preocupamos por la salvación de los hombres en cuerpo y alma. Y, en cuanto sacerdotes de Jesucristo, lo hacemos con celo.

Nadie debe tener nunca la sensación de que cumplimos concienzudamente nuestro horario de trabajo, pero que antes y después sólo nos pertenecemos a nosotros mismos. Un sacerdote no se pertenece jamás a sí mismo. Las personas han de percibir nuestro celo, mediante el cual damos un testimonio creíble del evangelio de Jesucristo. Pidamos al Señor que nos colme con la alegría de su mensaje, para que con gozoso celo podamos servir a su verdad y a su amor. Amén.

lunes, 2 de abril de 2012

El Santo Triduo Pascual y la Indulgencia Plenaria

El Triduo Pascual, que comienza el Jueves Santo con la celebración de la Última Cena y la instauración de la Eucaristía por Jesucristo Nuestro Señor, tiene como promesa para los fieles la posibilidad de ganar indulgencia plenaria, para cada cual o para los enfermos que lo requieran y que no puedan asistir a las celebraciones de culto.

A continuación, el obispo de Tehuacán y encargado de la Conferencia del Episcopado Mexicano de la Dimensión de la Familia, monseñor Rodrigo Aguilar Martínez, explica cómo ganar la indulgencia plenaria en estos días santos.


El Santo Triduo Pascual y la Indulgencia Plenaria

Durante la Semana Santa podemos ganar para nosotros o para los difuntos el don de la Indulgencia Plenaria si realizamos algunas de las siguientes obras establecidas por la Santa Sede.

Obras que gozan del don de la Indulgencia Plenaria en Semana Santa:

Jueves Santo

1. Si durante la solemne reserva del Santísimo Sacramento, que sigue a la Misa de la Cena del Señor, recitamos o cantamos el himno eucarístico del "Tantum Ergo" ("Adorad Postrados").

2. Si visitamos por espacio de media hora el Santísimo Sacramento reservado en el Monumento para adorarlo.

Viernes Santo

1. Si el Viernes Santo asistimos piadosamente a la Adoración de la Cruz en la solemne celebración de la Pasión del Señor.

Sábado Santo

1. Si rezamos juntos el rezo del Santo Rosario.

Vigilia Pascual

1. Si asistimos a la celebración de la Vigilia Pascual (Sábado Santo por la noche) y en ella renovamos las promesas de nuestro Santo Bautismo.

Condiciones:

Para ganar la Indulgencia Plenaria además de haber realizado la obra enriquecida se requiere el cumplimiento de las siguientes condiciones:

a. Exclusión de todo afecto hacia cualquier pecado, incluso venial.

b. Confesión sacramental, Comunión eucarística y Oración por las intenciones del Sumo Pontífice.

Estas tres condiciones pueden cumplirse unos días antes o después de la ejecución de la obra enriquecida con la Indulgencia Plenaria; pero conviene que la comunión y la oración por las intenciones del Sumo Pontífice se realicen el mismo día en que se cumple la obra.

Es oportuno señalar que con una sola confesión sacramental pueden ganarse varias indulgencias. Conviene, no obstante, que se reciba frecuentemente la gracia del sacramento de la Penitencia, para ahondar en la conversión y en la pureza de corazón. En cambio, con una sola comunión eucarística y una sola oración por las intenciones del Santo Padre sólo se gana una Indulgencia Plenaria.

La condición de orar por las intenciones del Sumo Pontífice se cumple si se reza a su intención un solo Padrenuestro y Avemaría; pero se concede a cada fiel cristiano la facultad de rezar cualquier otra fórmula, según su piedad y devoción.